De alguna manera, en el siglo XIX y principios del XX, la sociedad gaditana se hallaba inmersa en el más absoluto puritanismo. Las mujeres que hacían sufrir a los varones, solían ser rellenitas (Pastora Imperio, Chelito, Goya o Fornarina) y alegres, hasta que el cine mudo puso de moda la pálida delgadez que cultivaron las Imperio Argentina o La Argentinita, antes de que llegase el franquismo y llevase a las mujeres a interpretar el sufrimiento.
De hecho, pues, nombres míticos como La Bella Dorita, La Fornarina, La Chelito, Tina de Jarque, La Yankee, La Goya, Anita Delgado, una malagueña que acabó casándose con el Marajá de Khapurtala, o Raquel Meller. Casi todas nutrían su estética de cierto aire tópico andaluz. Esas mujeres, como luego las estrellas de Hollywood enseñaron a llorar, a besar, a desear y a amar a varias generaciones de los abuelos gaditanos.
Sencillamente, durante el siglo XIX y hasta 1931, “en España se vivió la lucha, primero incipiente y luego a muerte, de dos grandes tendencias ideológicas y políticas: una conservadora, de raíz monárquica, cínica e hipócrita, defensora acérrima de la ley y el orden: su base social es la burocracia y el funcionariado. Otra rebelde, renovadora, amotinada y hasta escandalosa, formada por artesanos, jornaleros, menestrales y desocupados”.
Digámoslo así, pese al férreo control social, existían tendencias a saltarse las normas y convencionalismos sociales en cuanto a materia moral y religioso se refiere. En esta línea se pueden ubicar publicaciones de finales del siglo XIX y principios del XX como La Vida Galante y Sicalíptico que llegaban a Jerez y a Cádiz, ocultas del que dirán, y muy en especial de las esposas y suegras, todas ellas de mantilla, misa y rosario dominical.
Sicalíptico Significa “picardía o malicia referente a temas sexuales”, fue creada por publicitarios hace más de un siglo y aparece por primera vez en 1902, en el anuncio de una obra pornográfica en el diario El Liberal de Madrid. El uso más frecuente no es sicalipsis, sino el adjetivo sicalíptico, cuyo significado, más allá de la significación académica reseñada al comienzo, es ‘obsceno’ o ‘pornográfico’.
Nos deja claro, la prensa sicalíptica española tendrá en común el rasgo principal de tratar temas eróticos e incluir viñetas y artículos bastante «subidos de tono» para la mentalidad de la época, además de contar con un espíritu bohemio y alejado del puritanismo y los valores más tradicionales de la sociedad en la que se desarrollan.
Este tipo de cosas, el desarrollo de la sicalipsis no hubiese sido posible sin el ascenso social de las clases medias y su alianza con las populares que permitió la aparición y rentabilidad de nuevos espectáculos, mientras que los viejos entraron en franco declive. De este modo las clases altas, acostumbradas a imponer su gusto durante decenios, se escandalizan ante la eclosión de un nuevo tipo de teatro dotado de una plebeyez moral que ni comparten ni aceptan.
En Jerez de la Frontera y Cádiz, las ciudades de Barcelona y Madrid, eran sinónimo de lujuria y pecado, las mismas a las que se debía de peregrinar una vez en la vida.