Probablemente en dos semanas ya se esté vendimiando en el Marco de Jerez. El año pasado y el anterior comenzó la vendimia en los siete primeros días de agosto y éste no parece que vaya a ser una (pequeña) excepción. Tampoco en cuanto a las previsiones, ya que se espera de nuevo una cosecha corta, probablemente un 10% menos que la de 2021.
Con este escenario, ha causado expectación en el Marco una tribuna libre publicada en otro medio de comunicación por parte de algunos de los principales viticultores independientes de Jerez, con apellidos como Domecq, Morenés, Mateos, Galán o Benjumeda, entre otros, en la que hablan de la (mala) situación actual del viñedo centrándose en la bajísima rentabilidad del mismo durante los últimos años y en la escasez de materia prima, por distintas cuestiones, a que parece abocado el sector en la próxima campaña.
Bien… no se trata de hacer aquí un comentario de texto a un artículo que puede que el lector de lavozdelsur.es haya leído o puede que no, pero sí conviene hacer una reflexión sobre diversos aspectos y en contraste con otras fuentes del sector.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que se trata de un artículo que aunque toca distintas cuestiones precedentes y con las que solo se puede estar de acuerdo —caso de la bajísima o directamente nula rentabilidad y las graves consecuencias que ello conlleva, como la falta de inversiones en la propia viña— se trata de un texto que solo cabe calificar de cortoplacista, ya que está absolutamente ligado al inminente comienzo de la vendimia y a las negociaciones por el precio al que se va a pagar este año la uva. Es decir, se trata de un enfoque coyuntural, no es un estudio pormenorizado en el que estos importantes viticultores planteen iniciativas que pudieran dar pie a un debate sectorial sobre el futuro de la viña en el Marco de Jerez y los cambios estructurales que evidentemente necesita.
No se recoge nada, por ejemplo, de comenzar a hablar de distintos precios y rendimientos por hectárea en función del uso que se quiera dar a la uva, si va a ir para Jerez (o Manzanilla), para productos complementarios o incluso para el envinado de botas para espirituosos, el Sherry Cask (por cierto, cuando una línea complementaria de negocio comienza a facturar más que el negocio en sí, es evidente que hay mucho de lo que hablar). No. La tribuna libre repasa temas por todos conocidos sobre la historia reciente del viñedo del Marco… y ya. Se trata de un documento en el que hay denuncia, desde luego, pero que no se puede descontextualizar del momento que se vive en el sector, a muy poco de que dé comienzo la vendimia y con mucho por hablar en cuanto a precios. Y eso es ya. Eso está sucediendo ahora mismo.
Las cooperativas, refugio para muchos de los propios viticultores
La tradicional división en tres tercios (números redondos) del viñedo del Marco de Jerez —un tercio viticultores independientes, la mayoría de ellos en Asevi-Asaja; un tercio cooperativistas, un tercio bodegas… hablamos, claro está, por volumen— se ha ido rompiendo a lo largo de los últimos años, ya que además de los viticultores que han ido abandonando el negocio ante su falta de rentabilidad (en la actualidad el Marco cuenta con poco más de 6.500 hectáreas), las cooperativas se han ido convirtiendo en una especie de refugio para muchos de los propios viticultores que han decidido seguir en el negocio, ya que estiman que el hecho de ser socio de una cooperativa les expone en menor medida que permaneciendo independientes y vendiendo directamente la uva. Por ello, en la actualidad, los antiguos ‘tercios’ han quedado, en números redondos, en un 50% para las cooperativas, un 30% para las bodegas y un 20% para los independientes.
Huelga decir que este 20% de productores (siempre por volumen) es el que se está viendo ahora con las bodegas interesadas precios para la uva, la partida de póker que se libra todas las campañas desde que no hay acuerdos interprofesionales que orienten en los precios… y hace ya tiempo de aquello. Para las cooperativas ya llegará noviembre y comenzarán a vender botas elaboradas en función de la demanda que se vaya generando.
¿Y a cuánto se va a vender este año la uva? Pues depende de las distintas fuentes consultadas, pero todas coinciden en que será por encima del año pasado, en que la mayoría de las operaciones estuvieron alrededor de los 43-45 céntimos el kilo de uva, aunque algunos viticultores ya alcanzaron los 50 céntimos bajo determinadas condiciones en el contrato con su bodega compradora. Este año se estima que los 50 céntimos, en general, son asequibles para los viticultores independientes, aunque cumpliendo determinados criterios de calidad y de sostenimiento en el tiempo es factible que se puedan alcanzar acuerdos a 60 céntimos con alguna bodega.
Jerez sigue lejos de los precios que se pagan por la uva en otras denominaciones de origen de prestigio, pero todo indica que tras años de asfixia ha iniciado una recuperación de precios que habrá que ver si se consolida en el tiempo o responde únicamente a una coyuntura muy concreta…