Hace aproximadamente siete meses la Planta de Reciclaje Costa Noroeste de Sanlúcar fue abandonada por su anterior propietario, la empresa Hierros y Metales Blasco SL quedando embargada por una entidad bancaria. Hace una semana, por causas que aún se desconocen, una enorme montaña de residuos salió ardiendo provocando un incendio de deshechos de distinta índole que aun hoy, 200 horas después en el momento de editar esta pieza, no ha podido ser extinguido por los bomberos.
Durante la época en que permaneció con vida —desde 1998, hace 25 años—, en esta planta se trataron principalmente materiales de automoción, tales como neumáticos, cristales, aceite de motor o chapas, pero también otros como uralita, plástico, pvc o amianto, áltamente contaminantes y tóxicos en su mayoría.
El completo abandono de este recinto provocó que se convirtiera en un vertedero ilegal en el que se acumularon toneladas de materiales peligrosos que, como apuntan los ecologistas, "nunca llegaron a separarse en condiciones".
De hecho, insisten en la mala planificación que se hizo cuando la planta quedó abandonada, porque "cuando se anunció que la empresa dejaba de trabajar aquí los residuos tendrían que haber sido llevados a un gestor autorizado para clasificarlos y, sin embargo, lo que se ha hecho ha sido dejarlo todo aquí mezclado y al alcance de cualquiera".
Sobre la responsabilidad de lo que ocurre en estos terrenos mientras se completa el embargo, José Manuel culpa a la Junta de Andalucía y, por competencias territoriales a la Diputación de Cádiz "como responsable civil subsidiario" de "no poner los medios suficientes para verificar que este problema se hubiera atajado".
Por su parte, la Delegada del Gobierno en Andalucía, Mercedes Colombo, ha defendido, en declaraciones a este periódico, el trabajo de la administración territorial, indicando que "la única medida que podemos tomar es la de valorar el efecto medioambiental que está teniendo este incendio, ya que la planta se ubica en un término urbano por lo que la competencia es municipal y del Consorcio de Bomberos".
Colombo ha anunciado que "a través de la Delegación de Medio Ambiente estamos estudiando el efecto y la repercusión que puede tener en la salud de los ciudadanos. Estamos analizando los datos, pero es un proceso que no se realiza enseguida de modo que cuando obtengamos resultados los daremos a conocer".
Gases nocivos y cancerígenos
La entrada por la vía de servicio ya da a entender que se está llegando a un lugar totalmente olvidado. Los agujeros en el suelo provocados por la desaparición de las rejillas de los desagües y la presencia de neumáticos y vadenes en mitad de la carretera dejan claro que las visitas no son bienvenidas en aquel lugar. Superada esta gymkana aparecen de frente los esqueletos de los dos edificios que hace no tanto albergaron gran parte de la actividad de la planta.
Probablemente en otra época serían imponentes, ahora dan miedo. Las puertas, las ventanas y hasta el techo ya no existen, se los han llevado los chatarreros que aprovechan para venir a buscar cualquier cosa que puedan revender para ganar algo de dinero. Incluso la chapa que recubría los edificios ha desaparecido hasta cierta altura, quedando los restos torcidos y colgando como grandes dientes que pueden dar un bocado en cualquier momento.
Como si de una película de catástrofes se tratara en una de ellas aún se aprecia el logotipo de Costa Noroeste SA prácticamente difuminado, carente de algunas letras y rodeado de un mar de cristales y escombros. Tras estas edificaciones se abre un vasto espacio colmado de enormes montañas de residuos humeantes cuyo olor ya obliga al uso de mascarillas.
Cerca de ellas aparece un primer grupo de chatarreros que aún mantiene la distancia pero que no cesa su trabajo a pesar de que junto a ellos están emergiendo gases áltamente tóxicos. Avanzando un poco más la escena se recrudece. Lo que se va encontrando no concuerda con lo que otrora reciclaban aquí, apareciendo restos de ropa, papeles, cables e incluso la parte superior de un maniquí de pruebas hospitalarias.
Bordeando una gran montaña de residuos aparece la primera zona incendiada. El fuego se originó en un único montículo pero la acción de los chatarreros ha provocado que el foco se extienda a varias zonas. Los gases de color blanco salen despedidos desde el suelo creando una neblina siniestra que no invita a permanecer allí mucho tiempo. "Esto no es nada, el fin de semana salía de aquí una columna de humo negro que asustaba hasta desde lejos", asegura José Manuel.
El suelo, por su parte, está completamente calcinado y en algunas zonas también mojado, a buen seguro por la actividad de los bomberos que hace no mucho han estado trabajando sobre el terreno. Al fondo se observa otro montículo más pequeño pero igual de humeante. A su alrededor continúan trabajando como si nada cerca de una decena de personas que están cargando todo el cobre y la chapa que van encontrando.
Es la contraparte de esta trágica situación, un lugar alejado del pueblo que, al quedar abandonado y no ser desmantelado se ha convertido en un lugar propicio para que quien no está pasando por la mejor situación pueda venir a probar suerte y encontrar algo con lo que se pueda ganar un dinero.
Personas y animales afectados por el humo
Municipios como Sanlúcar, Chipiona, El Puerto y Rota están en serio peligro ante el avance de la columna de humo nocivo, llevándose por el momento la peor parte estas dos últimas localidades ya que la dirección del viento la ha empujado principalmente hacia ellas. Los ecologistas afirman que "tenemos constancia de que el 112 ha recibido ya un buen número de llamadas de ciudadanos que han sufrido náuseas, vómitos o mareos por inhalar estos gases cancerígenos".
Además, apuntan que lo mismo está sucediendo en las fincas aledañas a este veretedero, ya que los dueños están denunciando la afectación de vacas, perros y ovejas por esta situación. Los vecinos de Sanlúcar, a quienes toca más de cerca esta catástrofe, han preferido no pronunciarse sobre el tema al ser preguntados por este periódico.
Desde Ecologistas en Acción explican que desconocen el potencial tóxico que tienen estas emanaciones pero entienden que proveniendo de la quema de materiales muy peligrosos "no acabar ya con este incendio puede desembocar en un importante problema de salud pública".
Los activistas tienen claro que van a llevar este caso a la Fiscalía para pedir responsabilidades. "Sea de propiedad pública o privada si se tiene constancia de que durante 10 o 15 años se han recepcionado materiales de diversa índole alguien tendría que haber tomado cartas en el asunto para que esto no pasara, de modo que intentaremos que el responsable pague por lo que ha ocurrido". Como ellos, el Seprona también ha abierto un expediente y solicitará los informes preceptivos para aclarar qué ha ocurrido.
José Manuel teme que esta situación pueda repetirse en otros vertederos ilegales que están regados por toda la provincia, uno de ellos también dentro del término municipal de Sanlúcar, la Planta de reciclaje de residuos agrícolas, y que ardió hace apenas dos años. Se trata de una situación de claro riesgo para la salud de personas y animales que amenaza con prolongarse y que mientras las administraciones se pasan la responsabilidad entre ellas está poniendo en peligro a quienes inhalan este humo nocivo.