Al llegar a El Puerto, en las proximidades de la rotonda de los toros, se divisa un paraje natural de 241.000 metros cuadrados apenas conocido y que está a punto de morir. El llamado Rancho Linares pide a gritos su salvación. “Esto tarda más de 100 años en formarse, y se lo quieren cargar; si esto es un lujo...”, manifiesta Juan Clavero, portavoz gaditano de Ecologistas en Acción que, desde 2006 se implicó en reclamar la conservación de este bosque autóctono, donde Grupo Q pretende construir una macrourbanización.
En aquel año ya se hablaba de recalificar el suelo, que entonces era industrial porque se llegó a plantear una ampliación del polígono de El Palmar hasta las inmediaciones del enlace de la antigua nacional IV con la Carretera de El Portal. En 2008 se inició el procedimiento y a los tres años el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) ya contemplaba la modificación en el uso de este suelo, que pasó a ser urbanizable en 2012. La empresa Atalaya, del Grupo Q, se había fijado en la finca, recuerdan.
El PGOU se aprobó sin estar sometido a una Evaluación Ambiental Estratégica (EAE), un trámite obligatorio desde 2006 que no se tuvo en cuenta. “Es el punto flaco jurídico, la Junta decidió que no, estábamos en plena burbuja inmobiliaria y vámonos que nos vamos”, expresa Clavero, mientras se adentra en Rancho Linares entre pinos, retamas y acebuches. Sus pies dejan huella en los senderos del espacio que quieren destruir.
A su lado, Juan Carlos Neva, creador de la Agrupación ciudadana libre e independiente Salvemos Rancho Linares, admira este rincón de El Puerto mientras recuerda las vicisitudes que acechan a este espacio verde. El proyecto de urbanización contemplaba la construcción de un máximo de 1.260 viviendas, de las que un mínimo de 882 deben ser de protección oficial (VPO). Llegó la crisis, que paralizó todo. Tan solo se construyó un solo bloque de las 999 previstas en San José del Pino, cercano a la finca. En todo ese tiempo, “eso es lo que hay, nadie lo compraba, no tienen ventas, esto es un gueto, no tiene sentido". Además, cuenta, "la gente que vive ahí ha ido muchas veces al Ayuntamiento a protestar por las ratas, que si están abandonados, que si de noche están muy oscuros”, comenta Clavero, señalando los pisos solitarios.
Después de ocho años de trabas administrativas, el Ayuntamiento portuense ha recuperado el proyecto, que aprobó en febrero de este año dando luz verde a los trabajos de construcción. “Para justificar esto, primero hay que discutir, primero que sean necesarias esas viviendas, que no lo sean, y segundo cuál es la zona de El Puerto más idónea”, plantea el activista, que no le ve “sentido ninguno” a crear más espacios de viviendas a costa de destruir zonas verdes cuando hay alternativas.
Según explican ambos ecologistas, en la localidad se distinguen varios terrenos de suelo público en los que “no hay ningún problema legal para construir, se puede empezar ya, sin tener que tumbar un árbol y sin tener que ocupar un terreno de interés forestal”, mantienen. Uno de ellos es La Florida, disponible para 3.400 viviendas, de las cuales 2.409 podrían ser de VPO; otro el de Bodegas El Pino, listo para 1.235 casas; y Las Marías, para 1.500. "En lugar de desarrollar La Florida, que tiene todos los papeles, quieren construir una urbanización gigantesca aquí”, dice Clavero con indignación en medio de un entorno vivo en el que las especies susurran.
“La pena es que están creando ofertas de viviendas en sitios donde no procede cuando tienes otros lugares, el Ayuntamiento tiene herramientas en su mano para poder plantear alternativas y conservar este espacio tal y como está”, lamenta Juan Carlo, que además considera que urbanizar Rancho Linares supone la despoblación del centro. Los activistas defienden la rehabilitación del casco histórico, su recuperación y la creación de viviendas de alquiler a bajo precio para los jóvenes, frente a “empezar una aventura, a 5 kilómetros del centro, en un sitio que creemos que tiene un alto valor ambiental y ecológico”.
Disfrutan del paradero mientras merodean por los rincones de este bosque rico en biodiversidad, con más de 200 especies de plantas, en el que hay aves de todo tipo, una población de camaleones y el único acebuchal de El Puerto. Lentisco, pino piñonero, retama blanca, aves rapaces e incluso una araña que está protegida. “Aquí se ha encontrado la araña más grande de Europa, la araña negra de los alcornocales”, comenta Clavero para el que este es “el mejor bosque” de la ciudad, en ninguno otro hay tantas especies catalogadas.
Durante el recorrido, insiste en su conservación. “Aquí no tiene sentido hacer una urbanización cuando hay terrenos pegados a El Puerto, pero como hay dinero, pues para delante”, lamenta el activista mientras pasa por delante de uno de los acebuches que sobreviven.
