Cocina hecha en horno de leña de encina, impregnada de sus aromas y elaborada en ollas de barro procedentes de Pereruela, en Zamora. En estos recipientes sin plomo ni cadmio hechos de forma artesanal Rocío Parra y Pablo Jaén elaboran su propuesta a diario. Desde un pequeño obrador de San José del Valle, esta pareja natural de este pueblo gaditano prepara pulled pork, guisos y asados que están de rechupete.
Fue en diciembre de 2021 cuando nació Horno y Cazuela, el proyecto gastronómico que apuesta por cocinar todo en leña y llenar de sabor elaboraciones que se pueden probar en restaurantes de toda la provincia. El matrimonio se aventuró a montar su propia empresa a raíz del confinamiento, cuando sus anteriores trabajos se tambalearon en mitad de la pandemia y no tuvieron más remedio que reinventarse.
“Teníamos una empresa de limpieza contratada en la planta termosolar, pero se extinguió el contrato, y una de turismo rural, para alquilar chalets. Siempre hemos dependido de terceros, de renovaciones anuales o de dueños de casas y decidimos montar algo nosotros”, explican a lavozdelsur.es.
Así, se pusieron manos a la obra y, como eran amantes del mundo culinario emprendieron en el sector con un negocio que proporciona platos a la hostelería. “Ha sido duro, nos hemos tirado dos años bastante mal, poniendo muchísimo dinero, muchísimo trabajo y rentabilidad cero. Hemos agotado todos nuestros recursos apostándolo todo a esto y ahora, ha empezado a funcionar y estamos muy contentos”, comenta la pareja, que cada vez suman más clientes a la lista y algunos ya se han convertido en fieles.
Horno y Cazuela ofrece a establecimientos hosteleros comida casera hecha en hornos especiales. Decidieron enfocarse a este ámbito al ser el que más rentabilidad y facturación les ha aportado tras hacer una serie de pruebas hasta dar con la clave. Actualmente, desde los fogones preparan tres líneas de productos que son enviados a locales de Jerez, Cádiz, Zahara de los Atunes, El Puerto, Sanlúcar, Chipiona o Arcos.
Entre sus estrellas brillan el pulled pork, esa carne desmenuzada hecha a baja temperatura que se puede tomar en bocadillos, tostas o dentro de un pan bao junto a otros ingredientes. Pablo detalla que elaboran hasta cinco tipos, con salsa barbacoa, pringá o cochinita pibil mexicana. “No imaginábamos que fuera a funcionar tan bien”, expresa.
En su carta para hosteleros también destacan los asados, pata de cordero, codillo o costillas de cerdo. Y por último, guisos tanto de carne como de pescado. El rabo de toro y la carrillada hecha al Pedro Ximénez conviven con atún y cazón. “Son los que más funcionan. El primero lo hacemos encebollado, al vino amontillado, en aceite de oliva con wakame o en manteca de cúrcuma. Y el cazón a la roteña, refrito en fuego y después, al horno unos 40 minutos para que coja los sabores de la leña”, sostienen.
Una lectura a estas líneas despierta el apetito a cualquiera. La pareja defiende el producto de quinta gama, al que siempre le ha costado despojarse de ciertos prejuicios. “La comida preparada tiene mala fama, nosotros queremos romper esas barreras ofreciendo un producto artesanal, con toques de leña, sin aditivos, y vemos que se valora como un producto de calidad”, comenta Pablo, que busca quitarle ese sello.
“Nos hemos encontrado en hostelería que, como es comida preparada, nos han echado para atrás, pero ya está cambiando el chip y va entrando poco a poco”, dice el matrimonio que se abre paso con gran aceptación. No solo por los sabores diferentes que proponen sino también por su buen hacer. Su cocina cuenta con los requisitos legales ofreciendo una garantía sanitaria que el sector hostelero valora y tiene en cuenta a la hora de elegir la compra de sus productos. Rocío y Pablo revolucionan la quinta gama entre leñas y ollas.
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