La vida es muy curiosa. Te puedes tirar dándole vueltas a un asunto durante diez años y de repente, zas, tomas una decisión y te das cuenta de que no era para tanto. No es que hayas perdido diez años de tu vida –durante ese tiempo has podido tener hijos; cambiar ya no de empleo, sino incluso de trabajo; despedirte de amigos; suscribir un ruinoso plan de pensiones…-, simplemente llega un momento en que dices “venga” y dices “venga”, da igual las vueltas que le hayas estado dando.
Pues algo así es lo que ha ocurrido esta semana en el Consejo Regulador del Vino. Tras, no sé, diez, doce años, dando vueltas en el sector –lógicamente hablo de Jerez- a cómo poner fin a la coexistencia de fino y manzanilla en Sanlúcar (algo que no quieren la mayoría de las bodegas de dicha ciudad), de repente el pleno ha dado el primer paso para dar una solución a una cuestión que se remonta a los años 60, cuando se formuló Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda como denominación de origen (DO) propia.
Trece votos (Fedejerez + cooperativas + Estévez) de los veinte vocales que conforman la institución se han pronunciado a favor de que el fino y la manzanilla es el mismo vino (misma uva, misma zona de producción, mismo método de elaboración, misma crianza biológica) con la única salvedad de que en la ciudad de la desembocadura del Guadalquivir recibe tradicionalmente el segundo nombre: manzanilla. Esta decisión tiene su ‘transaccional’ en la propuesta de que la zona de crianza de la DO se amplíe a toda la zona de producción, es decir, que la crianza de vino de Jerez deje de ser privativa de Jerez, El Puerto y Sanlúcar y pueda llevarse a cabo con todos los derechos en el resto de municipios que la conforman (Trebujena, Rota, Chipiona, Chiclana, Puerto Real e incluso parte de Lebrija), huelga comentar que asunto clave para que las bodegas de Fedejerez consiguieran el apoyo cooperativista.
Esta decisión, hay que decirlo ya, por ahora es solo la respuesta mayoritaria que el Consejo Regulador eleva a la Consejería de Agricultura de la Junta para que la Administración autonómica a su vez la traslade a la Unión Europea (UE), que ésta es la aclaración que se hace desde el pleno a la duda planteada desde Bruselas acerca del fino y la manzanilla. Así, cabe recordar que poco antes de que se iniciara el confinamiento de marzo, el Consejo Regulador recibió una requisitoria para que llevara a cabo una aclaración al respecto de estos dos vinos. Esta petición de la UE, que al principio se contempló en buena parte del sector como un nuevo campo de minas, al final ha sido una espoleta para (el inicio de) desbloquear este asunto. ¿Casualidad? Personalmente este cronista no cree mucho en las casualidades ni en la extraña teoría de “los funcionarios europeos enredando al estar aburridos durante el confinamiento”, pero lo cierto es que en el sector se llevaba años dándole vueltas al asunto de poner fin al fino de Sanlúcar, uno de los temas que están encima de la mesa para incluir en las modificaciones de los pliegos de condiciones de las DO que están pendientes de acuerdo y que la petición de esta aclaración por parte de Bruselas ha venido a apremiar al pleno –y al nuevo presidente, César Saldaña- resultante de las pasadas elecciones, hasta el punto de que era sin duda el primer tema de calado a resolver en el mandato recién iniciado.
Tema ¿eterno?
Llegados a este punto el lector o lectora va a ser partícipe de un pequeño secreto de este cronista: casi al final del párrafo anterior ha puesto ‘resolver’, luego lo ha quitado y ha puesto ‘abordar’ y, al final, ha vuelto a poner la misma palabra: resolver. Se trata de un ‘resolver’ pequeño, pero ‘resolver’ al fin y al cabo. Esta decisión ‘resuelve’ la pregunta y aunque no supone ninguna modificación inmediata en la práctica respecto al tema del fino y la manzanilla (tampoco en el que se refiere a la ampliación de la zona de crianza), deja claro que esa es la voluntad mayoritaria –el 65%, es decir, casi 2/3 del pleno… y un porcentaje muy superior si se atiende a volúmenes comerciales e incluso de titularidad de viñedo- del sector y que el contenido de la respuesta sin duda sienta ‘doctrina’ cuando llegue la hora de la verdad, que no es otra que la mencionada modificación de los pliegos de condiciones.
