La escasez de agua podría tener sus días contados. La aparición de depósitos subterráneos de agua potencialmente potable en el subsuelo de Sicilia, gracias a un método innovador podría llevar a localizar otras reservas en la cuenca del Mediterráneo. Se trataría de un acuífero de agua dulce con capacidad de almacenamiento equivalente a un tercio de la de todos los embalses de España.
La revista Communications Earth & Environment ha informado de un descubrimienton realizado por un equipo de geocientíficos que empleaban mapas y datos utilizados en la búsqueda de depósitos de petróleo. La profundidad estimada está entre los 700 y 2.500 metros y ha sido posible gracias a un método innovador que combina el análisis de pozos petroleros profundos con técnicas avanzadas de modelado tridimensional del subsuelo.
Los investigadores acometieron un detallado estudio de los recursos subterráneos de agua dulce que aún no han sido explotados. Crearon modelos 3D del acuífero para validar sus hallazgos y encontraron evidencias que sugieren que no sólo es un acuífero, sino que contiene aproximadamente 17,5 kilómetros cúbicos de agua.
Para explicar cómo pudo haber llegado tanta agua dulce a residir encerrada debajo de una cadena montañosa especulan los investigadores que este agua de lluvia se infiltró hacia la corteza terrestre. señalan que dicha agua de lluvia podría haberse acumulado bajo tierra al ser absorbida por la roca carbonatada, que actuaba como una esponja. Cuando los niveles del mar volvieron a la normalidad, el agua dulce subterránea quedó atrapada debido a la presión del agua de mar.
Lorenzo Lipparini, investigador del Instituto de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV), ha comentado al respecto que "los recursos de aguas subterráneas profundas en todo el mundo representan una importante fuente potencial de agua no convencional, que puede satisfacer las crecientes necesidades, también vinculadas al crecimiento de la población mundial".
El científico cree que el mismo método podría ayudar a identificar acumulaciones en zonas como Marruecos, Túnez, Egipto, Líbano, Turquía, Malta y Chipre, donde esas aguas descalcificadas "podrían tener usos diversificados, desde el consumo potable hasta el uso industrial y agrícola".
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