La décima edición de 'MasterChef' está apostando por mostrar a los telespectadores el lado más humano de los concursantes. En el programa emitido ayer por la noche, Adrián ofreció un momento cargado de sensibilidad cuando comenzó a hablar de su difícil pasado.
El joven bilbaíno de 28 años confesó durante la prueba de exteriores que había pasado una infancia y una adolescencia complicadas. "A mí me encanta mi barrio, pero al final si no pegas te pegan... el barrio es la calle y tienes que andar avispado", comentaba refiriéndose al barrio de Otxakoaga, una de las zonas más conflictivas de Bilbao.
Mientras cocinaba junto a sus compañeros y ante la atenta mirada de Pepe Rodríguez, el concursante prosiguió sacando a la luz la relación que tenía con su padre. "Le quiero con toda mi alma, pero tomó malas decisiones. Se mató en un accidente de moto. Le gustaba beber y cuando venía a malas, me tocaba".
Así, reconoció que "las peleas que tenía eran porque necesitaba desahogarme. Al final una se descontroló y acabé tres meses en prisión". El joven vizcaíno señaló que lo pasó muy mal durante su estancia en la cárcel. "Los días en que no venían a pedirte café estabas tranquilo, pero si venían... te pegaban. Me tuve que rapar y apuntarme al gimnasio para aparentar ser más chungo", aseguraba.
Además, se mostró arrepentido por todo lo que hizo en el pasado, especialmente por el sufrimiento que causó a su madre. "Me arrepiento de cuando me pegaba con la gente y de tener a mi madre en vilo. Las peleas me han arruinado la vida".
Por todo esto, el técnico instalador considera que el 'talent show' de La Primera es "una segunda oportunidad" y no quiere dejarla escapar. Adrián y su equipo, por cierto, vencieron en la prueba de exteriores y seguirán una semana más en el programa.
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