Calaveras y sombreros mexicanos adornan un restaurante de la avenida Nuestra Señora de la Paz de Jerez que se ha ganado el cariño del público. La comida casera típica de México es el estandarte de Los Manitos, un rincón internacional que el 27 de abril de 1992, justo antes de celebrase la EXPO, llevó, por primera vez, los nachos y las fajitas al Sur.
El local que lleva 31 años al pie del cañón, gracias al cuidado y esmero del matrimonio José Antonio López y Dalila Donaire, fue pionero en desvelar un nuevo mundo de sabores.
Todo comenzó cuando el jerezano, hostelero en pubs desde muy joven junto a su padre, decidió montar su propio negocio tras pasar por los fogones de los mesones de Osborne, El Patio o el Chinini. “Desde pequeñito siempre me ha gustado el picante”, confiesa mientras se remonta a los inicios de uno de los primeros restaurantes mexicanos que acogió la ciudad.
“Desde pequeñito siempre me ha gustado el picante”
En aquella época José Antonio, con 26 años cumplidos, conoció al mejicano Ricardo Sandoval y se hicieron socios. “El primer año estuvimos juntos y toda la comida la hacíamos la familia de Ricardo y nosotros”, cuenta refiriéndose a su mujer Dalila, hoy en día, la única persona que entra con él en la cocina.
Al año de la inauguración la pareja continuó la aventura por su cuenta y buscó unas manos autóctonas del país apostando por la autenticidad. Llamaron nada más y nada menos que a la entonces cocinera de la embajada de México en Madrid, Guadalupe Alviso.
“Al principio a la gente le costaba un poquito de trabajo”
El restaurante dio sus frutos, aunque los inicios no fueron fáciles. “Al principio a la gente le costaba un poquito de trabajo aceptar un mexicano, y más en un Jerez. Hemos ido adaptando la comida, por ejemplo, el cilantro se le echa a casi todo, pero aquí no gusta”, explica el jerezano que recibió muchas llamadas de Almería, Sevilla o Huelva con propuestas para montar una franquicia. Una idea que rechazó en múltiples ocasiones.
Al matrimonio le gusta elaborar los platos caseros con sus propias manos, además de ofrecer un trato cercano. Por eso mismo nombraron al proyecto Los Manitos, en honor a cómo querían hacer sentir a las personas que entraran por la puerta. “Allí es muy común llamar manito a un hermano, es una forma de darle confianza a los clientes”, dice José Antonio mientras Dalila prepara algunas de las propuestas de su carta.
En un salón decorado con toques navideños propios de la época se observan pinturas y esculturas hechas por el hermano de ella, el artista jerezano Balcris, con experiencia en otros restaurantes y hoteles.
A veces, entre las mesas también se distingue al hijo de Dalila y José Antonio “con un carisma muy especial” -Marcos fue el primer niño senegalés adoptado en España. La familia al completo se encarga de mantener la filosofía que les ha llevado a ser referente durante tantos años. El secreto a voces son sus platos.
La estrella por excelencia –“que no se puede quitar nunca de la carta”- son los nachos completos, a modo de los antojitos que en México funcionan como tapas. Las tortitas redondas están hechas con maíz que ellos mismos siembran y están acompañadas de una crema de frijoles, carne desgrasada, salsa con tomatillos, sour cream y guacamole.
“Tenemos muy buena relación con la embajada, cuando vienen los mejicanos nos llaman, por ejemplo, hacemos comida para los barcos que vienen a Cádiz y llevamos nachos a la Escuela de Arte Ecuestre”, cuenta a lavozdelsur.es.
“Tenemos sembradas hasta 19 clases distintas de pimientos naturales”
Otro de esos platos clásicos es la fajita de pollo con barbacoa ahumada, queso cheddar y una guarnición de verduras, arroz y frijoles. Pero los jerezanos, enamorados de la cocina en general, también se atreven con otras opciones como la ensaladilla de Moscú a Barbate.
Dalila enumera los ingredientes de la receta: patata de Sanlúcar, mayonesa, alga wakame, atún marinado, huevo frito, queso cheddar y carne de ternera. “Intentamos hacer platos nuevos todos los días y adaptarlos para que siempre haya algo fuera de carta”, dice José Antonio desde el local que también ha cautivado el paladar de muchos cantantes.
Paloma San Basilio era cliente fija y a Alejandro Sanz le sorprendió Los Manitos gratamente. Según comentan, el artista pidió a su mánager que localizara unos pimientos muy especiales con el fin de abrir su garganta. “Tenemos sembradas hasta 19 clases distintas de pimientos naturales”. Así que la estrella no dudó en probarlos y, después, tomar margarita para aliviar el pique.
Los Manitos guardan anécdotas de todo tipo entre sus paredes. Tantos años dan para mucho, y los que quedan.