Huele que alimenta en el puesto número 8 del Mercado Central de Cádiz. Los ojos de los viandantes no pueden evitar detenerse en una vitrina repleta de galletas gigantes que tienen una pinta deliciosa. En el mostrador, dos mujeres se encargan de hornear diariamente esta pasta dulce o salada que alegra el apetito a cualquiera.
Aida Rincón, de 40 años, natural de La Barca de la Florida y Jill Hodgetts, de 38, inglesa residente en la capital gaditana desde hace 12 años, son las impulsoras de la única galletería ecológica existente en la zona. Entre ellas no solo surgió el amor, sino también un negocio que le da el relevo a su primer emprendimiento juntas, una panadería artesanal llamada Pan de Aida, también localizada en el mercado de abastos.
“Cuando me quedé en paro empecé a hace pan en casa, hice demasiado y se lo daba a mis amigos hasta que me dijeron que me iban a pagar por él”, comenta Aida, artista que completó Bellas Artes y estuvo en Administración.
Mientras ella elaboraba la masa, Jill continuó con sus clases de inglés hasta que abrieron la panadería que acabó en manos de una pareja italiana tras cinco años de vida. Cuando hicieron el traspaso, las ideas empezaron a brotar de sus cabezas. “No sabíamos que íbamos a hacer hasta que surgió esta idea loca y dijimos, tenemos que intentarlo, estábamos muy ilusionadas”, dice Jill.
"Cuando me quedé en paro empecé a hacer pan"
En diciembre de 2021, inauguraron el primer local especializado en galletas de la capital después de convertir 13 metros cuadrados en un pequeño obrador. Su proyecto iba más allá. Querían que fuera un puesto temático y así fue. Aida se encargó de ilustrar la decoración de este sitio que es “el cuartel general donde elabora galletas” el Capitán Cookie.
Ese personaje de cómic, “una cookie convertida en superhéroe” que da nombre al local. Juntas han creado un universo propio con el objetivo de apostar por el branding sin descuidar la calidad de sus productos. La idea sigue puliéndose en sus cabezas mientras las galletas salen del horno.
“Tenemos pensado desarrollar un cómic entero y cosas de merchandising, nuestros anuncios van en forma de cómic”, cuenta a lavozdelsur.es esta pareja que optó por inspirarse en el mundo Marvel.
"Hemos creado doce recetas distintas"
En el mundo del Capitán Cookie las galletas son 100% ecológicas -”estamos pendientes del certificado ecológico”- y hay doce tipos, cada uno con una masa diferente. “Mucha gente cree que solo hay una masa y le vamos añadiendo ingredientes, pero realmente hemos creado doce recetas distintas”, explica Jill, la artífice de los sabores.
De cada opción preparan unas 100 galletas que van reponiendo en la vitrina según las ventas del día. La más popular es la de chocolate con leche, la clásica, pero también “están teniendo éxito las diferentes como la de blueberry cheesecake y la super chocolate, de tres chocolates”.
Las fundadoras explican que, de las 12 variedades, cinco de ellas son veganas, como la de manzana y canela o la de coco y piña. Ellas son conscientes de que "el mercado vegano es cada vez más grande" y han incluido una oferta amplia para que haya para elegir.
Desde que abrieron, Jill y Aida no solo han notado que sus galletas gustan, “la gente vuelve y repite” sino también una mejora en su calidad de vida. “Cambiar el pan por las galletas significa un horario muy diferente, mucho más cómodo para nosotras. Antes nos levantábamos a las 4.00 todas las mañanas”, añaden.
Y este cambio de rumbo también les ha permitido dedicarle más tiempo a una pasión que comparten desde hace seis años. La jerezana y la inglesa forman parte de un grupo musical de folk pop con el que hacen canciones originales y versiones. “Cuando no estamos haciendo galletas estamos haciendo música. El cambio de horario nos ha venido muy bien, nos permite hacer conciertos los fines de semana”, cuenta Jill. Ella es la cantautora, Jill Haley es su nombre artístico, y Aida, percusionista, que la acompaña junto a un guitarrista.
Larga vida a este negocio original donde la música y la repostería se funden con frutas del bosque y chocolate.