La historia de 'El Gallego', el prestigioso jefe de cocina de la añorada Venta Antonio de Jerez

Manuel Martín Villanueva, de 82 años, fue uno de los grandes artífices del auge que tuvo durante muchos años el mítico establecimiento. Ganó un premio nacional de cocina y dos Estrellas Repsol.

Manuel Martín Villanueva, el que fuera jefe de cocina de la Venta Antonio, en una imagen de hace décadas y en otra reciente.

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Su pasión por la cocina le vino prácticamente desde la cuna y más de media vida ha estado dedicado a los fogones. Manuel Martín Villanueva, más conocido como El Gallego, fue el prestigioso jefe de cocina de la mítica y añorada Venta Antonio, que estaba situada en la carretera de Sanlúcar, a pocos kilómetros de la entrada a Jerez. 

Una venta a la que Manuel llegó de la mano de Antonio García Archidona, el fundador de este establecimiento, tras haber trabajado juntos en la Venta Los Naranjos. Poco a poco, gracias a la calidad de sus productos y a la cuidada elaboración de sus platos, la Venta Antonio se fue haciendo con una clientela importante, convirtiéndose durante años en uno de los restaurantes referentes en la ciudad. 

Durante más de tres décadas, Villanueva estuvo como máximo responsable de la cocina, aunque a él nunca le gustó que le tratasen por encima de nadie. "Él siempre ha dicho que era uno más, igual que el resto", comenta su hijo Borja Villanueva a lavozdelsur.es

Lo de El Gallego le viene por los años de su infancia que pasó en tierras gallegas. De pequeño, sus padres se fueron para el norte y cuando regresaron, Manuel tenía 13 o 14 años. 

'El Gallego', en dos imágenes de sus tiempos como jefe de cocina en la Venta Antonio.

Sus pasos laborales los fue dirigiendo hacia el mundo de la cocina hasta convertirse en un cocinero con una gran reputación. En el año 1991, en la primera edición de Hostelsur en el recién inaugurado Ifeca, este profesional se hizo con el primer premio a nivel nacional con una hurta a la roteña. También fue reconocido tiempo después con las por entonces llamadas Estrellas Repsol, conocidas hoy como Soles Repsol. Hasta su jubilación estuvo llevando el control de la cocina en la referida Venta Antonio. Padre de cuatro hijos, la vida le dio un duro revés hace más de dos décadas cuando perdió a uno de sus hijos en un accidente de tráfico. 

Ahora, a sus 82 años, no pasa por el mejor momento de salud. Los achaques de la edad, que han llegado para no marcharse. Aunque hace ya tiempo que colgó el delantal, son muchos los comensales y amistades que no olvidan su trayectoria profesional. 

"Todo el mundo me habla de él, me dicen que era un enorme trabajador, un gran cocinero y una buenísima persona", apunta Borja, que con estas palabras quiere de alguna manera "homenajear a mi padre, que está mayor y se merece que se recuerde de alguna forma su gran carrera como cocinero, como padre y como persona". 

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