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La visita de Miguel Delibes de Castro, este martes, a la Facultad de Ciencias de Puerto Real coincidió en el tiempo con el anuncio del nombre que le dará relevo al frente de la esencial estación biológica de Doñana tras su renuncia en julio.
Casi de forma simultánea, el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía aprobaba el nombramiento de Enrique Mateos Naranjo como nuevo presidente del Consejo del Espacio Natural de Doñana.
Mateos (Hinojos, Huelva, 1981) también es doctor en Ciencias Biológicas y según la Junta de Andalucía proviene de una familia vinculada "estrechamente al entorno de Doñana". En 2008, recibió el Premio Extraordinario de Doctorado y desde 2020 ostenta la cátedra de Ecología de la Universidad de Sevilla.
"Hace 3.000 años, Doñana era mar. Llegaba de Sevilla al mar. Hubo barcos romanos en Los Palacios"
Sin ninguna intencionalidad, tras una pregunta de una alumna en la presentación del libro Gracias a la vida, Delibes de Castro analizó la situación de una de las reservas naturales más extensas y valoradas del mundo, esencial en Andalucía y España, limítrofe entre las provincias de Huelva y Cádiz.
"Es muy difícil hablar de Doñana y su problema, porque ese superponen por lo menos tres elementos", expuso Delibes. El primero es "su propia dinámica o lógica. Doñana es un golfo. Hace 3.000 años, Doñana era mar. Llegaba de Sevilla al mar. En una época, hubo barcos romanos en Los Palacios".
Es un espacio, continuó, que "ha quedado reducido" por su evolución natural "y eso va a seguir ocurriendo. Acabará siendo un delta repoblado, con vegetación más terrestre. Ahora lo que pretendemos es dilatar ese proceso el mayor tiempo posible".
Como segundo elemento de análisis, el biólogo vallisoletano destacó el cambio climático: "En el año 2023, en el Palacio de Doñana, la temperatura media anual fue de tres grados más al año 73 año. En 50 años, ha pasado de 16 y poco a 19 y medio. Quiere decir que hace mucho más calor. Tres grados es una barbaridad".
El calentamiento planetario se suma a otro factor: "Si llueve menos hay que sacar agua del subsuelo. Cuanta menos agua ingresa, más rápidos son los efectos. La vegetación se está muriendo porque ese agua freática ha bajado mucho, decenas de metros".
Ni las últimas lluvias, tan abundantes, alivian la situación: "Hace pocos días estuve en Doñana, iba contento, ilusionado. Han caído 260 litros por metro, tiene que estar lleno de agua, pensaba. Pero no hay agua. Ha llovido mucho pero como había mucha sed en el terreno...".
Pese a la situación, Delibes elude el catastrofismo y abre una puerta a la duda: "Tampoco sabemos a medio o largo plazo qué va a pasar. No lo sabemos. Hay quien dice que la subida del nivel del mar es positiva, porque la marisma sube también. El mar la podía invadir de alguna forma. Es un problema muy complicado".
"Hace menos frío. Las aves no vienen. Venían 80.000 gansos y ahora vienen 5.000 porque en el Norte de Europa no hiela y se quedan. Dejarán de venir"
A modo de previsión, estableció como reto fijar qué Doñana quiere conservar la sociedad andaluza, "si la de 1850, la del año 1950, la de 2000. La de 1850 no va a volver y la de 1950, probablemente tampoco. Entonces tenemos que conservar la que fue en 2010, por ejemplo".
Como tercer y último elemento, el biólogo añade a Doñana los cambios globales que afectan a escala regional: "Ahora hace menos frío. Los animales no vienen. Me irrita que se diga que Doñana se muere. Tenía 80.000 gansos y ahora vienen 5.000, pero lo que se muere también es Francia, Holanda...".
"Allí, en el Norte, ya no hiela o no hiela del mismo modo en las mismas zonas y las aves se quedan, no vienen, dejarán de venir. Eso no es tanto problema de Doñana como de todas las rutas de migración desde Islandia, Reino Unido, desde todas partes de Europa", resumió.
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