Erase una vez un lugar de mucho poderío y gentileza a rebosar, donde había tres reinas; tres maravillosas y singulares reinas negras: la Virgen de Regla de Chipiona, Ntra.Sra. de la Merced en Jerez de la Frontera y, la Virgen de los Milagros en el Puerto de Santa María. Las tres juntas formando un ramillete de profunda religiosidad ancestral en la provincia de Cádiz. Ellas en sí mismas, encarnan «la totalidad» o «el siempre», porque tres son las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro.
El negro es el compendio de todos los colores, el resumen final de la mas profunda sabiduría y la plena ausencia de luz: es la memoria de los orígenes humanos, el útero materno, donde se emprende nuestro «primer viaje iniciático» de existencia. Este color es el que se utiliza simbólicamente para representar la tierra primitiva que, una vez fecundada, será fuente de toda vida…Diosa-Tierra implica color negro.
El simbolismo del color negro presenta dos aspectos opuestos, como le sucede a muchos simbolismos: un aspecto benéfico y otro maléfico. Este último, que es el más habitualmente considerado, evoca en el orden material la noche y las tinieblas opuestas a la luz del día, junto con sus peligros; en el orden psicológico, la ignorancia, la ceguera, la pesadez y la materialidad; y en el orden del espíritu, finalmente, la negación de la luz y de la inteligencia espiritual, incluso el satanismo. En su aspecto benéfico, por el contrario, el color negro simboliza el misterio, lo inexpresable, lo indecible, la interioridad y particularmente el Conocimiento. No hace falta decir que el color de las representaciones negras de la Virgen ha de entenderse en este segundo aspecto.
Las vírgenes negras son de color oscuro porque personifican a la Madre Tierra y a la sabiduría ancestral. Las vírgenes negras son el equivalente a las antiguas vírgenes paleolíticas, reminiscencia de una tradición religiosa milenaria que se ubicó siempre en el mismo lugar.
Los cultos pre-cristianos, están relacionados con las grandes diosas madres y si seguimos atentamente el desarrollo de estos cultos, veremos que las advocaciones eran astronómico-agrícolas y acompañan la evolución de las estaciones para la recolección. La posición de los astros en el firmamento, son la clave para definir las estaciones y solsticios; el tiempo de la recolección o la caza, actos que siempre llevaban a cabo las mujeres del clan familiar o tribal.
Los orígenes de las vírgenes negras son antiguos, algunas de las imágenes se remontan a los primeros tiempos. La virgen negra es un puente hacia los misterios de las religiones matriarcales que preceden al cristianismo. Estas religiones habían aprehendido los ritmos de la Naturaleza que se manifiestan en los lugares de poder y que después fueron transformados en santuarios.
El culto se basaba en imágenes evocadoras de los cultos de la Diosa Madre (Isis, Artemisa, Diana, Gaia, Gea y Cibeles). La posición sedente, en la mayoría de los casos, evoca a Isis, esposa de Osiris, la diosa madre de la fecundidad en el antiguo Egipto, matriz de todas las vírgenes negras de la cristiandad; y el Niño Dios, a Horus. En el panteón egipcio de las divinidades, Isis encuentra numerosas representaciones diferentes, pero son todas alusivas a la grandiosa Madre del universo; una de ellas es Hátor, que se muestra en forma de vaca y con una media luna.
Las figuras de las vírgenes negras, encarnadas ya con la persona de María, se cristianizan, pero, al tiempo, recogen las fuerzas y poderes de sus antecesoras paganas trasfieren a sus fieles. Las explicaciones, que durante muchos años ha sostenido la Iglesia ante las preguntas de sus feligreses del por qué son negras, asegura se debe al humo desprendido de los cirios que, de tan cerca que los habían colocado de la imagen, ésta se ha ennegrecido. Sería una explicación muy válida si no fuese que existen cientos de vírgenes con idénticas características, extendidas a lo largo y ancho de Europa, ya que 500 son demasiadas tallas para sufrir idéntico deterioro.
Las vírgenes negras han tenido y tienen una gran importancia en Andalucía, y probablemente se trate del aspecto de la cristiandad que más ha contribuido en la provincia gaditana al culto a la Virgen. No es que los gaditanos crean que la Virgen es negra, sino que la han pintado de negro por el simbolismo del color en sí y por la sabiduría que encierra.