El cambio climático abre puertas al bambú: una finca de Sevilla tiene el 'secreto' para combatir el calor

Dos biólogos sevillanos crean La Bambusería, una finca dedicada al cultivo de una variedad de bambú gigante ideal para la naturalización y aclimatación frente a la subida de las temperaturas en las ciudades

Antonio Vega-Rioja y Manuel Trillo entre plantas de bambú en pleno crecimiento, en su finca de Sevilla.
Antonio Vega-Rioja y Manuel Trillo entre plantas de bambú en pleno crecimiento, en su finca de Sevilla.

La Bambusería es un nombre comercial que puede sonar a bar de copas de moda e incluso a algún exótico restaurante. Nada de eso. Se trata de una iniciativa que nació hace siete años en Sevilla con una idea original: la crianza y venta de un tipo de bambú, de los más de 200 existentes, que es el ideal para paisajismo, jardinería, espacios públicos…

Incluso su implantación tiene otros beneficios más trascendentes, como las cualidades que tiene para mitigar los efectos del cambio climático por su gran capacidad para la generación de oxígeno y la fijación de hasta tres veces más de CO2 que cualquier tipo de árbol. Además, mientras más calor haga, mejor se desarrolla esta variedad de bambú, creando un microclima exclusivo muy difícil de conseguir con otras fórmulas.   

Referencia del tamaño que alcanza esta variedad de bambú.
Referencia del tamaño que alcanza esta variedad de bambú en la finca de La Algaba.

Todo nace y se desarrolla en una finca situada en La Algaba (Sevilla). Como señala la empresa formada por dos biólogos sevillanos, Manuel Trillo y Antonio Vega-Rioja en su página web, el nombre de la localidad viene del árabe al-gabba, que significa ‘el bosque’, algo que no se corresponde con la realidad actual en una zona donde el cultivo es el que manda, por lo que las primitivas zonas boscosas a las que se refiere su nomenclatura es algo que pertenece al pasado, excepto en el terreno en el que Trillo y Vega desarrollan su actividad.

“Nos hemos enfrentado a la tarea de aclimatar este espacio para evitar la fuerte evapotranspiración por la existencia de viento casi constante y a la pérdida de humedad por la fuerte exposición solar y falta de sombra”, explica el biólogo y copropietario Manuel Trillo. Así, ha logrado en su finca generar una masa vegetal que ha cambiado el microclima frente al que tiene su misma población vecina. “Se ha alcanzado en tres años, un efecto de lluvia horizontal todas las mañanas”, subraya para añadir como dato curioso que “reptiles, anfibios e invertebrados han colonizado nuestra finca, encontrando el cobijo y las condiciones de aquel bosque original”.

Trillo abunda diciendo que este es un vivero de bambú “no invasivo afincado en la ribera del Guadalquivir”. Esta gramínea, comenta, “es una planta que está bastante extendida en Europa, donde ha gustado mucho en sitios como Francia, Alemania, Inglaterra, pero siempre se ha usado un bambú invasivo, que son los que venden en las grandes superficies. El problema de estos es que se extienden de manera superficial y pueden invadir un jardín”.

Recreación virtual de una zona ajardinada usando el bambú.
Recreación virtual de una zona ajardinada usando el bambú.

Su bambú, los denominados Clampett, dentro de las más de un millar de variedades existentes, en dos o tres años puede alcanzar de 15 a 18 metros de altura. “Crecen como en un acuario, de manera concéntrica. No es invasivo y no hay mucho desarrollo de ese tipo de bambú porque son de zonas tropicales y subtropicales, necesitan temperaturas más altas”, explican.

Precisamente ese desconocimiento de esta variedad es la principal traba que se encuentran a la hora de venderlo: “Es muy poco el conocimiento que tienen incluso los profesionales de la jardinería del bambú; es desastroso, porque lo confunden con el bambú de otras variedades invasivas”.

Pero, ¿para qué sirve esta especie de bambú más allá de lo decorativo?: “Está en el foco de economía circular y de desarrollo sostenible por la capacidad de la rápida generación de biomasa, porque estamos hablando que es un vegetal con un crecimiento que puede llegar a un metro diario en los momentos en que hace más calor”, dice.

Bosque de bambúes en La Bambusería.
Bosque de bambúes en La Bambusería. 

Los beneficios se extienden a que el bambú fija tres veces más de CO2 y dos veces más de producción de oxígeno que los árboles maderables; hacen que no tenga competidores en diversas franjas de mercado en el ámbito de la renaturalización y aclimatación frente al cambio climático de las ciudades; setos para la mitigación de olor/ruido/viento/contaminantes y producción de fibra vegetal.

Manuel Trillo amplía sus bondades en aspectos como la adaptación al cambio climático, “que los ayuntamientos se están dando cuenta de que la sombra no es simplemente poner sombra por medio de toldos o de soluciones constructivas para bajar la temperatura. Lo único que lo puede hacer de una manera eficiente, barata y sostenible son los vegetales, en este caso el bambú”.

Introducirlo no es nada fácil. Se han reunido con ayuntamientos a los que han llevado recreaciones virtuales de zonas rehabilitadas con el bambú, “pero realmente no hemos llegado a concretar nada”, lamenta. Por el contrario, el sector privado sí está respondiendo, así como diferentes colegios: “Imagínate lo que sería en Andalucía con el problema del calor en las escuelas si plantamos bambú de los gigantes. Con uno solo estás consiguiendo casi ciento y pico de metros de sombra”.

Sobre el autor:

KIKO ABUIN 1

Kiko Abuín

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