El bodeguero Roberto Amillo, natural de Logroño, comenzó a coleccionar objetos relacionados con el vino de Jerez en 1979, cuando un nieto del almirante Cervera tuvo a bien regalarle, para su boda, una botella de brandy. Aquel obsequio lo cautivó por completo y, fue entonces, cuando decidió comenzar una colección de botellas similares. Al brandy le siguieron algunos vinos de Jerez y, finalmente, este riojano terminó por coleccionar todo tipo de objetos relacionados con el Marco, hasta que llegó a los 17.000.
Así fue cómo, el día 4 de septiembre de 2020, en plena pandemia por covid, Amillo se decidió a abrir las puertas de su propio museo del vino, de la mano de Bodegas Altanza. “La colección alberga unos 6.000 objetos, porque, por motivos de espacio, es imposible exponer todo el material que ha ido reuniendo Roberto Amillo”, explica la señora Lindwedel, actual encargada de la Galería del Jerez.
“Yo soy alemana de nacimiento, pero, después de 20 años en Jerez, ya me siento como nacida aquí. Estoy totalmente enamorada de esta ciudad y de sus vinos”, reconoce. No es para menos: Sylvia Lindwedel, guía homologada del Marco del Jerez desde 2005, ha trabajado en bodegas tan emblemáticas como González Byass, Sandeman u Osborne. Ahora, Roberto Amillo ha puesto en ella toda su confianza, situándola al frente de uno de sus tesoros más preciados: su museo del vino de Jerez.
"Para mí es un honor estar aquí. Yo siempre he sido una apasionada de la esencia de Jerez, de su flamenco y de sus vinos"
“Para mí es un honor poder estar aquí”, confiesa. “Yo siempre he sido una apasionada de la esencia de Jerez, de su flamenco y de sus vinos. Muy jovencita vine a España, a Madrid, para estudiar flamenco en Amor de Dios. Un tiempo después, cuando ya había regresado a Alemania, tuvo la oportunidad de volver a España para asistir al Festival de Jerez, Vine y… ¡me enamoré!”, cuenta entre risas. “Desde entonces, vivo aquí. He pasado por muchas bodegas y, en octubre, entré a formar parte de este maravilloso proyecto de Roberto Amillo, que, esperamos, salga adelante".
La Galería del Jerez, ubicada en las calles Asta y Jardinillo, en el barrio de Santiago, está enmarcada dentro del edificio de una bodega típica jerezana, como es Altanza. Su patio principal se divide en dos naves: una destinada a albergar la colección de vinos de alta gama, como La Saca, que elabora Roberto Amillo para dicha bodega; otra, cuyo fin es custodiar “la colección de objetos más grande del mundo sobre vino y brandy de Jerez”.
En su interior, pueden encontrarse mucho más que etiquetas o botellas imposibles de ver en otros museos. “Tenemos de todo”, asegura Sylvia Lindwede. “Desde originales de publicidad de las bodegas a libros de enología, pasando por fotos, documentos, prensa, postales, diseños de todo tipo, cajas de cerillas, sacacorchos, carteles publicitarios, discos de campañas de vinos y brandies, medallas originales o antiguas herramientas utilizadas en la recolección y en la elaboración del vino”, enumera la encargada de esta colección, aunque sabe que es imposible nombrarlo todo.
“El objetivo de la Galería del Jerez es salvaguardar una parte importante de la historia de la ciudad, que siempre ha estado muy ligada al sector bodeguero”, afirma Lindwedel. “Queremos que los turistas y las personas más jóvenes conozcan los secretos del vino y del brandy de Jerez a través de todos los 'pequeños tesoros' que exponemos. Por eso, además de la simple visita al museo y de una tienda donde complar réplicas o duplicados, ofrecemos otras experiencias que pueden hacer más sencillo al visitante acercarse a este mundillo”, señala.
De este modo, la Galería del Jerez cuenta con diversas actividades, como visita al museo con copa de degustación, cata de los vinos del Marco, visita con cena y espectáculo de flamenco o iniciación al arte de la venencia. Además, el museo ofrece sus instalaciones para la celebración de eventos privados. “También organizamos talleres de cata para niños, que imparte Miss Catas, con el objetivo de dar a conocer a los más pequeños la cultura del vino de Jerez”, precisa esta apasionada del Marco.
El museo, que se inauguró en plena pandemia, es todavía poco conocido entre locales y turistas. “Debido a la situación actual de emergencia sanitaria, las visitas se realizan totalmente personalizadas, es decir, que una pareja o un grupo hacen la reserva y efectúan la visita en solitario”, subraya Silvia, con la esperanza de que, poco a poco, el museo se vaya convirtiendo en lugar de referencia para los amantes del Marco de Jerez y también para todos aquellos que deseen conocer los secretos y la historia escondida detrás de estos prestigiosos vinos y brandies.