El centro de El Puerto tiene un nuevo inquilino desde agosto de este año. Horno Los suspiros es el negocio que continuará en un local emplemático de la calle Ganado que lleva casi dos siglos desprendiendo olor a pan. La Divina Pastora abre paso al proyecto de Valeria Navarro, natural de Arcos, que toma las riendas.
Entre los trabajadores seguirá Álvaro Ojeda, hijo de Antonio Ojeda, el último dueño de esta histórica panadería portuense por la que ya han pasado tres familias desde que abrió en 1834.
La arcense, que ha aprendido los trucos de la tahona en distintos cursos de panadería, toma la iniciativa de seguir adelante con la actividad con aires renovados después de que el obrador cerrada sus puertas en febrero. Tras seis meses clausurado, en verano ha vuelto a llenar la vitrina de barras y suspiros, el pan duro estrella de La Divina Pastora al que rinde homenaje el letrero.
“Tiene mucha ilusión”, comenta Antonio Ojeda a lavozdelsur.es, que ha visto como su hijo lleva más de 10 años formándose como panadero.
Ahora, Valeria mantiene el despacho poco a poco, y, de momento, no han abierto la parte de la cafetería. Según explica Antonio, se encuentra inmersa en trámites para que todo esté en orden. El portuense recuerda lo duro que fue para la familia tener que echar el cierre a la panadería.
“La pandemia se comió aquello. Aquello era una ruina. Hemos soportado unas pérdidas horrorosas. Y todavía queda”, comenta.
Ahora, Valeria continúa con dedicación para mantener vivo el despacho. Con valentía, en unos tiempos complicados. “El mantenimiento de un negocio es muy difícil”, dice Antonio, mencionando el cierre de la confitería El Pópulo. “Yo creo que está haciendo las cosas bien”, añade, con la esperanza de que Horno de los suspiros tenga una larga vida.