Como cada Navidad, la localidad gaditana de Arcos de la Frontera celebra una vez más su Belén Viviente, fiesta declarada de Interés Turístico de Andalucía. En esta ocasión, el sábado día 14 de diciembre todas las calles del pueblo lucirán adornadas por palmeras y la mayoría serán iluminadas por la tenue luz de las antorchas, que además de un ambiente acogedor, ofrecerá un olor a cera quemada que hacen aún más especial la visita al Belén Viviente. Un ambiente magnífico, un pueblo excelentemente adornado y unos vecinos exquisitamente vestidos para la ocasión, sin perder un solo detalle.
Cada una de las estaciones del Belén estarán bien preparadas para representar al público todas las escenas del nacimiento de Jesús. Sin duda una visita inexcusable en estas fiestas navideñas. Arcos de la Frontera y sus vecinos se convierten el 14 de diciembre en Belén de Judea 2.000 años atrás. La emoción sólo dura unas horas, pero más de 20.000 personas se animan cada año a visitar el que podría ser el mayor Belén Viviente de España, según el Ayuntamiento de la ciudad.
La idea se fraguó en 1983 y hoy, medio millar de vecinos de Arcos participan en esta representación del Belén histórico, con sus mercados, sus escribanos, sus artesanos …—los oficios perdidos— por las calles del casco histórico de Arcos, municipio que abre la ruta de los pueblos blancos de la provincia de Cádiz y que está declarado conjunto histórico-artístico. El Belén Viviente cuenta con multitud de escenas repartidas por distintas calles del conjunto monumental de Arcos, un lugar pintoresco, que cumple a la perfección su papel como escenario del nacimiento de Jesús de Nazaret.
Calles, rincones y casas antiguas, cedidas en muchos casos por los vecinos, se aprovechan para el montaje de escenas siguiendo una secuencia que va desde la Puerta de Belén, La Visitación, el Palacio de Oriente, la Calle de Belén, el empadronamiento, la Panadería, el Zoco y otras escenas que culminan con la escena del Nacimiento del Mesías. Pero la mejor opción es adentrarse en las callejuelas de la villa y sentir el calor de las hogueras, los aromas de antaño y cómo los figurantes le dan vida a toda una época en torno al nacimiento del Mesías. En Arcos, hasta el niño Jesús es un recién nacido.
La representación empieza sobre las cinco y media y termina oficialmente sobre las once y media de la noche, pero la atracción es tal, que pasada la madrugada, todos los rincones del recinto monumental son un continuo ir y venir de visitantes para disfrutar de la belleza del pueblo, de la magia que aportan la noche y sus personajes. Todo un espectáculo efímero, que despierta la admiración de cuantos lo visitan por la implicación de sus gentes, que ceden enseres y locales y participan activamente en una representación que hace a todos viajar en el tiempo.