Por supuesto, cabe la posibilidad de que el tema se eternice –se siga eternizando, habría que decir- en la vía administrativa e incluso, quién sabe, en la judicial, tal y como anuncian ya bodegas de Sanlúcar en defensa de sus intereses, pero lo cierto es que una parte mayoritaria del sector ha decidido que la palabra “consenso” que siempre ha pedido la Junta para cualquier decisión importante –sobre todo bajo la Administración socialista- ya no significa de manera tácita que en la práctica tuviera que haber unanimidad y que 2/3 es un porcentaje suficientemente elevado (con dos tercios se puede modificar la Constitución Española, por ejemplo) para con esta respuesta dar el primer paso hacia modificaciones internas de calado que llevan años paralizadas.
La cuestión ahora está en manos de la Consejería de Agricultura, que formalmente es la que debe responder a Bruselas. En realidad, por la peculiar forma en que se ha votado -cada uno su propuesta sin votar explícitamente contra la de los demás- la Consejería además de la respuesta mayoritaria formalmente tiene también las de los cinco viticultores de Asevi-Asaja y los dos vocales de la manzanilla, Asevi porque es partidaria de dejar por ahora las cosas como están y seguir hablando y los vocales de Sanlúcar porque son partidarios de que el tema se zanje pero en el sentido contrario, preservando la vigencia y el futuro de la situación actual, ya que entienden que se vulneran tanto sus derechos históricos como sus intereses comerciales. (Para algún lector generalista que se haya podido despistar y le falte algún matiz) Con la respuesta a la UE, la tesis que se ha aprobado en el Consejo es que si la manzanilla es el nombre que recibe el fino en Sanlúcar, en dicho municipio no se puede criar fino y manzanilla a la vez, es un mismo vino que allí recibe el nombre de manzanilla y, en consecuencia, no existe el fino de Sanlúcar por la sencilla razón de que no puede existir… por supuesto, llegado el caso, nada impediría a las bodegas de Sanlúcar comercializar vino etiquetado como fino, bien para sus propias marcas bien para línea blanca (que suele ser lo más habitual), pero lógicamente tendrían que criarlo o comprarlo a un agente de otro municipio.
Personalmente, este cronista cree que la cuestión ¿El fino y la manzanilla es el mismo vino? viene a sumarse a la interminable lista de preguntas de difícil respuesta que la humanidad atesora desde la noche de los tiempos, preguntas como “¿En tu casa o en la mía?, ¿Rollings o Beatles? ¿Gatos o perros? o ¿A quién ayudan más los árbitros, al Madrid o al Barsa?”, pero en realidad hay que reparar en que propiamente no estamos hablando de la cuestión y de su enunciado y resolución un tanto tautológica –esto es porque es-, sino de lo que da forma a la misma. A ver, sin tener un gran paladar, este cronista cree que podría acertar en una cata a ciega qué es fino y qué es manzanilla dos de cada tres veces, incluso, un buen día, tres de cuatro (tenga en cuenta el lector, que acertar 1 de cada 2 es mera matemática: por debajo ya no se trata de ser mal catador, es simplemente tener mala suerte). Sin entrar en ‘suavidad’, ‘ligereza’ y otros tópicos, sí creo reconocer una mayor salinidad y un aroma un tanto diferente en la manzanilla, algo que ahora no se está poniendo en duda que sea precisamente por su radicación, en absoluto.
Pero hay que insistir… ese no es el fondo de la cuestión, la cuestión es si en una determinada localización –Sanlúcar-, con la misma uva palomino de pagos de la misma procedencia (la uva para la manzanilla no proviene o no tiene por qué provenir forzosamente del municipio de Sanlúcar, aunque hoy en día es verdad que hay un cierto ‘integrismo’ en Sanlúcar en lo que respecta a la manzanilla cuando, lógicamente, todas las bodegas elaboran el resto de tipos de Jerez, caso de amontillados, olorosos, cream, etc) y el mismo método de producción se puede criar, y en último término comercializar, uno u otro vino –fino y manzanilla- por parte de las bodegas sanluqueñas. Y la respuesta que han dado 13 de los 20 vocales del Consejo es que no porque se trata del mismo vino. Esa es la cuestión.
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