"Sí, ya es inevitable. Si redujéramos o cortáramos al completo la producción de CO2, no podríamos evitar el aumento del nivel del mar. La única solución es la protección". El investigador y profesor de Ciencias del Mar en la Universidad de Cádiz (UCA), Javier Benavente, lo tiene claro. Cádiz tiene un riesgo real de comenzar a sufrir los efectos en 20 o 30 años de episodios cada vez más complicados de lluvias que deriven en crecidas del mar que afecten a varias barriadas de la capital. El mar gana su sitio mientras los polos van derritiéndose.
Una situación que no es solo propia de la capital, sino que la vida de la provincia de Cádiz, con muchos kilómetros de litoral, cambiará. Es el caso de las zonas inundables de San Fernando, o la zona de Las Redes, en El Puerto. Cambiarán Los Caños, que serán puros acantilados. Muchas viviendas de primera línea tendrán que retroceder. Porque, como explica Benavente a lavozdelsur.es, las inversiones necesarias para asegurar toda la Costa al completo son absolutamente inviables económicamente, y habrá que seleccionar en qué se invierten los euros. Pero, ¿de qué riesgos estamos hablando concretamente? ¿Qué hay que temer?
"Yo no diría que un vecino de La Laguna", una zona más baja de la capital gaditana, "tenga que estar preocupado sino concienciado. En un estudio de población comparado con otros países europeos o Canadá se muestra que tienen más preocupación por esta situación que en Cádiz, donde vivimos más pegados al mar. La concienciación es necesaria porque van a llegar inversiones y sacrificios", explica Benavente,
Con un equipo de la UCA, ha analizado las consecuencias del cambio climático y las medidas de protección para hacer frente a éste. Además, ha participado en investigaciones a nivel europeo, donde los Países Bajos llevan la batuta en cuanto es un territorio que creció ganando metros al mar y debe revertir su situación. "En la política holandesa es lo que llaman retrocesos controlados". Retrocesos de población que debe evitar riesgos para sus intereses ante la gran exposición que encontrarán cuando se den los episodios clave.
En el caso de Cádiz, el más claro episodio reciente es el de la tormenta Emma, que arrasó con chiringuitos del paseo marítimo. Aquel aumento de fuertes lluvias "coincidió con la pleamar", explica. Y eso es lo que debe afrontar la capital y toda la Bahía, esos momentos concretos en los que las precipitaciones converjan con mares bravos. A diferencia del temor por el maremoto, que nada tiene que ver con el cambio climático, éste no es predecible. Digamos que un tsunami tendría consecuencias muy graves, pero es más improbable. "En el caso del cambio climático, es un riesgo altamente probable pero progresivo. Aún tenemos tiempo para ir adaptándonos". Pero ya hay una cuestión clara. "Son episodios bastante frecuentes, y cada vez estamos más expuestos, es el cambio climático. En el caso de los chiringuitos, están en zona inundable. Lo vemos en las hemerotecas, cada vez se ven con más frecuencia los daños por los temporales".
En otros países, como la citada Holanda, se están haciendo relocalizaciones concretas, "dan pasitos para atrás. En el caso de Cádiz, no se puede hacer con una ciudad completa, pero no es que vaya a quedar sumergida. Es donde hay que concentrar las inversiones. No podemos realizarlas en toda la costa. Habrá zonas con una sola vivienda y en ese caso sí deberá favorecerse que las personas que la habiten se vayan al interior. Por desgracia, el problema es que se ha construido mucho en primera línea. Parece que no aprendemos. La última modificación de la Ley de Costas no fue en la dirección de la protección".
En el caso de la capital, no hay dunas en la playa que ayuden a protegerse de forma natural. "Hay que hacer una regeneración periódica. Las estaciones de bombeo deben instalarse para los episodios de altas precipitaciones con días de altas mareas", que es lo que ocurrió con Emma. "En el caso de San Fernando, parece bastante necesario el mantenimiento de las antiguas salinas y esteros", que ayudarán a proteger el núcleo urbano. Además, debido al alto número de embalses, diques o puertos existe "una falta de sedimentos, prácticamente han desaparecido. Las playas no se alimentan de forma natural. Fuentebravía, así, se erosiona. Es un punto rojo de la provincia. También existe mucha erosión en El Rinconcillo, en Algeciras".
Esas políticas necesarias ya empezaron a pensarse y plantearse, aunque el covid ha ido paralizándolo. Explica Benavente que "el Ayuntamiento de San Fernando está preocupado por el asunto". A nivel nacional "hay un plan de adaptación, es un asunto europeo y me consta que ya hay pliegos para contratar a diferentes empresas".
Si no se hace nada, aunque sale a cuenta invertir, podrían perderse puertos, barrios como Puntales, La Laguna. Puede construirse en alto, pero el riesgo está ahí, con subidas de 20 o 30 centímetros que pueden ser un antes y un después para la vida de una ciudad como Cádiz, pero para toda la costa, con un mapa de zonas inundables que aún no está calculado con certeza. 2050 es una fecha, como explicaba Benavente a El País en un reportaje reciente, una fecha a tener en cuenta.
"¿Tiene la sensación de que los investigadores acabarán señalando eso de "os lo dije, pero no me hicisteis caso"?". Benavente responde: "Siempre puede caber esa sensación, que podría haber actuado antes. Poco a poco, parece que se están dando pasitos. Seguramente podríamos ir más rápido. Y tener una ley de Costas más restricta. Pero eso en cuanto a adaptación. Porque en cuanto al CO2, es inevitable".
A ese respeto, no se moja con lo que pueda pasar más adelante. La vida seguirá en Cádiz con medidas de protección, con inversiones. Pero al final del presente siglo, si no para la producción de CO2, y aun así, si no es posible evitar el deshielo, la subida del nivel del mar podría afectar a zonas más altas de la capital y de la provincia. No tiene una bola de cristal que prevea a tan largo tiempo con certeza, porque espera, para entonces, mejores soluciones. Pero a medio plazo, sí. Es ciencia.