El año pasado, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía anuló el PGOU validado en 2012 que contempla este proyecto urbanístico. Pero el Ayuntamiento presentó un recurso y en junio de este año fue admitido, a la espera del Supremo. Por tanto, el plan sigue vigente mientras que el Consistorio redacta un nuevo planeamiento urbanístico. Según el alcalde portuense, Germán Beardo, en el documento “se define un modelo de ciudad más compacto y, por tanto, más sostenible económicamente, más equilibrado con las actuales expectativas de crecimiento y por lo tanto, más real y más respetuoso con el medio ambiente”.
Sin embargo, la urbanización del Rancho Linares dista de las intenciones publicadas por el regidor portuense. Juan Carlos hace hincapié en que “hay un debate de fondo que es el discurso del modelo de ciudad que queremos, aquí se va a permitir un proyecto de urbanización y de construcción basado en la filosofía de un Plan General que se hizo en 1992, hace 28 años, un proyecto de desarrollo urbanístico caduco, basado en el ladrillo”. Según el biólogo que impulsó la iniciativa ciudadana se está promocionando “una ciudad centrífuga”, alejada del modelo de ciudad sostenible, ecológica y compacta”.
Bajo un cielo nublado, los ecologistas se detienen frente a las ruinas de lo que era la casa de los Linares, que da nombre a esta finca donde aquella familia mexicana adinerada pasaba su tiempo de recreo y plantaba olivos o eucaliptos. “En el norte de España, todas las mansiones de indianos está super protegidas, son muy valoradas, esta es la única que queda en El Puerto”, explica Clavero que recuerda como en aquella época “los recreos” se divisaban en la actual avenida de Fuenterrabía.
Dentro de diez años, el ecosistema permanecerá intacto con “el estrato de pastizal con sus tomillos, el estrato matorral con lentiscos y retamas y el estrato arbóreo que son los pinos”. De pronto, Juan Carlos se para y muestra un plano del proyecto urbanístico. “La raya que han pintado en el plano es donde están los pinos más grandes, de aquí hasta el final de la finca se pierde todo”, dice. El PGOU aprobado en 2012 redujo la urbanización a la mitad de la zona gracias a las movilizaciones de Ecologistas en Acción. En un principio, se iba a destruir todo el rancho.
-“Conseguimos que al menos gran parte del pinar se conservara, pero la mitad de la finca, mitad protegido y mitad no protegido, eso es como si uno coge una necrópolis y destruimos media y conservamos la otra media”, añade Clavero.
-“Pero el sistema no es solamente los pinos, es toda la complejidad del lugar, parece que conservar solamente el estrato arbóreo es ecológicamente lo razonable, pero aquí lo que hay que plantearse es el ecosistema, que es lo que de verdad importa. El pinar es tan importante como los pastizales que dicen que no valen nada”, expone Juan Carlos.
Los ecologistas conversan mientras siguen adentrándose en el bosque. A escasos metros de las ruinas de la casa se observa una lumbrera exterior del acueducto de La Piedad. Además del valor ambiental, el enclave esconde “un elemento de patrimonio histórico muy importante, al que ni siquiera se hacía mención cuando se tramitó la modificación del PGOU”, dice Juan asomándose al interior de la entrada por donde se realizaba la limpieza de “obra de ingeniería fantástica” del siglo XVIII.
Los pozos subterráneos, que están en perfecto estado, se extienden hasta la ermita de los Caminantes del parque de la Victoria. Dentro de la finca hay 250 metros de los 5 kilómetros que presenta. “Es una cosa que en cualquier sitio lo tendrían como atractivo turístico”, lamentan.
Para impedir la urbanización de Rancho Linares, Ecologistas en Acción, con Clavero al frente, va a recurrir el proyecto inmobiliario del Grupo Q. “Vamos a argumentar que no se hizo la preceptiva evaluación ambiental estratégica, nosotros desde luego vamos a seguir luchando porque esto no se haga, vamos a ir a los tribunales si hace falta y estamos haciendo acciones de concienciación publica para que la gente conozca algo que está un poquito escondido”, dice el activista.
Contra viento y marea, seguirán al pie del cañón para que no haya más arboledas perdidas y organizarán movilizaciones, recogidas de firmas o acciones judiciales “para concienciar a la ciudadanía y presionar a los políticos e intentar que dentro de ochenta años siga existiendo”. Las palabras de ambos ecologistas resuenan en el solitario bosque una tarde de lluvia. Tras el paseo, se despiden con la esperanza de que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando de este pulmón verde al igual que lo hacen ellos.
Cadena humana
Este sábado, a mediodía, varios colectivos, entre ellos, Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, Ecologistas en Acción, Agrupación Ciudadana Salvemos el Rancho Linares, El Brote Extinción Rebelión o Marea Verde El Puerto han formado una cadena humana frente al Ayuntamiento portuense. Unas 200 personas, con pancartas, han ejercido su derecho a manifestarse, y, con las medidas de seguridad pertinentes, han protestado contra el proyecto de urbanización del Rancho Linares. La Junta no ha permitido que otras personas llegadas de otros puntos de Andalucía pudiesen acudir a la acción de protesta.