“Si lo miras fijamente a los ojos, te hipnotiza para que tomes Coca Cola”. Desde la barra del bar, un Waiter Boy que alguna vez estuvo en la cafetería de algún aeropuerto de Estados Unidos, allá por 1959, da la bienvenida a Hangar Costa Vintage. A su lado, un traje oficial de Darth Water de Stars Wars, con modulador de voz incluido, que José Vicente Díez Monforte señala desde una gran nave. Todo ello ubicado en Sanlúcar.
Hace un año y medio, este coleccionista natural de Burgos inauguró junto a su mujer Jimena este restaurante temático repleto de objetos históricos representativos de la cultura pop y rock. Sobre sus cabezas cuelga un avión de pilotos de caza con el que entrenaron soldados del ejército americano y español en los años 50. Como fondo musical, suena FM americana de los 80 en su momento de mayor esplendor, mientras el burgalés comparte con lavozdelsur.es cómo han llegado tantísimas reliquias a sus manos.
Toda su vida se ha dedicado a la restauración de coches clásicos, un mundo que le ha apasionado tanto como el coleccionismo. En su ciudad natal, fundó un museo dedicado a estos vehículos con los que ha estado trabajando durante más de 20 años. “Hacíamos coches para la familia real de Arabia Saudí, para el mercado inglés, alemán y ruso”, dice José Vicente delante de un Chevrolet Camaro del año 72, un recuerdo de esa etapa en la que llegó a protagonizar un programa de televisión para Discovery Channel, House of Cars,
Un contenido de entretenimiento en el que daba a conocer este sector y gracias al que acumula numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. Fue la cadena estadounidense la que contactó con él por su experiencia. “Se ha emitido en más de 50 países y hemos sido líderes de audiencia en Brasil”, explica.
En 2022, decidió dejar apartada la caja de herramientas y mudarse a Sanlúcar, localidad en la que acabó por su inquietud coleccionista. “Vinimos aquí para comprar una lancha como la que tenía Elvis Presley en el año 64, nos enamoró esa forma de vida y nos quedamos”, confiesa mientras recorre el local.
Tras dejar atrás unas pagodas hawaianas, se detiene frente a esa embarcación que dio un giro a sus vidas. Una Glastron similar a la que usaba el ídolo musical para navegar con sus novias en el Mckellar Lake, en Tennessee. “Era un capricho. Se hicieron muy pocas de este modelo. Esta vino de Estados Unidos y no sé de qué manera apareció aquí. Me llamó mucho la atención y vine a por ella”, comenta.
Engatusado por el sur y con ganas de cambiar de aires tras años de intenso trabajo, decidió junto a Jimena trasladar, con paciencia y mucho mimo, todos los objetos de su colección a esta nave. “El restaurante es una especie de jubilación”, dice José Vicente, que ha transformado este espacio en un auténtico museo que rinde homenaje a la cultura pop y rock de los años 50 y hasta los 90.
En cada rincón, se aprecian artículos únicos, originales, que tienen una historia que contar. “Este es realmente nuestro fuerte, enseñar a la gente cómo se fraguó la movida moderna, los iconos de la música, de la moda, del arte moderno”, explica. Su mano reposa sobre un baúl de viaje en aluminio de los años 30 que perteneció a un tal Mister Malone, que se dirigía de San Francisco a Nueva Delhi.
El burgalés detalla cada objeto que observa. Las maletas que se entregaban a los soldados americanos cuando regresaban a casa durante la Segunda Guerra Mundial o el maletón con postales de amor con el que viajaba la cantante de ópera neoyorquina Rosa Ponselle.
Especialmente llamativos son el frontal de un Cadillac Eldorado del año 65, de los más emblemáticos de la época, y su trasera, convertida en sofá. “Es exactamente igual que el que aparece en la película Érase una vez Hollywood. A la gente le hace mucha ilusión sentarse en este coche histórico”, comenta tras mencionar unos asientos que usaban los presidentes de Estados Unidos en sus coches presidenciales.
“La cultura americana, al final, ha empapado al resto del mundo, estamos muy influenciados por esa estética”, sostiene el coleccionista desde el establecimiento donde apuesta por una iniciativa diferente. Un lugar donde, más allá de comer hasta siete variedades de costillas maceradas y hechas a fuego lento —la especialidad de la casa— es posible explorar la historia, escuchar a los clásicos del pop o el rock o dejarse llevar por la nostalgia.
“Nuestra idea es dar una experiencia mucho más amplia a los clientes, no solo la comida. Nos hemos dado cuenta de que es muy complicado salirnos de lo convencional. Una copa hoy en día nos la podemos tomar en nuestra casa, pero creo que la hostelería tiene que dar un plus”, expresa.
Con entusiasmo se dirige hacia la que llama “la joya de la corona”. En Hangar Costa Vintage hay sitio para una nevera de los años 50 convertida en soja, para fuerabordas clásicos y para un surtidor de una gasolinera Indian de 1940, la que considera, la mejor pieza del lugar. Según cuenta, esta estaba a la salida de Hollywood, donde repostaban sus vehículos las personas con más poder adquisitivo. “Era una gasolina cara y está certificado que allí iba gente famosa como James Dean y otros actores de la época”, explica.
Entre otros objetos relacionados con la aviación, la náutica y la automoción, reluce una Harley Davidson, un modelo de edición limitada con el que fue patentado el sonido auténtico de esta famosa marca.
“Toda la decoración, de estilo hawaiana, es obra nuestra, la hemos hecho nosotros”, dice José Vicente, acabando este recorrido. Un tributo donde sumergirse en la cultura de las últimas décadas, al mismo tiempo que se degustan cócteles, carnes, hamburguesas o nachos.
También hay cabida para conciertos de grupos de la provincia de Cádiz, obras de microteatro y bodas. Todo tipo de celebraciones que quizá, en otra época, serviría de inspiración para Raymond Chandler, el escritor estadounidense de novela negra cuya máquina de escribir ha acabado en este restaurante.
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