Un cítrico originario del desierto de Australia se ha ganado un hueco en los terrenos de cultivo de Andalucía. Las casualidades de la vida hicieron que esta especie exótica que crece en una zona remota de la otra punta del planeta acabaran en una finca de La Puebla del Río, en Sevilla. Hace ocho años, Pepe Domínguez, natural de Marchena, se topó con una fruta misteriosa que jamás había estado en sus manos.
Estaba en Yakarta, capital de Indonesia, cuando se encontró por primera vez con el caviar cítrico que se extrae de un arbusto llamado Microcitrus australasica o dedo de lima. “Tenía una empresa de fotocopiadoras y vendemos en muchas partes del mundo. Un día fui al mercado, me encontré con la fruta y me llamó la atención”, explica el jubilado al otro lado del auricular.
Pepe quedó maravillado por aquel alimento tan común en el país del sudeste asiático y, sin pensarlo dos veces se hizo con varios frutos para investigarlos. Desde aquel instante, empezó a explorar las características y propiedades de aquella especie de limón alargado que se presenta verde, anaranjado, marrón, púrpuras o casi negros. “Comencé a mirar el asunto, me traje semillas y, después, compré plantas en Italia, en fin, un proceso largo”, comenta el aficionado y “enamorado” de la jardinería. “Siempre me ha gustado coleccionar cactus, me gusta mucho, lo tengo como hobby”, añade.
“Me di cuenta de que era un producto novedoso y empecé a plantar más”
Estaba entusiasmado con la nueva especie que, como amante de la botánica, no podía dejar escapar. Cuando llegó la hora, dejó la empresa de fotocopiadoras en manos de sus hijos y él se dedicó de lleno a descubrir el fascinante mundo del finger lima y sus posibilidades. En 2013 plantó varias semillas en una finca llamada Altajar que se extiende por los pinares de Aznalcázar sin ser todavía consciente de que era la primera vez que el alimento pisaba suelo andaluz. “Ya había gente que lo cultivaba a pequeña escala, por ejemplo, en Alicante”, explica.
La suya fue una de las primeras de España y con el tiempo, la más grande del país. 4 hectáreas con 4.000 árboles repartidos en hileras componen el recinto con más producción de caviar cítrico de la Península. “Al principio planté una planta y me di cuenta de que era un producto novedoso y empecé a plantar más cantidad”, confiesa.
Motivado por “aportar, por el futuro”, cogió carrerilla y armó un campo lleno de esta variedad de limonero. Su finca está muy alejada de las plantaciones registradas en la actualidad. En Elche, Huelva o Murcia, no llegan a los 50 árboles. “Son muy pequeñas, nadie está tan loco como para plantar 4 hectáreas”, dice risueño el sevillano al que la pasión por los productos de la madre tierra le viene de familia. “Mi padre era agricultor, lo llevo en la sangre”.
A Pepe le encanta pasear entre los dedos de lima de los que cuelgan los frutos y observar su evolución. Aunque reside en Sevilla, va con frecuencia a controlar la producción y, durante la pandemia, se mudó a la finca en la que trabajan dos personas. Para la recolección, que se realiza manualmente, sin máquinas, van provistos de guantes y gafas para protegerse de las espinas de la planta. Según cuenta a lavozdelsur.es, “tenemos frutos casi todo el año, cogemos los maduros y dejamos los que están más verdes, hay que esperar a que maduren”. La especie puede tardar en florecer y dar frutos entre 5 y 17 años aproximadamente.
Los agricultores van recorriendo el terreno hasta recolectar los frutos necesarios para cubrir la demanda de pedidos. Un proceso “laborioso” para obtener este producto que se ha configurado como alimento gourmet de moda entre los chefs más brillantes de la alta cocina. Este cítrico saludable ha cautivado a los profesionales de los fogones que investigan productos nuevos para sus platos.
“Cuando abres el fruto las vainas que tiene en el interior explosionan en la boca”
“Cuando abres el fruto las vainas que tiene en el interior explosionan en la boca. Es muy vistoso y con unos sabores magníficos”, comenta Pepe. El pescado, el marisco, los cócteles o las cervezas se acompañan de este tipo de caviar que puede ser un sustitutivo del limón. “Para bebidas, para una ostra o para una ensaladilla, se lo pones a la mayonesa y es un espectáculo”, dice el sevillano con conocimiento de causa.
Con la crisis, los pedidos sufrieron una caída dado que la mayor parte de su clientela proviene de la hostelería. “Se vende a los restaurantes buenos, pero está la cosa más parada, vamos luchando”, expresa. Las vicisitudes de la pandemia se han notado, aunque ve cierta recuperación.
Su caviar cítrico suele viajar desde Sevilla a otros países de Europa como Alemania, Holanda o Inglaterra, lugares del mundo donde tiene más tirón. En España, aunque lleva casi una década asentado, sigue siendo “un gran desconocido”. Pepe explica que los mayoristas compran la producción para, posteriormente, distribuirla a los países europeos. Un alemán que vive en Málaga o chilenos que exportan a Francia son algunos de los interesados en el producto que se ha popularizado fuera de España. “Aquí lo conoce un porcentaje muy pequeño de personas”, añade.
En la finca no solo se observa esta planta australiana sino también otras especies exóticas que Pepe, por curiosidad, ha incluido a su siembra. Su inquietud por la jardinería le ha llevado a cultivar la conocida fruta dragón o pitahaya, procedente de las zonas tropicales de Centroamérica, siendo también de los primeros en traerla a España. Además, cuida ejemplares de agave americano, originario de México, famoso por su carácter ornamental y su uso en la producción de mezcal.
El caviar cítrico toma presencia en el ámbito culinario y, desde esta finca sevillana, Pepe continuará dándolo a conocer para que sume cada vez más adeptos. Una oferta singular en los cultivos andaluces que da un toque cítrico a los platos.
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