Unos dos años y medio después de comprar bodega y viñedo en Jerez, el rey Midas mundial del vino, el danés Peter Sisseck, verá al fin materializarse el sueño de tener un casco de crianza de jerez en pleno barrio de Santiago. La Delegación Municipal de Urbanismo acaba de dar licencia para algo que parecía ya imposible en la ciudad del sherry: levantar una bodega para criar vino del Marco en el centro histórico del municipio. Este enólogo de origen vikingo, que desde 1995 elabora desde la Ribera del Duero uno de los vinos más caros del mundo, Pingus —un mínimo de 900 euros la botella—, puso ya sus ojos hace bastante tiempo en Jerez.
Sisseck visitó la ciudad por primera vez en 1993 y, desde entonces, aparte de disfrutar del flamenco —del que es muy aficionado— o la Feria del Caballo, ha trabajado intensamente para criar sus propios jereces de autor. Con una saca de apenas 1.200 botellas del fino Viña Corrales, el danés ha estrenado con sigilo el pasado año de pandemia su presencia en el Marco. Ahora irá un paso más con la construcción de un casco bodeguero en la calle San Francisco Javier, en Santiago.
La comisión local de Patrimonio Histórico dictaminó, el pasado 29 de enero, a favor de la propuesta de demolición de un edificio de la calle San Francisco Javier para destinarlo a "bodegas de envejecimiento de vino en botas". Como ya se publicó en su día, esta bodega es el nuevo proyecto en Jerez de Peter Sisseck y Carlos del Río, que ya adquirieron dos viñedos, ocho hectáreas en Balbaína, y otras dos en Macharnudo. Creada por Ángel Zamorano en 1974, la actual bodega en Santiago fue siempre almacén y en 2006 se vendió al bodeguero sanluqueño Juan Piñero. Sisseck trabaja en ella para un proyecto a largo plazo que ahora, según la propuesta aprobada por Urbanismo, dará un paso más.
"Vengo a aprender", ha declarado el danés, que elabora en Ribera del Duero desde 1995 Pingus, uno de los vinos más caros del mundo
El resultado será —ya lo está siendo— no solo el producto de un hombre que ya está removiendo a la industria jerezana del vino, en declive desde hace décadas, sino la consolidación de un nuevo complejo bodeguero en un Jerez que hace ya demasiado tiempo que en las calles de su centro histórico dejó de oler a vino. Al margen de todo esto, como declaraba el enólogo danés en la web de Vinoble (estuvo presente en su última edición en 2018; en 2020 se canceló por la pandemia y espera poder retomarse este año), Sisseck insiste en que no viene a dar lecciones, sino a "aprender" de la gente que conoce la zona y a trabajar en un proyecto a largo plazo para crear un vino de calidad. Su socio es Carlos del Río González-Gordon, miembro de la familia propietaria de González Byass y copropietario de Hacienda Monasterio, la bodega ribereña en la que Sisseck trabaja como enólogo.
"El fino para mí es el vino clásico de Jerez y el gran blanco de España. Es en lo que me voy a centrar", declaraba en aquella entrevista el danés. A lo que añadía: "No pretendo poder aportar mucho más que otros grandísimos elaboradores que ya trabajan en la zona. Lo que sí que haré aquí, que es lo que hago en todas las zonas en las que trabajo, es mimar mucho los detalles. Hacer un gran vino son muchos pequeños detalles que se unen para llenar una botella de vino: el viñedo, la elaboración, el embotellado. Hay muchas facetas que individualmente quizás no son muy importantes pero cuando se optimizan y se combinan, dan un buen resultado".