Viernes por la noche. En un pequeño local del centro de El Puerto resuenan los acordes de La Flaca de Jarabe de Palo y la voz de Loquillo cuenta que sigue sentado en un “viejo Cadillac segunda mano”. Bajo la mirada atenta de un zorro disecado, Pilar Poza, conocida como Pilu, lleva preparando cocteleras de chupitos desde 1994, año en el que dejó Madrid para montar este negocio.
El despegue de este pintoresco lugar fue posible gracias a Jose Luis Bermúdez de Castro, tío de Pilar y gerente del Palacio de Hielo de Madrid. “Fue él quien me dio la caña para poder pescar y las alas para poder volar”, asegura la dueña de este bar que comenzó siendo la típica tasca de antaño. Más tarde, se convirtió en la chupitería portuense por excelencia, que presenta una decoración tematizada y fotografías de clientes de todos los tiempos. “Los indios americanos me molaban, su amor por la naturaleza, su forma de vivir”, expresa.
Big Bamboo fue el nombre elegido en un primer momento, en honor al bar de reggae que poseía su hermano en la playa de Mazarrón. Sin embargo, al poco tiempo de abrir, Pilar descubrió que “en jamaicano significa gran polla”. Su abogado le propuso que lo cambiase, y entonces, pasó a denominarse Grand Bamboo. “Muy poca gente con un bar de copas aguanta 26 años”, comenta la dueña, donde “los padres que venían de jóvenes se han encontrado a sus hijos”. Desde siempre, en este punto de encuentro para varias generaciones se ha escuchado pop español de los años 80, y pese a ello, siempre ha estado lleno de jóvenes.
Pilar asegura que, a veces, “los de su quinta” se han sorprendido por ello: “Los mayores se preguntan cómo puede venir gente joven con este tipo de música si tendría que tener el local lleno de cincuentones”. Otra de las singularidades de la emblemática chupitería es su carta, compuesta por 102 chupitos distintos de nombres tan singulares como ¿Dónde está mi coche?, Cojón de mamut, Mamazo, Tócame los huevos, Sangre de diablo o Quitabragas.
Pilar siempre se ha preocupado de satisfacer a su clientela buscando las bebidas más exóticas, y también se preocupa por ella a la hora de afrontar la nueva normalidad. “Estamos intentando tomar todas las precauciones posibles, el juego de los dados, que determina el precio de la copa, lo hemos quitado por el tema del contagio a la hora de tocar el cubilete y limpiamos las mesas y las sillas constantemente”.
Además, se ha reducido el aforo a 15 personas, una cifra que a Pilar le “sigue pareciendo una barbaridad”. La madrileña añade que “el control del aforo da lugar a que se junte mucha gente en la calle esperando a que salgan los de dentro, y es muy complicado, no te puedes poner a malas con la gente”.
Ante esta situación, este verano Poza ha aprovechado la apertura de su nuevo bar Las Tablas, situado junto al Grand Bamboo, para disolver las aglomeraciones. De esta forma, aquellos que deseen degustar sus chupitos, tendrán que desplazarse al nuevo establecimiento, que cuenta con una amplia terraza y una ventilación óptima, además de vinos, montaditos y varios tipos de cerveza.