Un partido político es históricamente un sitio de reunión, de convivencia. Una de esas instituciones que congregan a parroquianos de toda índole, generacional. Y si hay un partido que en los últimos 50 años tiene ese elemento, es el PCE. Los comunistas, siempre al borde de la revolución, y al borde de ser un sindicato, mantienen un compañerismo que es diferente al de otras tradiciones políticas. Ser del PCE es como ser de una hermandad o un equipo de fútbol.
Por eso, en Sanlúcar de Barrameda, si había un partido con una sede activa tenía que convertirse en lugar de peregrinación gastronómica, si uno tenía que llevar a cabo esa evolución, era el PCE. O Izquierda Unida, desde los 80. Porque de tanto parroquiano que paraba, tanto militante y simpatizante que acudía al Barrio Alto, acabó evolucionando a clientela.
Primero, ese ambigú fue pasando de mano en mano entre militantes y simpatizantes. Un lugar donde tomar una cerveza o una manzanilla. Luego, evolucionó hacia el acompañamiento de la tapa. Y hoy sirven a pleno rendimiento a unas 60 personas en cada turno de comida.
Tomás Camacho se hizo cargo del bar en 2009, junto a su hijo Miguel Ángel, que acababa de quedarse parado como administrativo en una empresa de Chipiona, en plena crisis. "Poníamos la cerveza o el vino con la tapita gratis. Tortilla de gambas, pescaíto, todo regalado", recuerda Miguel Ángel. Hoy es él quien está al cargo y tanto su padre como su hermano, también Tomás, están en las mesas junto a un equipo de camareros y cocineros. Una empresa familiar.
Pero el bar no pierde su esencia. En la columna central del establecimiento, una foto icónica del Che Guevara, el líder guerrillero, que mira impasible hacia los comensales mientras degustan platos de la Costa Noroeste.
A un lado, una pareja vasca de vacaciones almuerza. Uno de ellos dice que sí votará a Sumar, la papeleta que este domingo engloba a Izquierda Unida. El otro, no. Pero da igual. Porque de lo que va esto es de pescado, a pesar de que se sientan debajo de cuatro retratos de históricos del PCE: Marcelino Camacho, Julio Anguita o La Pasionaria.
Ya desde la entrada del establecimiento, un cartel en favor de los derechos del colectivo LGTBIQ+, sobre las puertas del local. Y muchas referencias a líderes locales, como la nueva alcaldesa de Sanlúcar, Carmen Álvarez, cuyo cartel electoral del pasado mayo vigila también a la clientela.
"Aquí no se mira el carné de nadie", señala Miguel Ángel. "Aquí lo que se viene es a comer, a la gente no le importa lo demás". Preguntado por si cree que algo ayudó la popularidad del bar a que ganase las elecciones Álvarez, cree que no. "Si acaso, muy poquito, pero por venir aquí no vas a votar a Izquierda Unida, ni todos los que vienen votan a Izquierda Unida. Si no, habría ganado siempre".
En la carta, destacan las puntillitas, las acedías o los pimientos fritos. Miguel Ángel atiende a lavozdelsur.es en las horas de mayor rendimiento. "Con estas pintas... ¿así voy a salir en la foto?". "Más natural", le contestamos. Porque los pantalones los tiene bien enharinados, como enharinado sale mucho de lo que se sirve en esta sede, que es mitad bar, mitad freidor, acompañado también de tapas frías habituales como las papas aliñás.
Tomás, el padre, nos da un pequeño tour por el local. Porque detrás de la cocina, en una puerta al fondo junto a los baños, se accede a la sede del partido. Otro mundo. Mesas con ordenadores, cartelería, un atril para dar ruedas de prensa o realizar asambleas... Los dos mundos de Sanlúcar separados por una pared y una puerta.
El olor del pescado no llega a la sede, explica Tomás, "porque si no, es que olería a pescado y fritura entre las mesas. ¿A que no huele?", reafirma. Efectivamente. Una sede normal. Sin olor a pescado. El truco para un pescaíto sanluqueño es sencillo si lo explica Miguel Ángel. "Nada, un buen aceite, limpio, a buena temperatura, con una buena harina...". Como si fuera fácil.
Al respecto de qué puede pensar algún lector que no vea claro eso de que los comunistas coman pescado y marisco (porque la carta tiene también langostinos de Sanlúcar), Miguel Ángel piensa un segundo. "Barato no es porque barato no es el producto. Nosotros ponemos puntillitas a lo mejor a 12 euros, pero es que en estas fechas en Sanlúcar te las puedes encontrar a 38 euros. Aquí mantenemos buenos precios". Y va más allá. "No es barato, pero no es una comida de superlujo. Al final, todos somos iguales. ¿Por qué no podemos comer todos pescado?".
A la hora de publicarse el reportaje, faltan unas 48 horas para el cierre de las urnas por el 23J, las elecciones generales. Aún no tienen claro qué harán. Cuando hay asambleas, a veces las pasaban al lunes, el día de descanso, y si coincidían, o bien cerraban el bar hasta que los militantes acaben, o bien les dan otro espacio, un local que tiene Miguel Ángel cerca. La noche electoral "quizás cerramos por la mañana y abrimos por la noche, no lo sabemos. Normalmente, los domingos por la noche no abrimos, pero si hay elecciones, a mucha gente le gusta vivirlas aquí". Como la gran noche electoral donde a Álvarez le salieron los números. La suerte está echada. Y aquí, las acedías en la freidora.
Comentarios