Diez sitios para comer en Sanlúcar: de los clásicos a los últimos en llegar

La que fuera Capital Gastronómica en 2022 ofrece una rica oferta culinaria que abarca diferentes estilos, para agradar a todo tipo de paladares y bolsillos

Una paella de Lucero, uno de los diez sitios donde comer en Sanlúcar.

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Sanlúcar ofrece una variedad gastronómica podría decirse que apabullante. Por algo fue elegida Capital Gastronómica en 2022. De lo clásico a lo contemporáneo, ofrece todo tipo de propuestas. Por supuesto, el langostino —y todo tipo de mariscos— sigue siendo la estrella, pero hay ofertas para todos los gustos. Y bolsillos. 

Este artículo recopila solo diez establecimientos hosteleros, de las muchos que podrían elegirse, que abarcan diferentes estilos y ofertas para todo tipo de paladares. He aquí una ruta para adentrarse en la rica gastronomía sanluqueña, y en restaurantes con propuestas innovadoras, que vienen a revolucionar el panorama culinario de una ciudad donde es imposible quedarse solo con una.

Pescaíto frito de la taberna El Colorao.  

El Colorao

Desde finales de los años 30 del siglo XX, es decir, hace casi un siglo, El Colorao viene siendo un referente del buen comer, sobre todo, pescaíto frito. La familia Gálvez Sánchez gestiona uno de los establecimientos más puros de todo Sanlúcar, situado en la calle Sargenta, donde nació como tabanco. Su secreto es sencillo: cuidar su materia prima. Las papas de Sanlúcar y la fritura de pescado en todas sus formas son su especialidad. Y también el buen trato al cliente, “como amigos”. “Hay que entregarse. Si ofreces lo que cualquiera, no viene la gente”, contaban sus dueños a este medio. En vista de su larga vida, no parece mala fórmula. 

Casa Balbino, a rebosar.   MANU GARCÍA

Casa Balbino 

No se puede hacer una lista de lugares donde comer en Sanlúcar sin recurrir a los clásicos. La Santísima Trinidad sanluqueña pasa por Casa Bigote, Barbiana y Casa Balbino. Centrándonos en este último, es obligatorio degustar sus famosas tortillitas de camarones, pero también sus langostinos, el salmorejo o sus berenjenas rellenas de carne. Situada en la Plaza del Cabildo, Casa Balbino ha dado de comer durante su larga vida —pasa de los 80 años de historia— a numerosas personalidades, desde Rocío Jurado a Camarón o Steven Spielberg. Y también a innumerables lugareños y visitantes, que no se resisten a sus exquisiteces. Balbino lo gestiona ahora la tercera generación de una saga familiar hostelera que mantiene la esencia de sus lejanos orígenes. 

Marco Conte, con una pizza de Gozo Slow Food.  MANU GARCÍA

Gozo Slow Food 

En la tierra de la manzanilla y los langostinos, también hay lugar para otras apuestas gastronómicos que resultan muy interesantes. Como el restaurante napolitano Gozo Slow Food, ubicado en la calle Bolsa, cerca de la plaza del Cabildo, donde el chef Marco Conte elabora pizzas sanas con productos locales de gran calidad. “La pizza es un alimento conocido en todo el mundo, pero también el más prostituido porque se entiende por comida basura”, contaba a este periódico Conte, que reivindica sus orígenes, pero adaptando su carta a los productos de cercanía. De hecho, usa productos 100% sanluqueños para elaborar la masa de sus pizzas, que es “sana, clásica y contemporánea”. Unas exquisiteces que se salen de la clásica cocina local.

Taco con atún y piriñaca de Doña Calma.  MANU GARCÍA

Doña Calma  

Miguel, Gildo y José Hidalgo son los hermanos que están al frente de Doña Calma, un gastrobar situado en los soportales del Edificio Los Infantes, frente a la playa de la Calzada, donde los langostinos y el atún rojo de almadraba son las estrellas. Una de sus creaciones más demandadas es el jamón de atún —“cortado muy finito”—, o también los tacos con atún y piriñaca. Los langostinos están presentes en platos como el arroz negro meloso con choco y langostinos. Tampoco hay que obviar sus croquetas de carabineros o el tarantelo de atún rojo en salsa de ostras con verdura escabechada. Una familia, los Hidalgo, que hace las delicias de sus comensales también en otro de sus negocios, El Veranillo de Santa Ana, y recientemente, también en La Lobera.

