Una experiencia cultural de origen medieval. España está repleta de rutas por las que perderse, encontrarse y sentir el alma de los pueblos. Nada más con esta descripción se puede deducir que el Camino de Santiago va a estar presente en estas líneas. Dicen que es una de esas excursiones que hay que probar una vez en la vida y parece que este año va a ser la ocasión para muchas personas tras la pandemia. Según la Guardia Civil la afluencia será masiva y, por tanto, estará atenta a las posibles incidencias.
A Álvaro Lazaga no se le ha ocurrido andar en dirección contraria a la capital gallega como aquel hombre al que tuvieron que reorientar los agentes. Ni tampoco se le ha pasado por la cabeza llevar chanclas durante horas en mitad de la nieve como hizo una americana poco previsora. Para este peregrino de 56 años, echarse la mochila a la espalda es más común que para el resto de los mortales.
El madrileño residente en Benidorm desde hace 26 años llegó a Jerez andando desde Algeciras. Es su camino número 49. Y aunque asegura que “hay más locos” que él, conoce muchas sendas porque “me gusta hacerlos muchas veces y repetirlos”. Ahora, probablemente, se encuentre en alguna carretera de la provincia de Sevilla.
"Me gusta repetirlos muchas veces"
“Mi hermano me dijo que fuera a ver la final de la Champions a su casa de Zahora y le dije, vale, pero voy andando”, explica el peregrino, que tras atravesar la costa y celebrar la victoria de su equipo se dirigió a Chiclana retomando el camino del Estrecho para pasar por Puerto Real y continuar por la vía augusta que va hasta la capital hispalense, una de las que aún no había tenido la oportunidad de descubrir.
“Mañana iré a El Cuervo, o a Lebrija, donde me lleven mis pasos. Nunca planeo nada, todo depende de cómo me levante”, dice Álvaro, desde el albergue ubicado a las afueras de Jerez donde ha pernoctado.
Según cuenta a lavozdelsur.es ya ha partido desde Benidorm a Santiago siete veces y ha recorrido media España a pie. Hasta hace doce años no tenía “ni idea” de qué era el Camino de Santiago. Al Álvaro le picó la curiosidad en febrero de 2010, cuando una amiga suya le habló sobre él durante sus paseos por la montaña.
“No te preocupes de nada, vete solo y en invierno”. Fueron las palabras mágicas que le animaron a lanzarse a la aventura por primera vez, desde Logroño. “Al principio tenía dudas y no sabía si iba a poder caminar todos los días 20 kilómetros”, comenta.
"Voy donde me lleven mis pasos"
Durante el recorrido se encontró con gente de países remotos con historias de todo tipo. Personas que habían sufrido la pérdida de un familiar, que andaban por fe o “que están un poco perdidas y lo hacen para encontrarse a sí mismas”.
Italianos, americanos, japones. Una convivencia de lo más internacional donde Álvaro percibía esa solidaridad entre peregrinos de la que tanto hablan aquellos que lo experimentan. “Cuando llegué a Santiago, cojeando, entré en la plaza y dije, yo tengo que repetir esto, y lo hice otra vez y otra vez”, sostiene.
Antes solía viajar por el mundo, a Europa o América, sin embargo, desde que completó el Camino, “yo solo viajo andando”. Son innumerables las veces que se ha sentado frente al mapa para explorar las rutas, pero, de las 49, la más especial fue la que realizó desde su casa justo al salir del confinamiento. El viaje más largo que ha hecho, del 26 de abril al 4 de agosto de 2020, 101 días y casi 2.000 kilómetros de ida y vuelta.
“Cuando todavía no podíamos salir de la comunidad valenciana, subí a Castellón y calculé para poder salir justo el día que abrieron la frontera y pasar a Teruel. Empezar y acabar en casa me recordó a como lo hacían en la Edad Media cuando no había autobuses”, añade.
A Álvaro le gusta más caminar en soledad, aunque, a veces, su pareja también peregrina le da una sorpresa y aparece por algún punto de la Península para andar unos días con él. “Como mejor se hace el camino es solo. En todo momento decides qué hacer y fluye de otra manera, socializas más, hablas con los pastores y con la gente de los bares”, dice.
"Como mejor se hace el camino es solo"
Además, tiene tiempo después de haber trabajado como panadero y haber tenido agencias de cambio. Pero, ¿qué le impulsa realmente a estas caminatas?. No es creyente ni tampoco lo atribuye al ámbito espiritual.
“Siento mariposas en el estómago cuando pienso que voy a empezar. Así se conoce España de verdad porque ves pueblos que en la vida podrías imaginar que eran tan bonitos”, reflexiona el peregrino que busca “vivir intensamente” viendo amaneceres, pasando frío o sintiendo ese alivio tras una ducha.
Comer los frutos de los árboles, dejar que la lluvia moje su cara o ver los copos de nieve caer a su alrededor. Todo ello sin soltar su cámara con la que graba los lugares que visita para, posteriormente, compartir sus peripecias en su canal de YouTube.
Las cosas que pasan en el camino son mágicas, incluso algunas personas rompen con sus propias barreras, como Carla, una italiana con esclerosis múltiple que hizo el tramo con andador.
A la mente de Álvaro llegan todo tipo de recuerdos, pero para él, lo que más le ha marcado ha sido “sobre todo el amor, las veces que me he enamorado allí”. Sus pies seguirán guiándole allá donde haya una concha.