La etiqueta foodlover cuenta con casi 57 millones de llamadas en Instagram, la red social de las fotos de comida, el postureo y los posados imposibles. Jaime Iturrioz, que puso rumbo a Londres hace años desde su Cádiz natal buscando oportunidades tras graduarse en Economía, teletrabaja ahora en una empresa enfocada al big data. Con apenas 30 años, en su quehacer diario, más que los datos, sabe bien que lo que importa es qué hacen las grandes corporaciones con esos datos y cómo, por ejemplo, son capaces de anticiparse a qué será tendencia.
Su negocio, surgido de la mano de otros tres amigos gaditanos de toda la vida, Manuel Romero, Dani Daex y Jesús Alberto Muñoz, todos millenials, todos especialistas en algún campo que atañe al proyecto, ha abierto recientemente en Chiclana, en la calle Ostión de La Barrosa, bajo la premisa de: si todo el mundo sube sus fotos de comida a Instagram, pongámosle en bandeja el post con originales creaciones culinarias de aquí y de allá listas para compartir. Eso sí, con fundamento.
“No queríamos simplemente diseño o algo vacío, queríamos un buen menú de algo diferente y con calidad”, especifica tajante Iturrioz. De entrada, el nombre hace un guiño al concepto, pero también a la Tacita de Plata, de donde proceden sus impulsores: La Influense. En un chalé en La Barrosa ya contaban con un local de copas, La Favela, y ahora querían probar en el terreno gastro, un filón que parece no parar de crecer. Así surge la idea de un negocio hostelero que lleva apenas un mes abierto y que ya corre como la pólvora por las redes sociales, especialmente Instagram, de la provincia de Cádiz.
Como Iturrioz, que en Londres empezó llevando bandejas y al año y medio ya trabaja en un estrella Michelin, Romero, con 33 años, empezó con 14 años repartiendo flyers en discotecas de Cádiz. Desde abajo, este prototipo de hombre hecho a sí mismo regenta ahora un puñado de locales de ocio nocturno que se expandan desde la Punta de San Felipe a El Palmar. Además, el año pasado apostó por la vertiente gastronómica abriendo un par de locales de la red de franquicias de Tuk Tuk Noodles. Ahora llegaba el momento de estrenar algo propio en clave culinaria. Confiesa que duerme seis horas porque su hiperactividad no le deja más tiempo y casi recién abierto el negocio, ya piensa en ampliarlo como red de franquicias por Málaga, Sevilla o Madrid. "Lo tenemos en mente, claro que sí, poquito a poco, pero no es difícil", dice.
En una enorme pared del local, con amplio espacio al aire libre, decoración extravagante y colores pastel ochenteros, una imagen de Jorge Cremades caracterizado con una de sus pelucas preside el establecimiento. Cremades es uno de los youtubers más influyentes del país y está detrás de La Influense. “Es amigo y, bueno, le pedí que se ocupara de potenciar la imagen del restaurante”, cuenta Romero, Lolo como le conocen todos. Ellos defienden que La Influense es “para todos los públicos”, aunque a más de uno los nombres de los cracks de las redes sociales de hoy en día les suenen a chino
"Soy de la generación que se ha comido dos crisis, y quién sabe qué más, pero soy de los que apuestan y son positivos"
“Aquí está viniendo gente de 50 años que repite porque la comida le sorprende, eso buscábamos, no solo ceñirnos a un perfil exclusivo de público”, defienden. El culpable de ese apartado es el cocinero José Alberto Muñoz, otro treintañero gaditano, formado en la Escuela de Hostelería de Cádiz en 2005, que ya ha tenido tiempo de abrir negocios propios, Lata-Barra, y ganar premios como el del mejor bocadillo de España o el de la ruta del atún en Barbate. Muñoz comparte apellido con Dabiz Muñoz, padre de la cocina callejera y desenfadada que él recrea en sus fogones: sabores cosmopolitas, bocados canallitas, elaboración al momento y salsas cien por cien caseras.
El descaro de su cocina se revela en la ensaladilla que llaman De Moscú a Barbate, con la base tradicional de ensaladilla rusa y un tartar de atún con wakame y huevo frito; o con El guiso gaditano que emigró de Francia, donde un cruasán de mantequilla recién horneado se rellena con carne al toro y mouse de foie. “Es el estilo de comida en el que me siento más cómodo, me gusta mucho la fusión de culturas y sabores, dulces, salados, crujientes…”, argumenta el cocinero de La Influense, tan capaz de traer el sabor de Un freidor en Pekín —pan bao con adobo frito— o de liarla con su Oh my God, una hamburguesa de tres tipos de carnes, 180 gramos y una salsa rosa de lima especial que se ha convertido en una de las estrellas, con permiso de la lasaña La Influense, de la carta. Hay pokes, son pizzafollowers, y en breve empezarán también a repartir a domicilio en esta zona de Chiclana que ya empieza su temporada alta.
¿Y eso de apostar en pandemia? "No queda otra, da un poco de miedo, pero creo que hay que ser positivos y tirar para adelante. Ya no es solo la pandemia, es la posible crisis que venga a nivel económico, pero en negativo no vamos a ningún lado. Cuando está la ola no es buen momento para apostar, soy de la generación que se ha comido la crisis de 2008 y ahora la pandemia, y quién sabe qué más, pero soy de los que apuestan y son positivos, el que no arriesga, no gana", proclama Iturrioz, que "no quería quedarme en simple banquero, me va el riesgo". A su lado, Romero asiente: "Empezar en pandemia ha sido lo más duro de todo, pero estamos acostumbrados a los retos". "En febrero pasado empezamos las catas, vimos qué funcionaba y qué no, y aquí estamos ahora, estoy super feliz", dice este verdadero joven influencer de los negocios hosteleros en Cádiz.
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