Un chiringuito sin playa, pero con jardín: abre Maricastaña en Jerez

Este local se sitúa en mitad de un parque público, una instalación levantada usando y adaptando, a la 'andaluza', dos containers. Es restaurante y bar de copas a partir de la medianoche

Un chiringuito sin playa, pero con jardín. Foto de grupo de los empleados del Maricastaña con el encargado y el jefe de cocina entre ellos.
Un chiringuito sin playa, pero con jardín. Foto de grupo de los empleados del Maricastaña con el encargado y el jefe de cocina entre ellos. JUAN CARLOS TORO

Un chiringuito urbano, que a falta de playa, ha abierto en un espacio ajardinado público en el centro de una urbanización. Esta oferta hostelera que nace en Jerez, ofrece un espacio de unos 340 metros cuadrados que ocupa la terraza y el bar-restaurante. La instalación la han bautizado como Maricastaña, que alude a "algo muy remoto", aunque también este nombre tiene su historia, la de la gallega María Castaña que encabezó una protesta en el siglo XIV y que lideró una revuelta.

Seguramente, los emprendedores de este bar-restaurante no piensan en revoluciones ni en los tiempos pretéritos. Más bien en que suena bien. Abrió hace apenas una semana con la idea de ofrecer una alternativa que sabe a verano y a noches templadas en torno a un chiringuito. Se ha creado usando como base dos containers, que se han adaptado y decorado inspirándose en elementos andaluces y mirando a la azulejería sevillana.

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Nano, el cocinero, con una tortilla de camarones recién hecha.  JUAN CARLOS TORO

Para dar un toque especial, la terraza cuenta con mesas, sillas y mesas altas y una iluminación que ofrece dos ambientes, el de tarde y noche, hasta la hora de las copas, cambiando su tonalidad para darle más intimidad a todo el perímetro.

Enrique Ramírez Merello, encargado del negocio, cuenta que su puesta en marcha se estuvo madurando durante años por su progenitor, que es el propietario. “La idea era montar una terraza de verano a fin de aumentar la de otro negocio tenemos enfrente de este”. Así empezó a fraguarse lo que hoy es Maricastaña, hasta que el Ayuntamiento sacó a concurso la adjudicación de un espacio para restauración.

Maricastaña se sitúa en un parque ubicado en la calle Cobre, una zona verde que corresponde a una serie de bloques de viviendas que se denomina Entreparques. “Una vez que ya conseguimos la concesión, le fuimos dando vueltas al concepto y pensamos que podríamos, en vez de quedarnos solo con aumentar la terraza para verano, dar un servicio de comida”, explica Ramírez Merello.

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Enrique Ramírez Merello en el acceso a Maricastaña.  JUAN CARLOS TORO

Enrique desvela que las dos estructuras, antes dedicadas a la logística, se han adaptado para la hostelería, forrándolos de madera y decorado inspirando en elementos andaluces. La terraza está iluminada con tiras de luces colocadas a modo de paraguas, un suelo de parqué y todo adaptado para ofrecer los dos ambientes que se trabaja desde que abre hasta que cierra.

“Nos llevamos un largo tiempo para buscar el nombre del establecimiento; queríamos desvincularlo de los otros negocios que tenemos. En muy pocos sitios existen este tipo de bares. Los hay en otras ciudades que combinan la copa y la comida, pero no queríamos darle un enfoque fuera otro local más”, señala.

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El ambiente nocturno de este espacio.  

La base gastronómica y de vinos que se ofrecen son todos vinculados a la tierra, desde el jerez hasta la cocina tradicional jerezana y andaluza. Al frente de la cocina está Fernando Benítez ‘Nano’, bien conocido en el mundo de la restauración local y que maneja la plancha como pocos con las carnes y sus afamados pinchitos.

Enrique cuenta que han creado una amplia carta con entrantes, entre los que destacan los aliños más conocidos, platos fríos como el atún mechado, platos calientes con diferentes opciones de fritos incluido el pescado, carnes a la brasa, varios tipos de pinchitos y brochetas. Todo esto y más dan forma a la propuesta gastronómica de Maricastaña, que sigue la línea de lo clásico sin entrar en platos elaborados, estando en absoluta sintonía con la oferta chiringuitera de toda la vida. 

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Fernando Benítez 'Nano' junto a la vitrina de productos que se ofrecen en la carta. JUAN CARLOS TORO   

“Aquí en los platos ni se ponen cantidades pequeñitas, ni se decoran; es la de siempre”, asevera el encargado, que defiende esa propuesta en la que no hay que traducir nada y todos saben lo que se ofrece. Tanto es así que Enrique asegura que la acogida, desde la apertura hace unos días, “está siendo muy buena por el público de la zona con muchos vecinos que han quedado muy contentos en general porque dicen que esto le va a dar mucha vida durante el día”.

También valoran tomarse una copa, un aperitivo o cenar con los niños al tener todo el parque a su disposición: “Estaban deseando de que empezáramos para darle un poquito más de vida al barrio”, concluye el hostelero. La idea a priori es que no sea solo para el verano, que perdure todo el año adaptando la instalación a cada tiempo.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

Periodista.

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