El futuro de los ríos y las cuencas mediterráneas, a examen
María José Polo Gómez (Córdoba, 1969) es ingeniera agrónoma, profesora e investigadora en la Universidad de Córdoba. Es responsable del Grupo de Dinámica Fluvial e Hidrología de las Universidades de Córdoba y Granada desde 2009 y catedrática de Ingeniería Hidráulica, y estudia las dinámicas del agua y los procesos hidrológicos, con especial atención en las zonas de alta montaña y las cuencas mediterráneas. También investiga la calidad de aguas superficiales en cuencas agrícolas.
Es experta en recursos hídricos y en las cuencas mediterráneas, que, por sus particularidades, suponen un buen modelo de estudio y de predicción para el futuro del agua, en particular, en Andalucía.
En el grupo de investigación estudiamos la hidrología de las zonas mediterráneas, y por asimilación, de zonas semiáridas y áridas, y lo abordamos desde la ingeniería. ¿Por qué estas zonas? Porque son zonas cuyo clima tiene, per se, unas irregularidades muy amplias, y la gestión de los recursos hídricos que la sociedad puede obtener y aprovechar según la hidrología de cada zona depende mucho de cómo es ese clima, y de cómo las cuencas responden a ese clima.
Hemos investigado esto en lugares singulares de Andalucía como es Sierra Nevada, que, aunque es nieve y es zona de alta montaña, está en un entorno semiárido muy singular. Y lo estamos haciendo también en toda la zona de Sierra Morena, en el norte de Andalucía, e incluso hemos colaborado con otros investigadores de otras zonas en España y en otras partes del mundo.
Fue una cadena de azar. Acabé la carrera en 1992, y la directiva europea sobre el tratamiento de aguas residuales urbanas se había aprobado justo un año antes, la depuradora de Córdoba estaba también recién inaugurada, y estaba el problema de qué hacer con sus residuos. Planteé un tema de tesis sobre cómo aplicar tecnologías de energía solar para descontaminar las aguas. Pero, cuando nos acercamos a los gestores de la depuradora, su problema era realmente la reutilización de residuos. Busqué un codirector de tesis que pudiera llevar la parte de tratamiento en suelo de esos residuos orgánicos, y esa persona era, y es, el catedrático de Hidrología de la universidad, y también trabajaba en temas de hidrología y erosión. Finalmente, acabé trabajando en el transporte de contaminantes en el agua que se filtraba en el suelo cuando se aplicaban residuos orgánicos.
"Tenemos un planeta cada vez más caliente y una distribución de la lluvia cada vez más errática"
Seguí trabajando, con una beca postdoctoral, sobre metales pesados en residuos orgánicos, pero desde el punto de vista siempre de su transporte a través del suelo y su transferencia a las aguas superficiales. Y en ese contexto surgió una plaza en la universidad, y la saqué. Entré en el área de Ingeniería Hidráulica e intenté adaptar mi bagaje para que fuera útil en el contexto del departamento. Empecé con la calidad de agua en cuencas mediterráneas, y de ahí di el salto al tratamiento de zonas vulnerables en zonas de montaña... Y así hasta hoy.
En el arco mediterráneo surgen grandes civilizaciones; las precursoras de lo que hoy entendemos como Occidente crecen ahí. Y en parte es por la riqueza del clima, los suelos, la vegetación… Las zonas mediterráneas han permitido cierto abrigo, cierto asentamiento, y también un buen aprovechamiento del agua. Con el paso de los siglos, vivimos en una zona del mundo que es una de las más pobladas, más diversas, y también es una zona donde la disponibilidad del agua es muy importante: turismo, costa, agricultura, acuicultura… Y, sin embargo, tiene unos veranos prácticamente sin lluvia.
Eso se debe a cómo la sociedad ha evolucionado y al conocimiento que ha generado el hombre, que ha permitido ir aprovechando el agua de la lluvia, acumulándola, desviándola, canalizándola… Hoy en día nos vemos en una situación muy estresada, con un planeta cada vez más caliente y una distribución de la lluvia cada vez más errática. El reto es cómo mantener la gestión del agua sin dañar el medio ambiente y sin limitar el acceso a agua potable de calidad y a una economía sostenible. Eso es lo que podemos aprender de toda la zona mediterránea. También es una zona donde se encuentra una variedad de climas y suelos que hace menos difícil comparar y poder plantear soluciones.
Lo que nos dicen depende mucho de la zona del planeta en que se encuentran. En nuestro país, los cambios, por supuesto, tienen que ver con la cuestión climática, pero lo que estamos observando desde hace décadas, a un ritmo vertiginoso, es que es el hombre el que está esquilmando los recursos. Por supuesto, el calentamiento global acelera y modula eso, pero las respuestas que vemos en nuestros ríos vienen porque los tenemos muy utilizados y muy afectados. Lo que nos están diciendo es que hemos pasado el límite, y además, hace tiempo.
"Muchas veces no se nos tiene en cuenta, y también hay intereses creados. La economía mueve prácticamente todas las decisiones"
A los gestores y políticos de administraciones públicas les resulta muy difícil seguir a corto plazo lo que la ciencia está poniendo sobre la mesa en este momento, porque las administraciones tienen una inercia, hay unos procesos administrativos y unas leyes. En este país, la aprobación de nuevas leyes al ritmo del conocimiento no es ágil. Dicho esto, hay un gran cambio en las últimas décadas, y hay iniciativas muy recientes por parte de la administración y de los políticos que pueden sentar bases muy interesantes e ilusionantes para el futuro.
Por ejemplo, el Parlamento ha puesto en marcha la Oficina C, a través de la cual los científicos pueden estar en contacto con los parlamentarios en su día a día y pueden interactuar, proponer y aportar. Hace poco, también salieron ofertas de plazas de asesores científicos para distintas administraciones públicas. Creo que los gestores ya son más conscientes de que somos unos colaboradores interesantes. Es cierto que muchas veces no se nos tiene en cuenta, y que también hay intereses creados. La economía mueve prácticamente todas las decisiones, y hay sectores económicos muy fuertes. Pero yo soy una persona optimista y positiva, y creo que se han dado cambios importantes y que hoy en día la facilidad con la que se mueve la información hace difícil que se den pasos atrás. Así que, ¿por qué no? Vamos a pensar en ese futuro colaborativo.
Un deseo científico transversal para mí sería que la sociedad se construyera con la ciencia como punta de lanza, y que no nos acordemos dramáticamente de ella solo cuando tenemos crisis tremendas, como pasó con el covid. Un deseo científico mío, de mi ámbito: me gustaría que la ciencia del agua fuera, en general, mucho más transversal, y que trabajásemos mucho más imbricados ingenieros, químicos, geólogos, biólogos, ecólogos, economistas, sociólogos… Porque la gestión del agua es el gran reto que tenemos las sociedades desarrolladas, en este punto del siglo XXI: cómo seguir manteniendo un planeta con valores ambientales y a la vez seguir siendo una sociedad sostenible porque tiene una economía fuerte.