La Rugulopteryx okamurae, alga invasora muy dañina para el ecosistema marino, procedente del océano Pacífico, llegó a la costa gaditana en 2015, pero su avance es imparable, hasta el punto de que ya ha llegado a la emblemática playa de la Caleta en Cadiz.
Según explica el experto Antonio Vegara, citando el estudio llevado a cabo por Juanjo Vergara, catedrático de Ciencias del Mar, se ha asentado una zona rocosa y con “una salud sorprendente”. La plaga avanza irrefrenable, ante la lentitud pasmosa de una Administración central, competente en la materia, que no solo no actúa, sino que frena alternativas para una especie con múltiples usos.
Este alga invasora tiene la ‘virtud’ de apartar de nuestro litoral a especies nativas, se multiplica con rapidez y ha conseguido colonizar a toda velocidad el litoral. Pero el problema es mucho más profundo y transversal que el puramente superficial. Esta colonización ha afectado a los ecosistemas, a la flota pesquera y también, en última instancia, al turismo costero. Las playas urbanas de la Tacita de Plata ya están inundadas.
“Parece que la Bahía iba a ser un cortafuego que resistiría la invasión por su situación geográfica, pero ha sucumbido”, afirma Vegara, que es jefe de estudios de la Sección de Educación Permanente Tarifa cuyo centro matriz es el Ceper Al-Yazirat donde se han especializado, desde 2011, en el desarrollo de planes y proyectos educativos con el uso sostenible de las algas de Bolonia.
Lamenta que ante la evidencia de lo descubierto que “si ya está hasta en las Azores, pensábamos que en la Caleta podría no haber llegado pero ha ocupado el sustrato rocoso ya que no hay arena y fango”, donde la especie no puede sobrevivir.
En verano se hará visible en las orillas
El pronóstico para este verano es que en los arribazones, el depósito en la orilla de desechos procedentes del mar, este alga se hará visible especialmente con el Levante y las corrientes marinas. “El desastre es de carácter internacional. En el Atlantico la dispersión natural corre hacia el mediterráneo de forma espectacular” y alerta que “ha pasado en el Cabo de Gata”.
“Si la plaga entra por esa corriente será una catástrofe natural”, explica Vegara para dirigir una dura crítica hacia el Gobierno: “Espero que no llegue nunca y que Francia y Italia sean más diligentes que España, que no ha hecho nada. Se ha limitado a elaborar una estrategia de gestión y declararla como especie invasora”. En consecuencia dice que “el alga tiene muchos papeles pero nada en actuaciones para su mitigación”.
El experto aclara que una de las primeras acciones para exterminar o disminuir esta plaga sería su comercialización, es decir, valorar su eliminación aprovechando su transformación para crear otros productos que tienen como base entre alga: cosmetica, plantillas de zapatos, envases para verduras, fertilizantes orgánicos, bioetanol para la gasolina E95…
“Hay muchos productos viables pero todo está paralizado porque el Ministerio de Transición Ecológica no lo permite aludiendo a que si se permitiera y los resultados son beneficiosos económicamente, habría una legión de terroristas ecológicos que se dedicarían a sembrarla, pero se equivoca”, sentencia.
Mango, 2 millones de pares de zapatos usando la transformación del alga
Antonio Vegara cuenta que en su centro enseñan a sus alumnos cómo aprovechar este alga y estudian las diferentes opciones que tiene. Lamenta que por una negativa del Gobierno, no llegó a cuajar un acuerdo que se llegó con la marca textil Mango para fabricar 2 millones de pares de zapatos cuya suela y algunas piezas más se fabricaban tomando como base este alga que, una vez convertida en polvo, se procedía a su transformación en un material apto para estos artículos. Es más, en el acuerdo la marca se comprometía a instalar una factoría en Tarifa en 2022 para procesar el alga. Nada se ha agilizado en este sentido, sorprendentemente.
Ellos se ocuparían de la recolección, pero les fue prohibido por el Ministerio de Transición Ecológica, “porque piensa que si tiene éxito la iniciativa sería una llamada, vuelven a lo mismo, al terrorismo ecológico”.
La Rugulopteryx okamurae se reproduce asexualemente. Unas 100.000 toneladas por año se han recogido de esta especie en el Estrecho; se calcula que produce unos cinco kilogramos por metro cuadrado de roca en cada cosecha, “y son cuatro cosechas al año. Un alga nativa tarda dos años en hacerse visible”.
Vegara hace una comparativa para hacer más entendible el desastre ecológico que produce el alga invasora: “Es como si en Los Alconorcales desaparecieran todas las especies autóctonas todas y solo quedara una que no es aprovechable por los seres vivos. Ningún pez sobrevive comiendo el alga”.
Llegó en las sentinas de los mercantes
Estas algas no tienen depredadores y sí una capacidad de reproducción grandísima. De un ejemplar adulto pueden salir otros muchos más. Esto supone la caída de un ecosistema que lleva miles de años siendo equilibrado, esta aparición rompe la red trófica de toda la biota asociada a roca”, explica Antonio.
Sobre cómo la especie invasora ha podido llegar y a extenderse tanto, el experto maneja la hipótesis basada en las aguas de lastre de los grandes buques que operan en los puertos de Tánger Med, Bahía de Algeciras y Gibraltar.
El Museo del Mar de Ceuta fue el primero en dar la voz de alarma en 2015. Hay buques que realizan la ruta de Tánger con la zona de origen de esta alga. En algún momento un buque soltaría aguas con semillas que al llegar al Estrecho encontraron un traje hecho a medida para reproducirse.