Juan Barragán cuelga el mandil después de 50 años: "La hostelería es sacrificada, pero da satisfacciones"

El que fue propietario del bar Adeli, y ahora del bar Barragán, alcanza la edad de jubilación y cierra una vida de intenso trabajo. La barra ha sido para él una 'universidad' de la vida, de la calle y de la gente

Juan detrás de la barra de su bar.

Juan Barragán Fernández, uno de los hosteleros más conocidos del centro de Jerez, deja su actividad al alcanzar la edad de jubilación. A mediados de noviembre dirá adiós a medio siglo de oficio tras la barra, primero como empleado, más tarde en el desaparecido Bar Adeli y posteriormente en el establecimiento que abrió casi enfrente de este, el bar Barragán.

“Llevo aquí desde el año 82 entre el Bar Adeli y después en este, además de otros ocho años más trabajando fuera de aquí”, comenta Juan a lavozdelsur.es. Reconoce que a estas alturas llega “muy cansado, son muchas horas de pie en un negocio al que hay que echarle casi todo el día”, aunque ahora está un poquito mejor, ya que decidió quitar los desayunos. Con todo, Juan Barragán pasa 14 o 15 horas diarias en el bar, “sin ver crecer a mis hijos, sin poder ir a ningún lado”.

Juan sirviendo una cerveza en su terraza.  MANU GARCÍA

Gestionar un establecimiento de hostelería, como sucede en todos, “es sacrificado, pero vamos, también te da buenas cosas”. La barra es una ‘universidad ‘de la vida, de la calle y de la gente, “la verdad es que de los clientes se aprende mucho”. Pese a tener su domicilio muy cerca, la calle Consistorio es su hábitat natural. Ha visto la evolución que ha tenido esta arteria principal del casco antiguo de Jerez, con un momento crucial, el traslado del Ayuntamiento desde Madre de Dios: “Cuando vino, en el negocio se notó. Aquí estaba Hacienda, los trabajadores de la empresa que estaban rehabilitando el Ayuntamiento, pero ya cuando vino el Ayuntamiento aquí se notó bastante”.

Lógicamente, el Adeli era parada de muchos de los políticos municipales de todos los colores y etapas a los que conocía de un trato casi diario: “Muchísimos conocidos y entre ellos algún amigo”. Echando la mirada atrás, cuando decidió establecerse por su cuenta, cogió el Bar Adeli, que lo llevaba su suegro desde 1959, “donde estuve desde 1982 hasta que se aprobó la ley de arrendamientos urbanos y se modificaron las rentas antiguas; me echaron de allí el 31 de diciembre de 2014”.

Juan despúes de la entrevista con lavozdelsur.es  MANU GARCÍA

Esta fecha no la olvidará nunca, “que va hombre. Ahí entré en noviembre del 82 hasta diciembre de 2014. Treinta y tantos años en el negocio. Aquello fue un palo, pero tuve la suerte de que este local lo alquilé tres años antes de eso”. El ‘nuevadeli’, como los parroquianos han llamado al bar –abreviando ‘el nuevo Adeli’ para al final evocar a la capital de la India–, es un establecimiento más pequeño que el anterior, pero que tiene su público. “Aquí no hay cocina, así que servimos montaditos y tapas frías. Tengo trabajando conmigo a una empleada. Allí éramos cuatro, todo era distinto por completo”.

Aún recuerda sus primeros momentos en la calle Consistorio: "El primer día que entre en el Adeli estuvimos cinco días un amigo y yo limpiando; estaba que no veas, me acuerdo perfectamente de todo”. Un detalle del antiguo Adeli era la pirámide de añejas botellas de vinos de Jerez que decoraba el alto del fondo de la barra, una colección a la que nunca se le pasó el plumero, de tal forma que, con el paso del tiempo, se convirtieron en reliquias de vinos exquisitos y marcas desaparecidas, “tengo todas las botellas guardadas en un almacén de un amigo. Todavía están en cajas, pero están”.

Barragán, tirando una cerveza.  MANU GARCÍA

Este rincón de Juan Barragán seguirá como bar una vez que se retire. Tiene cerrado el traspaso, por lo que el negocio seguirá sumando años a los 14 que lleva abierto. “Cuando cerré el Adeli vinieron muchísimos clientes para acá. Este negocio no lo empecé de cero, ya tenía clientes. Serví muchísimos desayunos a gente nueva; esta es una calle de mucho paso”.

La pregunta obvia que cae siempre en este tipo de conversaciones es qué hará cuando cierre su vida laboral. Asegura que echará de menos el trajín diario, pero “mi cuerpo lo va a agradecer mucho. Ya me buscaré alguna actividad, andaremos para arriba, para abajo. No me aburriré”. También podrá cumplir algunos deseos que siempre tuvo y que nunca pudo llevar a cabo por la ‘pensión’ de la barra, como vivir con plenitud la romería del Rocío. “Nunca he podido hacer el camino. Solo de viernes a domingo. Este año hay proyecto de hacer por primera vez en mi vida el camino”. Asimismo, tiene absolutamente claro que “tengo tres nietos y voy a dedicarme a ellos”.

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