Un informe elaborado por expertos de las Universidades de Sevilla, Huelva y Pablo de Olavide, y coordinado por la Fundación Nueva Cultura del Agua, ha advertido que el actual proceso de activación minera en Andalucía Occidental podría comprometer a medio plazo la disponibilidad de agua potable debido a la contaminación por metales pesados. El estudio, titulado Los impactos de la minería en Andalucía Occidental, plantea una moratoria para la apertura de nuevas minas en la Franja Pirítica Ibérica hasta que se evalúen en profundidad los efectos de la acumulación de contaminantes en ríos, acuíferos y zonas agrícolas.
El informe destaca que la minería metálica ya ha dejado consecuencias visibles en la región: extensas áreas con suelos, vegetación y paisajes arrasados, ríos contaminados por aguas ácidas y metales pesados, y una afectación que se extiende a la Ría de Huelva y a las aguas costeras del Atlántico. Los ríos Tinto y Odiel son señalados como los principales contribuyentes mundiales de contaminantes tóxicos de origen minero a los océanos, mientras que el Estuario del Guadalquivir también está afectado, lo que supone una amenaza adicional para el Parque Nacional de Doñana.
La situación podría agravarse si se llevan a cabo nuevos proyectos mineros, como la planta E-LIX en Riotinto, la ampliación de la mina Cobre Las Cruces —a pesar de su historial de irregularidades—, la reactivación de la actividad en Aznalcóllar, o el proyecto minero Romanera, ubicado cerca del embalse de Andévalo, esencial para el abastecimiento de agua en Huelva. Otros proyectos, como la mina en la ribera de Alcalaboza —una de las pocas riberas fluviales sanas que quedan— y Aguas Teñidas, que implicaría talar más de 30.000 pinos y construir la mayor balsa de residuos tóxicos de Andalucía, también preocupan a los expertos.
El informe advierte que estos proyectos podrían provocar un “colapso hídrico”, comprometiendo no solo la viabilidad ecológica de ríos y valles, sino también su aprovechamiento económico para actividades como la agricultura, la pesca y el turismo. “La incapacidad para mantener las riberas y valles ecológicamente viables tendría un impacto devastador en las actividades humanas que dependen del agua potable”, señala el estudio.
Los investigadores critican que las administraciones públicas, especialmente la Junta de Andalucía, no solo no están abordando este problema, sino que se han convertido en promotoras activas de estos proyectos mineros. “Lo más preocupante es que las administraciones no están haciendo frente a esta oleada de nuevos proyectos, sino que los están impulsando”, denuncian.
Conversión en desiertos tóxicos
El informe también destaca que la minería en Andalucía está dominada principalmente por empresas extranjeras que, tras explotar los recursos, han dejado un legado de contaminación permanente. “Estas empresas han convertido zonas enteras en desiertos tóxicos”, afirma Félix Talego, profesor de la Universidad de Sevilla y uno de los autores del estudio.
La contaminación generada por la minería metálica, caracterizada por drenajes ácidos cargados de metales pesados como cadmio, plomo, mercurio, arsénico y zinc, no cesa con el fin de la explotación. Según el informe, sus efectos tóxicos pueden persistir durante siglos o incluso milenios, afectando a los ecosistemas y a la salud humana.
Ante esta situación, los expertos urgen a las autoridades a tomar medidas preventivas y a realizar estudios exhaustivos antes de autorizar nuevos proyectos mineros. “Es fundamental evaluar los impactos a largo plazo y garantizar que la actividad minera no comprometa la disponibilidad de agua potable ni la salud de los ecosistemas y las comunidades locales”, concluye el informe.