La panadería La Hoya es uno de los negocios más antiguos de Vejer de la Frontera. En 1948 abrió por primera vez en este local ubicado en la calle Santísimo, en el número 9. En 1975, el padre de Antonio Guerrero compró el establecimiento y decidió seguir la línea de trabajo de sus anteriores propietarios. Él se mantuvo al frente del negocio hasta 1990, cuando su hijo tomó las riendas de La Hoya.
Bajo su dirección, la elaboración del pan en el pueblo continuó corriendo principalmente a cargo de este establecimiento, pero en 2022 sufrieron un duro revés. A pesar de haber sobrevivido incluso a la pandemia del covid-19, una desafortunada racha de bajas laborales les llevó a afrontar la temporada alta bajo mínimos, por lo que en el mes de mayo tomaron la difícil decisión de cerrar.
Su despedida sobrecogió a todo el pueblo, ya que perdían uno de sus estandartes. Sin embargo, Pablo Acedo y Borja Lucena llegaron al rescate y el pasado mes de septiembre se hicieron con las riendas de la panadería para acometer su reapertura. Tal fue la alegría que causó esta vuelta que el propio alcalde de Vejer, José Ortiz, compartió una publicación en sus redes sociales mostrando su felicidad y orgullo porque los hornos volvían a encenderse en La Hoya.
Borja es el sobrino de Antonio, quien a su vez también es tío de la mujer de Pablo. "Ha habido un pequeño descanso, pero la saga familiar continúa", cuenta. Ambos tienen experiencia en el mundo del pan, ya que Borja regentaba una pequeña panadería en Vejer y Pablo había trabajado varios años en un prestigioso horno de Sevilla.
Este vejeriego de 29 años se forjó durante 7 en la capital hispalense -precisamente con el hermano de su actual socio- pero decidió volver cuando se le necesitó. Su objetivo es "mantener lo que había aquí antes", aunque reconoce que "también queremos implementar algunos cambios".
Para él, esta oportunidad es muy importante. "Tenemos muchas ganas de asentarnos aquí", asegura. Y, a priori, no les va a resultar difícil porque el pueblo se ha volcado con la vuelta al trabajo de La Hoya. "Aquí hay varias panaderías pero la más tradicional siempre ha sido esta. La gente está encantada con la reapertura", afirma.
Su obrador está provisto de hornos, cámaras fermentadoras y otra maquinaria que utilizan para realizar este trabajo que es incesante. El pan lo hacen por la noche y, en el caso del de masa madre -que han añadido recientemente a su oferta-, llevan a cabo su fermentación cada día.
Pablo, Borja y su equipo -han vuelto a contar con los mismsos trabajadores que estaban desde hacía 15 años con Antonio- manejan minuciosamente la masa para elaborar sus productos, todos ellos libres de elementos que no sean de origen natural. "Nuestro pan solo lleva harina, sal y agua. Nutricionalmente es un producto de muy alta calidad y con gran valor digestivo", insiste.
Igualmente, denuncia que "hoy en día al pan se le echan muchísimas porquerías y nosotros nos negamos a eso". Además, intentan utilizar productos de kilómetro cero para "poner en valor la calidad de lo que hay en Cádiz".
A este respecto hay que señalar que los propios vecinos valoran positivamente la llegada de estos panaderos porque consideran que su forma de trabajar la masa sin añadidos artificiales va a relanzar la calidad del pan de Vejer. Por algo La Hoya suministra a varios negocios de la localidad y todos se muestran muy contentos con el trato que les dan y, por supuesto, con el producto que se les vende.
En esta panadería elaboran bollos de masa dura -los más típicos de Vejer-, barras, teleras rústicas de 1,5 kilos picos de todo tipo, regañás... y también tienen una pequeña gama de dulces como magdalenas, bizcochos, tortas de sidra o rosquetes que "se venden a piñón en Semana Santa".
Junto al obrador está el despacho. Un espacio pequeño pero bien aprovechado que han reformado a su llegada. "Aunque la forma de trabajar la mantenemos, hemos modernizado un poco lo que se ve a simple vista", dice el panadero local.
Pablo reconoce que "este oficio es muy trabajoso" y explica de igual manera que "o te gusta o no duras aquí". Sin embargo, incide en que "a nosotros esto nos encanta. En mi caso, en Sevilla he disfrutado mucho y ahora aquí más aún".
Llevando apenas dos semanas abiertos, La Hoya no ha perdido ni uno de sus antiguos clientes. "Hemos mantenido los despachos, las tiendas de alimentación y otros negocios a los que vendíamos el pan antes. Se han alegrado de nuestra vuelta", cuenta orgulloso Pablo.
Por el momento, tan solo distribuyen pan fuera de Vejer a un restaurante en El Palmar, pero tiene pendiente ampliar su zona de influencia para empezar a comercializar sus productos por toda la provincia. "La idea es ampliar. Poco a poco pero queremos hacerlo". La mira está puesta principalmente en el verano. "Es la temporada alta y Vejer se llenará de visitantes. Para entonces tendremos que estar bien preparados", concluye.
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