Montar una cocina artesanal donde se elaboran conservas vegetales y ecológicas no era el único objetivo de la isleña Susana Espinosa hace cuatro años. Su idea de sacar adelante una cooperativa iba más allá. En 2016 junto a su marido Damián pensó en Contigo, una empresa de inserción laboral que brinda la posibilidad de dar un espacio a los que no lo tienen fácil a la hora de encontrar trabajo. “Empezamos a darle una vuelta a ver qué podíamos organizar y qué productos se podían sacar al mercado que supusieran puestos de trabajo entre las personas en riesgo de exclusión”, explica la propietaria, de 46 años, residente en El Puerto.
Después optaron por la elaboración de conservas artesanales. Pensaron que era una buena forma de hacer que “la persona que participe en la elaboración tenga un poquito ese orgullo de haber creado un producto de calidad, saludable y sostenible”. Susana se adentra en una nave del polígono de Fadricas de Puerto Real donde cada mañana, desde una cocina equipada, prepara mermeladas, salsas o patés. Es su nueva ocupación desde que en febrero de 2017 el proyecto viese la luz. Por entonces, llevaba 20 años trabajando como licenciada de Administración de empresas, al igual que Damián.
“Siempre por cuenta ajena, ya tenía ganas de hacer algo que no fuera solo para mí, veía que había mucho paro, sobre todo entre las mujeres sin formación, esa imposibilidad de llegar a tener un contrato de trabajo como podemos tenerlo lo demás”, comenta la que se dedicaba a un sector diferente, mantenimiento aeronáutico, “nada que ver”.
Su persistencia por sacar a adelante “algo que sirviera para ese sector de la población que no podía salir de ahí” les llevó a poner en marcha esta iniciativa que busca generar puestos de trabajo e integrar a los que no han tenido la oportunidad de formarse. “Una persona que a lo mejor no tiene estudios puede venir, estar trabajando con nosotros unos meses y ya luego empezar a ser más independiente”, sostiene la dueña, que tiene un acuerdo con Cáritas para trabajar con las personas que se acercan a su programa de empleo.
La organización lleva a cabo cursos de cocina a los que se inscriben los empleados que luego tienen la posibilidad de optar por sumarse a la cooperativa. “Una vez me invitaron a uno de los cursos y les preguntaron: ¿Por qué os habéis apuntado? Y uno de los chicos decía: Es que no tengo nada en el currículum”, recuerda Susana con motivación para cambiar la realidad. Sus ojos han visto cómo generaciones de familias han utilizado los servicios de Cáritas. Desde la empresa buscan hacer ver a los usuarios “que también hay otra salida”. En estos momentos, Susana trabaja junto a una chica de 25 años que tenía muchas dificultades para acceder al mercado laboral. “Al no tener una formación terminada, nadie le daba empleo”, explica.
"Cuando se habla de inserción laboral se piensa nada más en la persona que viene con un problema de droga o que haya salido de la cárcel, pero aquí no ha sido el caso"
La isleña reflexiona sobre la situación de las personas que suelen acercarse a la cocina de la nave. “Cuando se habla de inserción laboral se piensa nada más en la persona que viene con un problema de droga o que haya salido de la cárcel, pero aquí no ha sido el caso, hasta ahora han venido mujeres que no han tenido acceso a una formación específica, tienen familias y necesitan salir adelante”. El eco de sus palabras resuena en el espacio donde Susana desarrolla su actividad y por el que pasan también mujeres más mayores “que al no tener estudios están abocadas nada más al típico trabajo del hogar, a cuidar personas mayores, a limpiar, son trabajos en los que rara vez se les da de alta”. Según ella, solo acceden a empleos que forman parte de “esa economía sumergida que tenemos tan grande”.
Contigo nace para cambiar la dinámica. Así Susana dejó la oficina para meterse en los fogones, ahora con medidas muy restrictivas por la pandemia, y Damián se dispuso a llevar las redes y los contactos con el exterior mientras que otra persona se encarga del almacén y la preparación de pedidos.
Desde la cooperativa también entablan lazos con productores de la provincia de Cádiz. Su cocina funciona como obrador para elaborar sus conservas. “Este verano, varios de ellos se acercaron a nosotros porque tenían excedente de las hortalizas como el tomate, el calabacín, la berenjena. Reconvertimos todas esas hortalizas que no iban a tener venta en el mercado porque se estropean, hicimos una serie de conservas y ahora ellos las van a poder vender a lo largo del año”, detalla la isleña que siempre ha tenido la intención de trabajar con empresas locales y pequeños productores que a veces no dan abasto y les encargan los tarros para luego venderlos bajo su marca.
Susana muestra tarros de diferentes tamaños que contienen mermeladas con azúcar de kiwi, mora, cereza, arándanos o manzana, mermeladas sin azúcar añadida de los mismos sabores, y patés, salsas, tomate seco de aceite de oliva o sobrasadas. “Tenemos tres líneas de conservas vegetales, con lo cual a partir de ese momento todos nuestros productos son veganos, no hay otra”, explica la que va ampliando el catálogo con nuevas creaciones.
Todos los productos están preparados sin colorantes, sin conservantes y sin gluten y cuentan con el certificado ecológico que les otorga la hoja europea. Según la dueña, “toda la materia prima que se compra tiene que estar certificada ecológica en origen, toda la producción, ya sea algo que compras envasado como fruta o azúcar, lo que sea, y luego nosotros también tenemos que pasar una inspección de una entidad certificadora, en nuestro caso el CAAE”.
En la cocina de Contigo “no entra ninguna materia prima que no esté certificada ecológica”. Un inspector se encarga de supervisar la trazabilidad de los productos y da el visto bueno. “El derecho a llevar esa hoja europea en los tarros hay que pagarlo, pagamos a esa entidad certificadora para que nos ponga el sello”, afirma la que es miembro de la Red Agroecológica de Cádiz (RAC) y participa en los ecomercados de los Toruños y de Puertas de Tierra en Cádiz. Ella siente el apoyo de la asociación, un respaldo cuando se topa con experiencias que comparte con consumidores y agricultores. “El que no le ha echado nada a la tierra tiene que pagar, pero el que sí le ha echado algo no tiene que certificar nada”, reivindica Susana, que ya conversó con uno de sus clientes este tema. Se preguntaba por qué no pagan los que le echan de todo al producto.
La propietaria no lo entiende, pero se preocupa de tener todo en regla para que las conservas lleguen a buen puerto. Su venta se realiza a través de la distribución en tiendas de productos ecológicos, en pastelerías, fruterías, ultramarinos y en pequeños supermercados eco, que están en auge. Contigo tiene presencia en unas 100 tiendas de España, sobre todo en la provincia gaditana y en Andalucía, aunque también envían los tarros a Francia y a Bélgica.
La isleña señala una etiqueta de una de las mermeladas que reposan en una estantería del local. “Esta concreta va para Bélgica y tiene la complicación de que tiene que llevar dos idiomas, el francés y el flamenco”, apunta la que se sumergió en este mundo en el que avanza poco a poco manteniendo la conexión con otros como ella. Susana pone su granito de arena con un fin solidario, defiende el comercio justo y las oportunidades.