Panadería, pastelería, cafetería y heladería. Coco Café, el establecimiento que se hizo un hueco a las afueras del centro de Jerez, lo tiene todo. Hace un año, Raúl y Yaneli emprendieron en el mundo de la hostelería por primera vez, y pusieron todo su empeño en dar vida a un local diferente. El matrimonio se percató de que a la ciudad le faltaba este tipo de cafeterías que van más allá de lo tradicional y no dudaron en abrir sus puertas. “Nos ha pillado de pleno la pandemia, tienes que estar un poco loco para invertir en estos tiempos que corren”, reconoce Raúl, el propietario que tiró para adelante con ilusión.
El nombre de este rincón acogedor surgió “en un viaje con mi mujer a la República Dominicana, visitamos varios locales y uno de ellos se llamaba así, me resultó corto y pegadizo para que los clientes se acuerden y se quede grabado”, comenta el jerezano que tiene pensado montar una franquicia con presencia en otros lugares.
Paredes de piedra blanca crean una atmósfera singular en la que la luz natural se cuela por unos grandes escaparates. En su interior, Coco Café presenta “una decoración mezclada con un toque industrial, pero a la vez moderno”. Así lo define el dueño, que cuenta como algunos clientes “me dicen: -Me ha venido un flash, parecía que estaba en Alemania o Francia”, precisamente de este último país procede parte del mobiliario de este lugar con aire actual y diseño innovador.
En una esquina del local, se halla un sofá de caoba del siglo XIX en el que se llegó a sentar la mismísima Isabel II de España. Raúl lo rescató de una subasta y contó con la creatividad de los decoradores Paul and Pica para tapizarlo con una tela colorida. Así, los curiosos pueden tomarse un respiro en una reliquia histórica de lo más curiosa.
Los recovecos de Coco Café también están adornados con frases motivadoras como “Colecciona momentos y no cosas” o “buenos días”. “Mi intención es que cuando estés dentro, si tienes un problema, leas una frase y te haga pensar, y si vienes con algo negativo lo dejes en tu casa y te transportes a un momento de relax”, explica Raúl que cuida todos los detalles para que los clientes “disfruten de la estancia y estén a gusto”.
El local está pensado para charlar un buen rato o trabajar desde la barra con enchufes, ya que está insonorizado, “es el sitio ideal para ir a tomarte un cafelito a contar tus cosas, aunque esté lleno no hay ese estrés que te encuentras en muchos sitios”, comenta Raúl que además de poner énfasis en la decoración, también buscó productos exclusivos.
“Le vamos dando un toque nuestro personal, intentamos tener una variedad, que vayas y encuentres de todo”, explica el jerezano convencido de que “la clave del éxito es ofrecer al cliente un producto fresco, diferente y a buen precio en un lugar bonito”.
Convertido en un espacio para las confidencias con una buena taza de café en la mesa, el establecimiento ofrece una carta elaborada por el chef ejecutivo Iván Vera, del hotel Elba Costa Ballena, “completamente abierta” para cualquier momento del día, aunque su punto fuerte son los desayunos y las meriendas. Para empezar la mañana proponen unos huevos benedictinos, huevo revuelto con salmón y aguacate, ensalada de fruta, cereales y tostadas de diferentes panes, de maíz, de chía, de centeno, de pasas y nueces o de espelta. Además, de churros con chocolate, una opción que han incorporado recientemente.
“Realmente me gustan las cosas innovadoras y diferentes, no opto por lo tradicional, un mollete con jamón te lo encuentras en cualquier lado, yo le doy una vuelta, intento que me hagan un mollete especial”, añade Raúl que resalta el aguacate como uno de sus productos estrella.
A la hora del almuerzo, destacan las pizzas, los espaguetis, los wraps, los sándwiches o “una hamburguesa exclusiva 100% ternera con una salsa nuestra especial y con patatas naturales”. El propietario asegura que están potenciando la comida, pero no pretende convertir al Coco Café en un restaurante porque “perdería la esencia”.
Al caer la tarde, a los amantes del dulce se les hará la boca agua nada más echar un vistazo a las tartas caseras, brownies, biscochos y palmeras que reposan en una vitrina que salta a la vista. “Siempre vamos buscando cosas diferentes que puedan atraer y si gusta lo dejamos, por ejemplo, hoy hemos probado muffins de yema con chocolate”, comenta Raúl que también alude al café como uno de los elementos que identifican al local.
En sus coquetas mesas, los curiosos podrán tomar un Geisha, una variedad de café originaria de Panamá. “Mi cuñado es tostador y nos ha hecho un blend, una mezcla con un porcentaje bastante alto de este café que es uno de los más exclusivos del mercado”, explica el dueño que invita a probarlo al ser una propuesta personal.
Raúl y Yaneli intentan mejorar cada día reinventando su oferta para los paladares de todo tipo de público. En las sillas del local se sientan “desde las amigas de 50 años que se reúnen por la mañana hasta las madres y profesores del colegio hasta un matrimonio que pasa con su hijo pequeño”.
Desde el primer momento, el matrimonio ha apostado por una carta muy amplia y “la verdad es que está teniendo bastante aceptación, en verano ha funcionado bastante bien”, reconoce Raúl, que seguirá dándole vueltas a su cabeza para incluir en su cafetería novedades que se salgan de lo común.
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