En la tradición judeocristiana, la puerta cobra un papel muy importante, porque es la que da el acceso a la Revelación y en ella se reflejan las armonías del Universo y así encontramos las puertas del cielo y del infierno o del perdón. En la simbología espiritual tenemos la frase de Jesús, «Yo soy la Puerta», que alude a ese estado espiritual en el que él iniciaba a sus seguidores.
De alguna manera, la Luz y la Oscuridad, la Vida y la Muerte, la Ignorancia y la Sabiduría, la Culpa y el Perdón, el Cielo y el Infierno, el Tesoro y la Necesidad… La puerta siempre nos introduce al viaje, al Misterio. La puerta en la capilla de Siles, es un símbolo dinámico que nos invita a traspasarla, es sugerencia al viaje hacia el más allá. Es la llamada a penetrar en lo sagrado y dejar atrás lo profano.
Para la ciencia hermética abrir una puerta siempre conlleva un riesgo pues, aunque no la atravesamos o la volvemos a cerrar a continuación, la visión de lo que hay detrás no se borrará nunca de nuestra mente, la tendremos presente hasta nuestro fin.
Si se compara la vida a un viaje, la sirena-harpía personifica las emboscadas nacidas de los deseos y las pasiones, de las creaciones de lo inconsciente donde se dibujan las pulsiones oscuras y más primitivas del ser humano. Es preciso aferrarse como Ulises a la dura realidad del mástil situado en el centro del navío –lo cual representa el eje vital del espíritu-, para defenderse y no caer arrastrado por las ilusiones de la pasión desatada que despiertan las sirenas.
Sencillamente, la sirena-harpía, es imagen de la mujer-tentación, de la cortesana, sinónimo de la lujuria, una auténtica mujer-sexo, tal como se puede apreciar en la pilastra izquierda, con las piernas abiertas, ofreciendo el sexo en un gesto de increíble procacidad y realismo. Símbolo de la atracción sexual, que hace del hombre un juguete en sus manos. La sirena-harpía es, asimismo, representación de la codicia, del fraude y la falsedad.
Nos deja claro, la pilastra derecha, vuelve a mostrar la sirena-harpía, pero ha variado radicalmente. Ya no se muestra desvergonzada, pero las serpientes de sus brazos son más grandes y agresivas. No es la mujer-sexo, sino la mujer-codicia, símbolo de la avaricia. Este significado viene reforzado por las cabezas de lobos, atributo de la Avaricia.
No cabe duda de que el significado espiritual de las sirena-harpía, se relaciona directamente con la feminidad y la seducción. Representa también el poder femenino. La libertad de la mano del goce, la ferocidad para defender su territorio, la fuerza natural.
Los muros de este convento (Convento de San Francisco – 1267), que guarda la capilla de Siles, fueron testigos de historias de ambición, traición y venganza. Y también de amor, sexo y.… muerte. En la capilla jerezana de Siles, es preciso tener ojos para verla, inteligencia para comprenderla y alma para admirarla. Está llena de secretos —digo—, ¡de maravillosos secretos! El día que sepa al completo lo que quieren decir… ¡Dios mío! ¡Qué lujuria chispeante!