Yo no quiero otras elecciones, quiero decisiones

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Fundador y Director General de ComunicaSur Media, empresa editora de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero'.

No habría aguantado nunca ser un número del SAE sin ella. Ahora empieza otro tiempo. Y sale el sol, aunque haga frio.

(Por favor, leed este comentario escuchando el disco de Silvia Pérez Cruz, algo posible gracias a El País

Me fascina Silvia Pérez Cruz, me gusta su voz, la forma de cantar que tiene para ayudarnos a aguantar los estertores de un tiempo que se va y de otro que no termina de nacer. Malditos sean quienes no dejan de hacer el mal a los más débiles, malditos sean ellos y quienes les dejan. "Es indecente, gente sin casa, casas sin gente". Bankia ha cedido gracias a la Justicia y la enorme presión de quienes no han dejado de protestar nunca. No te puedes rendir. Es la primera batalla, pero quedan otras mayores y para eso hace falta un nuevo tiempo político. Recibo mensajes de todos los partidos y algunos me generan enorme inquietud y rabia.

El equipo de Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, candidato a presidente del Gobierno, nos envió ayer a los periodistas una reflexión que me pareció muy acertada: “Hay millones de personas que lo están pasando mal y necesitan respuestas inmediatas, políticas que empiecen a solucionar los problemas a los que se enfrentan cada día. 2.982.272 niños viven hoy en riesgo de pobreza o exclusión en España. No pueden esperar”. Joder, ¿no es suficiente argumento para que todos dejen de hacer el vaina y se pongan a solucionar nuestros problemas? Yo no quiero otras elecciones, quiero decisiones para arreglar nuestros problemas.

En estos meses he ido comprobando quienes merecen la pena en la vida, y aquellos de los que debo prescindir por higiene intelectual y emocional. Aquí, como en casi todos los gremios, perro come perro. Triste desgracia de periodistas. Con lo que la defensa es necesaria y absolutamente legítima. Y comer carne de perro siendo un can tiene el mismo riesgo que cuando los seres humanos daban de comer harinas cárnicas a las vacas y se volvieron locas, una forma coloquial de decir que las envenenaron, pasando su mal a los humanos. Es la EEB, encefalopatía espongiforme bovina. Te vuelves loco porque no entiendes nada.

Y sale el sol

No habría aguantado nunca ser un número del SAE sin ella. Ahora empieza otro tiempo. Y sale el sol, aunque haga frio. No le gusta que la mencione pero si no lo hago reviento. No conozco a una persona con un corazón más grande, con tanta bondad incluso con quien no lo merece, que todos los días se deja un jirón de su alma en las casas que visita antes de que la Dama termine llegando. Ella ayuda, trabaja con todos sin distinción, es un bálsamo para quienes saben que se van. Bueno, eso lo sabemos todos aunque nunca terminamos de asumirlo. Yo doy gracias a Dios por haberla conocido y que ella permita que aprenda a amarla mejor cada día. Y a ser mejor persona, aunque a veces brame en arameo por la maldad de algunos.

Cuanta tristeza estos años viendo los dramas en los telediarios, grabándolos con mi cámara (que me robaron una noche para mi infortunio), escribiendo crónicas para El Mundo y mi blog, que ahí sigue, en la red, espero con mayor impulso con algunos cambios. Y el corazón se me rompe con dos películas duras, Techo y comida y Cerca de tu casa, dirigidas por Juan Miguel del Castillo y Eduard Cortés, respectivamente. La primera espero verla este fin de semana. He tenido que encontrar fuerzas. La segunda pronto. Las veré y os invito a reaccionar. Fijaros en los de Bankia, lo han conseguido y encima la entidad sanea su imagen y se ahorra un pastón. Espero que algunos lean con interés este comentario y actúen en consecuencia.

“Te roban y te gritan y lo que no tienes también te lo quitan”, canta Silvia Pérez Cruz Luchemos, se pueden cambiar las cosas. Pero que acaben este rosario de reuniones, tiritos y gilipolleces en los medios. Que se hablen cara a cara y decidan ya porque la gente, nosotros, estamos tan hartos de todo, y no somos tan fuertes. Aguantamos como podemos.

Gracias a quienes dieron la talla conmigo en todos estos meses, no los olvidaré nunca. Tampoco a los otros que, solitos, se han metido en una lista de la que nunca les sacaré. Morirán sus nombres en ella, por cabrones. Lo siento. Y escribiré, si Dios quiere, sus epitafios.

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