Hijos y nietos de colonos de El Palmar, Antonio Rodríguez y Teresa Rodríguez son los actuales regentes de Casa Juan, uno de los restaurantes más antiguos de la playa vejeriega que ha conseguido a base de mucho esfuerzo y mejor comida entrar en el pódium de los restaurantes obligatorios si uno pasa por la provincia de Cádiz.
El establecimiento tiene su origen en los años 70, cuando Juan Rodríguez 'padre' empezó a poner unos chocitos en la playa. "Él se crió aquí atrás en un cortijo, eran (y son) 13 hermanos", explica Antonio. Tras una época buscándose la vida entre Barbate y Conil, sobre el año 70 abrió un chiringuito en la playa. "El tío Curro también montaba unos chocitos de paja, como unos chiringuitos que la gente alquilaba por temporadas para dejar allí las cosas. Imagínate, en aquella época veías a alguien aquí y la próxima persona venía andando por La Torre", dice Antonio. "No tiene nada que ver con hoy", añade Teresa.
Estos dos hermanos llevan 15 años al frente del negocio y hace tres realizaron una gran reforma, adaptando el interiorismo del local a una estética más contemporánea y reformulando la carta para acompañar a esta nueva filosofía. Eso sí, ofreciendo la misma calidad y servicio. El restaurante siempre ha llevado la línea de producto fresco, pescados de la zona de Conil, arroces, atún rojo de Barbate, carne de retinto y mariscos de Huelva. "Con el cambio queríamos que fuera todo bonito: el mismo producto pero con más diseño y platos más cuidados". ¿Y cuál es el plato estrella? "Según los clientes, el arroz con carabineros", asegura Teresa. "También se saca mucho el tartar y las albóndigas de langostinos", añade Antonio.
¿Cuál es el secreto? "El producto", responde contundente Teresa. "Y la buena relación calidad precio", añade Antonio. En el chiringuito originario, el padre trabajaba más el pollo de campo, la ternera en salsa o las sardinas. Esto quizás motivado porque El Palmar por aquellos años no era un asentamiento de mar, los colonos se dedicaban a la agricultura. "Yo creo que la gente no echaba cuenta a la playa. La gente aquí trabaja en el campo y no iban ni a la playa. Cuando expropiaron todos estos terrenos, nadie recurrió porque no sabían ni leer", explican.
Casa Juan abre 10 meses al año. Teniendo en cuenta que la población estable de El Palmar es de 3.000 personas — llegando a las 25.000 en verano— , y que hasta hace 30 años esta playa era una gran desconocida y hasta hace 20 seguía plenamente salvaje, conseguir trabajar durante casi todo el año es un gran triunfo. "Esto ya no es lo que era antes, si estás abierto trabajas casi todo el año", cuenta Teresa. De hecho, un martes de abril lluvioso, tienen reservas para 40 comensales y han tenido que derivar a unos clientes de última hora a una a una zona de gastrobar que tienen arriba.
Sobre el auge turístico de los últimos años, los regentes de Casa Juan lo ven como algo positivo siempre y cuando se hagan las cosas con cariño y calidad. "Creo que es bueno. Eso sí, estoy por la labor de que se haga en condiciones, que si se monta algo se haga bien", explica Antonio. "El Ayuntamiento nos dijo que habíamos hecho muy bien en reformar el restaurante porque así la gente se anima, y quien quiera competir, tiene que hacerlo bien", añade.
Los dueños del restaurante de moda son dos palmareños convencidos: "A nosotros no nos echan de aquí", dicen entre risas. "Yo esto no lo cambio por nada", cuenta Teresa. "El surf ha dado mucha vida a El Palmar. En los días de invierno se nota esto super ambientado y es un turismo que engancha". De hecho, Casa Juan es uno de los negocios que han podido remontar la pandemia: "Abrieron las puertas y fue un no parar", aseguran los regentes momentos antes de recibir a 40 comensales dispuestos a disfrutar de la mejor cocina gaditana. Entre ellos, los trabajadores de la Venta Pinto, que un día al año cierran las puertas de su restaurante a las faldas de Vejer para venir a la costa palmareña, a disfrutar de los pescados, albóndigas y arroces de Casa Juan.