La crianza de vinos siempre se ha asociado a la tierra. Las condiciones del suelo, las botas o la cercanía al mar brindan diversas cualidades a los finos o amontillados que evolucionan bajo techo. Sin embargo, una empresa ha revolucionado este proceso introduciendo las botellas bajo el mar. Un tinto andaluz de tintilla de Rota o un espumoso de miel y polen maduran a una profundidad de entre 20 y 30 metros durante meses. Esta la propuesta de Escaramujo Wines, que, en 2021 se asentó en plena Costa del Sol, cerca del Estrecho de Gibraltar para probar una fórmula pionera.
A Víctor M. Gómez Romero, licenciado en Administración y Dirección de Empresas, se le ocurrió dar a luz a la primera bodega submarina del país. Para ello, hace tres años, comenzó a colocar botellas junto al criadero de ostras y zamburiñas de Khwamé Paloeloe Helder. (Palú), ingeniero acuícola y biólogo marino holandés, propietario de la empresa Frutos del Mar Estepona, concesionario de 25 hectáreas de arrendamiento marítimo.
De septiembre a junio, las botellas, que contienen desde vinos blancos hasta espumosos y tintos procedentes de distintas regiones de España, permanecen sumergidas bajo el mar. "Gracias a la abundancia de nutrientes de estas aguas, y a la protección que la concesión y el criadero de ostras ofrece, nuestras botellas son colonizadas por multitud de seres vivos, mayoritariamente escaramujos, gusanos poliquetos, algas aacrófitas, esponjas, corales, bivalvos y más, que quedan adheridos al cristal de las botellas o calcifican sobre éste", explica la empresa en su web oficial.
Tras meses de lucha con las administraciones, inmerso en un exahusto proceso burocrático, Víctor M. Gómez consiguió en noviembre de 2022 convertir Escaramujo Wines en la primera y única empresa española con licencia sanitaria para la crianza de vinos en medio submarino.
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