El paisaje es cambiante. Y precioso. Cuando baja la marea, numerosas barcas, muchas de ellas de madera, descansan sobre el fango, y cuando está alta dibujan un cuadro marinero, con la Bahía de Cádiz al fondo, muy difícil de imitar. En Sancti Petri, la lengua de tierra de 80.000 metros cuadrados que sobresale de Chiclana y que habitaron los fenicios hace 3.000 años, hay un restaurante donde durante muchos años vivió quien cuidaba el faro del castillo cercano, una de las pocas viviendas de fareros ubicadas lejos del edificio, ya que en este caso se encuentra en una isla.
La casa del farero se llama el establecimiento que, junto a un centro de interpretación, vio la luz en 2016. “El 50% del restaurante son las vistas”, admite Remedios Rodríguez, más conocida como Meme, la jefa de cocina. “Son cuadros móviles, no tiene nada que ver lo que se ve con la marea alta, baja, con la puesta de sol o al amanecer… Todo eso tenía que reflejarse en los platos”, relata. Meme, malagueña de Cártama pero chiclanera de adopción, lleva tres años al frente de la cocina de un local donde el atún es el protagonista. “Vine a hacer una asesoría gastronómica, me enamoré del sitio y me quedé”, cuenta.
El establecimiento tiene platos como ostión de Chiclana con granizada de mojito y aire de lima, croquetas de atún encebollado, pastelas marroquíes con mojama de Barbate, el gozo de Melkart —tartar de atún rojo—, tarta de queso de la Sierra o postres con atún, entre otros manjares. Hasta un menú degustación de atún rojo, para el que hay que reservar, y que incluye una experiencia gastronómica que empieza en el centro de interpretación, traslada a los visitantes al castillo de Sancti Petri y acaba en el restaurante, degustando platos elaborados tras un showcooking, con Meme a los mandos. “Explicamos al cliente qué está comiendo y por qué”, reseña, “así se valora lo que se tiene en la mesa”.
“La apuesta pasaba por crear el mejor restaurante de la zona”, cuenta Israel Fernández, propietario de La casa del farero. “El centro de interpretación nos dio mucha información de la historia del poblado de Sancti Petri”, recuerda, y relata que “en nuestra era la primera almadraba de atún estuvo en Chiclana, en este poblado”, donde “llegaron la electricidad y el agua corriente antes que a Chiclana”. El museo cuenta con una moneda fenicia con la silueta de un atún, lo que los convenció para convertir este pescado en su “referente”. Meme Rodríguez, la jefa de cocina, agrega que apuestan por “un producto de cercanía”. Ella misma, natural de Málaga, no conocía muchos de ellos. “Somos vecinos pero no conocía la ortiguilla o la coquina de fango, que no tiene nada que ver con la de allí”, expresa.
La vuelta al trabajo tras el confinamiento ha sido “apoteósica”, en palabras de Meme, que cuenta que el establecimiento cierra en noviembre —hasta que vuelva a abrir en marzo— para así poder “reciclarse”. “Echamos muchas horas de trabajo, hay que parar para poder continuar. En el día a día no te das cuenta ni de lo que tienes en la carta, hay que ver cuales son los fallos, en qué tienes que crecer, qué tienes que quitar… Eso solo lo puedes hacer cuando frenas”, dice. Israel Fernández, el propietario, abunda en esta idea: “Cerramos para renovarnos y mejorar. Hay que salir de la rueda. La gastronomía se ha convertido en un arte que va renovándose continuamente”.
La casa del farero ocupa 433 metros cuadrados, entre el edificio principal, el centro de interpretación, el patio y la terraza, ubicados en terrenos de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC), que en 2015 aprobó la concesión administrativa a la empresa Alojamientos Oasis que regenta Fernández para los siguientes 30 años. La inversión inicial prevista era de 280.000 euros, pero finalmente se disparó hasta los 500.000 euros. Dos años después de su apertura, el propietario fue detenido e ingresó en prisión —algo que lavozdelsur.es desconocía en el momento de su visita— por supuesto blanqueo de capitales, de la que salió tras abonar la correspondiente fianza. El empresario estaba acusado de pertenecer a una supuesta red de blanqueo de dinero y de tráfico de drogas, por lo que varios de sus establecimientos fueron registrados por la Policía Nacional y la Guardia Civil, sin encontrar pruebas.
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