Langostinos a la gabardina de Avante Claro.  MANU GARCÍA

Avante claro 

Más de 30 años contemplan al restaurante Avante Claro, situado en una ubicación inmejorable, en pleno Bajo de Guía, muy cerca de la desembocadura del Guadalquivir. Lo que fue en sus inicios una tasca para pescadores se ha convertido en un referente gastronómico en el que se apuesta por la “cocina tradicional innovadora”, donde se “experimenta con sabores”. Lo dice su gerente, Ángel Rodríguez, el responsable de su amplia oferta culinaria. La hamburguesa de choco al pan frito con patatas gajo o la caña de hojaldre rellena del guiso tradicional de raya a la naranja son solo dos ejemplos de los muchos platos que componen la carta de Avante Claro, que no deja indiferente a nadie. 

Tostada del restaurante Trasiego.

Trasiego

“Nosotros no mezclamos soleras, pero mezclamos todo lo demás”, dicen desde Trasiego, haciendo referencia a su nombre, que se refiere a la mezcla de soleras y criaderas del vino. Eso hacen con su carta, en la que hay platos tradicionales con un punto de innovación. En este rinconcito de la plaza de la Victoria, en un local con tintes modernos, pero carta arraigada a la tierra, se ofrecen desde filetitos de corvina en salsa de jamón y langostinos, hasta bacalao empanado en salsa tártara, pasando por choco a la plancha troceado con salsa verde. Un local impulsado por el Grupo El Loli, impulsor de una taberna tradicional situada en el Barrio Alto sanluqueño. 

 Sesión de trabajo en las cocinas de Restaurante Lucero, en Sanlúcar de Barrameda.  JUAN CARLOS TORO

Lucero 

En la señera plaza del Cabildo de Sanlúcar se encuentra Lucero, un restaurante donde se ha creado una experiencia "guay, de ticket real", y no un lugar donde ir ocasionalmente. La visita merece siempre la pena. Contemplar la decoración es un deleite para los sentidos. El techo es poco menos que una capilla sixtina a la sanluqueña. La carta no se queda atrás. No hay que menospreciar sus tomates. O el queso Puerto Carrillo, de Benaocaz. O su pan de Artesa. Mención especial merece el arroz, una de sus señas de identidad. La gamba de Huelva y el langostino de Sanlúcar no faltan. Y apuestas como las albóndigas de ternera madurada, el menudo o el solomillo de vaca madurada a la parrilla marcan diferencias. 

Aipora, una revolución en la cocina sanluqueña.

Aipora  

De muy reciente apertura, Aipora Gastrofusión viene a revolucionar la cocina sanluqueña. Se apuesta por la tradición, pero también por la mezcla con cocinas tan variopintas como la japonesa, la tailandesa o la mexicana. Manu Pérez en la cocina y Jennifer Hernández en sala llevan las riendas de un establecimiento que viene a hacerse un hueco en la complicada parcela gastronómica de Sanlúcar. Lo hacen con platos como el Ningyo-yaki de choco, una berlina japonesa rellena con guiso de choco, pan frito y alioli verde. O la corvina al miso con ensaladas de brotes, aliño de sésamo y yuzu. Por poner algunos ejemplos de sus apuestas. Un local que dará que hablar. 

Ensaladilla moscovita de Entrebotas. MANU GARCÍA

Entrebotas 

Es un restaurante situado en las entrañas de las históricas Bodegas Hidalgo La Gitana, en un enclave único de la ciudad. Entrebotas destaca por sus ingredientes de calidad y sus productos de cercanía. Incluso por su apuesta por el cultivo de navazo, una técnica que aprovecha la salinidad del río en acuíferos subterráneos para dar un sabor y una textura únicos. Es una cocina de “raíces”, basada en “recetas antiguas a las que nosotros le damos un toque, pero siempre manteniendo su sabor”, explicaba el chef a este periódico. Un auténtico deleite para los sentidos. 

Clientes, en la Taberna der Guerrita.   JUAN CARLOS TORO

Taberna der guerrita

Es uno de esos tesoros gastronómicos “escondidos” de Sanlúcar. Fundada en 1978, la Taberna Der Guerrita se agarra a sus orígenes, pero mira al futuro. Situada en el Barrio Bajo, y fundada por Manuel Guerra, ahora es su hijo Armando quien lleva las riendas del negocio, al que le ha imprimido nuevos aires. La taberna es un lugar para comer, pero también para beber vinos de gran calidad. Tiene una enoteca y una sala de catas. Es un lugar de encuentro para parroquianos habituales y para quienes busquen una experiencia única, singular, muy auténtica. 

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