Era 1910 cuando dos cuñados (algunas fuentes atrasan esta fecha hasta los años 20), Juan José Palomino y Juan Vergara, decidían unir los destinos de estos dos apellidos más allá de los lazos familiares que ya habían establecido. Nació así Palomino & Vergara, una bodega que, desde un comienzo, tuvo su importancia en el Marco de Jerez e incluso, en algún momento de los años 40 y 50, con más de 700 trabajadores, fue la tercera bodega de Jerez en ventas, solo por detrás de clásicos como Pedro Domecq o González Byass.
Viene a cuento hablar de Palomino & Vergara, nombre recordado entre los lectores más especializados y que ya cuentan con cierta edad, pero –no nos engañemos– casi olvidado entre la gente más joven, después de que Bodegas Dios Baco haya llegado a un acuerdo con la multinacional francesa Pernod Ricard para comenzar a usar este nombre, en principio como gama de producto, aunque con el objetivo final de invertir los papeles y que acabe dando nombre a la bodega. Como fue en su día, como fue en el mismo sitio.
Dios Baco, propiedad de José Páez Morilla, desde que comenzará a andar, en los años 90, ha reclamado entre sus antecedentes a Palomino & Vergara (desde ahora P&V), basándose en que se forma a partir de tres cascos bodegueros (de hecho, Dios Baco es uno de ellos... llegó a haber doce, por los Doce Apóstoles) de lo que era P&V y parte de sus existencias y sus marcas, aunque el nombre, Palomino & Vergara (vamos a recuperarlo por un momento), quedara durante décadas perdido, aparcado en vía muerta en el portafolio de la multinacional francesa entre los activos que adquirió en su día a Allied Domecq.

Pero con P&V no dio comienzo la vida vitivinícola ni de los Palomino ni de los Vergara. Tampoco con la salida de estas dos familias del capital de la empresa, en 1963, con la venta a la Rumasa de José María Ruiz-Mateos, se extinguió el nombre que ahora reclama Páez Morilla. Llega el momento de hacer un poco de historia…
Los Palomino son una antiquísima familia de Jerez (atención, que en la provincia de Cádiz hay distintas familias con el mismo apellido sin lazos de sangre) que hunde sus raíces en la reconquista de Jerez por Alfonso X. Desde un comienzo, habrían tenido intereses vitivinícolas y, de hecho, hay algunas fuentes que vinculan este apellido con el nombre de la propia uva Palomino, a través del caballero Fernán Yáñez Palomino.
Se ha hecho mención a que Dios Baco defiende sus antecedentes de P&V, y no es hablar por hablar. Dios Baco, en su propia web, remonta sus orígenes a 1848 –el de su principal casco bodeguero– aunque se va más allá para referirse a todo el complejo, 1765, siempre al final de lo que hoy es la calle Medina. Este origen estaría relacionado con la familia Palomino, que incluso tuvo una casa adyacente a los cascos bodegueros, algo que era muy habitual hasta comienzos del siglo XX.
Pero… ¿y la familia Vergara? El apellido no engaña. Los Vergara proceden de Navarra y, en el siglo XVII, algunos de ellos apostaron por lo que entonces (y mucho tiempo después) se llamaba ‘hacer las Américas’. Los hubo que fueron y volvieron, otros se quedaron, alguno no llegó a partir… el caso es que está documentada su presencia en Cádiz, El Puerto y Jerez ya en dicha época. De la familia Vergara se puede decir, ya mediado el siglo XIX, que es clave en la constitución del Banco de Andalucía, que llegó a tener casi 500 sucursales a comienzos del siglo XXI y que fue absorbido por el Banco Popular, hoy también extinto, en 2009. El Banco de Andalucía nació en Jerez íntimamente ligado al negocio vinatero y, por la parte que nos interesa, cabe reseñar que en algún momento de su existencia el apellido Vergara incluso dio nombre al propio banco. Díez Vergara y Cia (1867) o Banca Díez Vergara (1932) acreditan esta afirmación. La familia Vergara llegó a ser propietaria de la Atalaya (que hoy alberga el Museo Palacio del Tiempo) lo que dice bastante de su poderío económico y de su relevancia en la ciudad de Jerez.
Pero volvamos a P&V. Hay varias cosas muy curiosas como los nombres de algunos de sus vinos y brandies ligados al régimen franquista, sobre todo en los años 30 y 40. ‘Requeté’, ‘Tradicionalista’ o ‘Carlista’ fueron algunas de sus marcas, hoy completamente olvidadas. Juan José Palomino fue, en efecto, un político carlista, y dejó su impronta en el nombre de los productos de la empresa. Estos nombres comparten protagonismo con otros mucho más famosos que hoy en día siguen vigentes, aunque en manos de otras empresas, caso de ‘Tío Mateo’ o ‘Fabuloso’. P&V tuvo en los años 40 y 50 una rápida expansión por España, abriendo oficinas en muchas ciudades, pero atendiendo también al negocio internacional. De hecho, uno de los eslóganes de la casa era “la marca que provee a reyes, presidentes y primeros ministros”, lo que da una idea de la dimensión que llegó a alcanzar y de las aspiraciones que tenía como empresa.

Sin embargo, a finales de los 50 la empresa comenzó a tener problemas financieros y en 1963 la propiedad terminó vendiéndose a Rumasa. Fueron veinte años en el holding de la abeja, hasta la llegada de la expropiación… una más de las dieciséis bodegas que llegó a absorber el grupo de José María Ruiz-Mateos. Esta es una época consolidada, en la que vamos a hacer referencia a anécdotas tan dispares como que un jovencísimo Bertín Osborne estuvo en el departamento de exportación, el mítico sindicalista José María Gaitero fue presidente del comité de empresa o las veces que el no menos legendario Manuel Lozano ganó la Nariz de Oro. Son varias las fuentes que coinciden en señalar a P&V como uno de los centros neurálgicos en la toma de decisiones el 23 de febrero de 1983, día de la expropiación de Rumasa.
Sea como fuere, en 1985, hace cuarenta años, la comisión asesora de Rumasa (asesora de la expropiación, se entiende) decide que P&V pase a ser propiedad de John Harvey, en lo que será el golpe de gracia para la firma. Se despide y prejubila a decenas de trabajadores, se venden algunas de las principales marcas –volvemos a hablar del fino ‘Tío Mateo’, que fue adquirida por José Estévez para Real Tesoro, y del brandy ‘Fabuloso’, que se vende a la sanluqueña Hidalgo– y finalmente se venden los activos inmobiliarios del complejo que se preservaron. Parte se derriba para la construcción de viviendas y la apertura de nuevos viales y tres de los cascos bodegueros –Dios Baco, Extracción y La Cruz– son adquiridos en 1992 por José Páez Morilla para dar vida a lo que sería poco después la nueva bodega Dios Baco.
P&V estará casi aparcado tres décadas, pasando de multinacional a multinacional, de John Harvey (que pertenecía a Allied Lyons, luego Allied Domecq) a la francesa Pernod Ricard, empresa que ha llegado ahora a un acuerdo con Páez Morilla que permitirá que Palomino & Vergara, ahora sí la escribimos con todo su nombre, cierre un círculo y, aunque sea en unas nuevas manos, vuelva a primera línea del negocio del vino y el brandy de Jerez.
(Con información a partir de fuentes propias, además de José Luis Jiménez, Manuel Romero Bejarano y Francisco López. También se ha consultado Wikipedia y Andalupedia).