La economía de la provincia de Cádiz, sobre todo en lo que se refiere a las exportaciones, asiste expectante al resultado que puedan tener las elecciones a la presidencia de Estados Unidos. Donald Trump o Kamala Harris, republicanos o demócratas, vuelta al proteccionismo y los aranceles... o lo que buena parte de la prensa internacional ha definido como 'hoja en blanco'.
De la información que manejan las Cámaras de Comercio españolas se pueden extraer distintas opiniones y consejos, digamos, apriorísticos, para las empresas exportadoras en su conjunto, algunos con referencia directa precisamente a productos que se exportan desde Cádiz. De manera general, se estima que los productos más dependientes de la regulación y la demanda de sostenibilidad, como los químicos, alimentos y manufacturas, serán los más vulnerables a posibles cambios en la política.
En la actualidad, la provincia de Cádiz exporta por valor de 366,5 millones de euros anuales a Estados Unidos, con un alto número de operaciones (4.135), lo que indica una actividad comercial dinámica y con una importante diversificación. ¿Y qué se exporta? Pues hay una categoría que claramente destaca sobre el resto, como son los combustibles minerales, con un valor de 252,6 millones de euros. El alcance de este dato cae por su propio peso: los combustibles son una fuente crucial de ingresos y la provincia de Cádiz tiene una fuerte posición en este sector. Luego está el apartado de grasas y aceites, que representa más de 49 millones de euros, y después estarían los pescados y crustáceos: casi 15 millones de euros. A continuación, en la lista también aparecen productos químicos orgánicos, bebidas (vino, brandy y vinagre de Jerez), manufacturas de fundición, y aceites esenciales, lo que muestra que la economía de Cádiz no depende solo de un sector. Las manufacturas de cuero y productos farmacéuticos, aunque menores en volumen, indican la capacidad de Cádiz para exportar productos de alto valor añadido.
Esa es la 'foto' actual. Si atendemos a los riesgos que podrían venir de una victoria de Trump, según el análisis de las propias cámaras, los combustibles, el principal sector exportador de la provincia, es, tal vez, el que se podría ver más perjudicado, ya que el Partido Republicano puede optar por promover el aumento de la demanda interna de producción de combustibles fósiles y, si se persigue la autosuficiencia nacional, frenar la demanda de importados (con el riesgo añadido de que se vaya a la introducción de tarifas sobre importaciones, lo que llevaría consigo un importante incremento de los costos).
En cuanto al apartado de grasas y aceites, se da por hecho que los republicanos podrían favorecer que haya subsidios a la agricultura local, lo que también terminaría afectando negativamente a las importaciones de otros países, un problema que salpica particularmente a la provincia de Cádiz.
El tercer gran apartado en el que podrían verse perjudicados productos elaborados en Cádiz hace referencia a manufacturas de fundición y productos químicos... una posible desregulación también podría afectar a la provincia.
Desde Europa, con el contexto de la anterior guerra comercial durante su primer mandato, es habitual hacer referencias negativas a la posibilidad de que gane Trump, cuando realmente una victoria de Kamala Harris, en el contexto actual, tampoco se estima que vaya a ser neutra para Europa.
Por lo que a Cádiz se refiere, el planteamiento general es que los demócratas tienden a priorizar la sostenibilidad ambiental, la salud pública y el apoyo a la diversidad de mercados, por lo que las mercancías afectadas podrían incluir a productos químicos orgánicos y farmacéuticos, a tenor de que las políticas demócratas suelen poner énfasis en regulaciones más estrictas en torno a estos productos, lo que afectaría la forma en que estos productos se producen y comercializan. La adaptación a nuevas regulaciones podría aumentar los costos para los exportadores de Cádiz.
El enfoque en sostenibilidad indica que si hay un impulso hacia productos más sostenibles y ecológicos, los exportadores de productos químicos y farmacéuticos tendrán que innovar para cumplir con estas normativas. Están también las bebidas y productos alimenticios, ya que los demócratas buscan promover alimentos saludables y sostenibles, podrían favorecer productos de alta calidad y de origen local. Esto podría afectar a las exportaciones de Cádiz, especialmente si no se alinean con las tendencias de consumo.
En cuanto a bienes de lujo, hay que tener en cuenta que un aumento en los impuestos a estos productos o una mayor regulación en la importación de bienes de consumo podrían perjudicar las ventas de manufacturas de cuero y artículos de alta gama.
Por último, el futuro de pescados y crustáceos dependerá de las políticas de sostenibilidad y regulaciones de pesca que establezca la nueva administración, por lo que estos productos podrían enfrentarse a restricciones que afecten su demanda.
Bien... dentro de unas horas saldremos de dudas en cuanto al ganador, pero habrá que ver cómo evoluciona la protección de los mercados. Eso sí, como siempre, la capacidad de adaptación en un mundo cambiante, es un plus.