Andrea Bayo, una joven canaria, ha contado en redes la odisea en la que se ha convertido para ella y su pareja la compra de una "cocina sencilla, lineal, nada fuera de lo normal" en Ikea.
Desde la empresa sueca le aseguraron que las labores de montaje quedarían totalmente terminadas en dos días (el 29 de julio era la fecha en la que supuestamente estaría rematada la faena).
Pero nada más empezar llegaron los primeros problemas. El montador hace recuento de los muebles y faltan piezas y sobran centímetros. La medición de la cocina, por la que Ikea cobra 40 euros a estos clientes, no se hizo de la forma correcta. "Pensamos que todo se arreglará y que a la mañana siguiente estará acabada. Pobre de nosotros, inocentes", cuenta Andrea.
En el segundo día de montaje, más contratiempos. La nevera no entra en el hueco que le dejaron y el extractor viene todo golpeado. "Como si le hubieran dado patadas. La encimera viene partida a la mitad y nos dicen que si la queremos entera hay que pagar 40 euros más, pero que hay gente a la que le gusta así. ¿Quién quiere una encimera partida a la mitad? Bueno, pues vamos otra vez a la tienda. Pagamos la diferencia y viene una nueva, pero el montador la corta mal y deja un agujero en el fregadero. Tenemos que pedir otra. Ya vamos por dos encimeras".
Tras numerosos esfuerzos logran que la nevera entre. "Tan apretada que ni respira por los lados. Por lo tanto, los muebles de los lados están supercalientes. A un lado hay una despensa en la que, por ejemplo, no puedo poner una tableta de chocolate porque se derrite completamente", señala la clienta.
La tercera encimera llega con noticias poco esperanzadoras. "Nos dicen que no tenían ninguna de nuestra medida y que nos van a dejar un corte. ¿Por qué no nos avisaron antes de que no había de la medida que queríamos? Hubiéramos buscado otra solución antes de que nos dejaron con un cacho pegado. Una chapuza"
Este martes 13 de septiembre, tras una lista infinita de incidencias y viajes a la tienda de Ikea para realizar reclamaciones, con una hora como mínimo de espera para ser atendidos, llegan los montadores para poner el frontal del lavavajillas. "Qué bien suena. Va como la seda. Esto es alucinante. Está tan apretado que se ha abombado todo el zócalo de la cocina. Antes se abría solo al acabar, ahora ya no. No tiene espacio. Se acabarán rompiendo las bisagras".
Tras este último percance, la indignación es total en Andrea. "Son unos chapuzas. Sinvergüenzas. No hacen sino darnos largas como a los tontos. Cada vez que pedimos que vuelva un montador nos dicen que en 10 días, que ya nos llamarán, que tienen otras cocinas por delante. La nuestra tenía que estar montada el 29 de julio. Dos meses después, estamos cansados, aburridos, y decepcionados con esta empresa a más no poder. Si están pensando en comprar una cocina, no lo hagan. Juegan con el tiempo y el dinero de las personas y no dan solución ninguna. Son unos chapuceros"