El aceite de oliva es el producto insignia de la gastronomía de Andalucía y de las exportaciones de la comunidad a Estados Unidos, después de haber alcanzado en 2024 los 800 millones de euros e incluso, como parte del conjunto de las 70.000 toneladas exportadas por España, superar también al gran rival, Italia, tanto por volumen como por precio, con una 'cotización' de casi 9 euros el kilo. El mundo se levanta todos los días esperando a ver cuál es la nueva de Donald Trump y cuando se habla de los aranceles que quiere imponer Estados Unidos a la Unión Europea (UE) –un 10% es lo que se ha comentado por el propio presidente– es inevitable pensar desde Andalucía en qué suerte va a correr el aceite de oliva y sus exportaciones. Un 10% de incremento puede que no sea una buena noticia, en efecto, pero en un mercado cada vez más consolidado, con prestigio y sin grandes alternativas (Italia y Grecia tendrían el mismo 'castigo', no así los países del norte de África, es cierto) la situación puede que sea complicada al principio, pero podría sobrellevarse.
Con esos 800 millones de euros, el aceite de oliva supone más de la cuarta parte de las exportaciones andaluzas a Estados Unidos, que totalizan unos 3.000 millones de euros, pero hay un sector mucho más prosaico, menos visto y que puede que finalmente sufra más. Nos referimos a los hidrocarburos. Quizá resulte un tanto sorprendente, pero la comunidad exporta a Estados Unidos por valor de unos 250 millones de euros en refinos del petróleo, según datos de las Cámaras de Comercio Españolas. Este es un sector sobre el que podría converger una doble amenaza arancelaria de Trump que, de seguir adelante, habrá que ver cómo se sustancia: de una parte está el anuncio general (por ahora sine die) del 10% para todos los productos de la UE (el que hemos hecho mención al hablar del aceite de oliva) y, de otra, hay que recordar unas declaraciones del presidente de EEUU en las que amenaza específicamente a todo el sector de los hidrocarburos, en un decreto que ha anunciado para este mismo mes de febrero.
Según fuentes empresariales consultadas, de producirse uno o el doble arancel sobre el sector de los hidrocarburos tendría consecuencias sobre todo para las dos grandes refinerías existentes en la comunidad, la del Campo de Gibraltar, y la de La Rábida, en Huelva, ambas de Moeve (el nuevo nombre de Cepsa, dentro de la estrategia de energías limpias 'Valle Verde' para las provincias de Cádiz y Huelva que ha emprendido y que incluso se deja sentir en la propia denominación de las refinerías, que han pasado a ser 'parques energéticos').
¿Por qué importa petróleo un gran productor como EEUU?
Pero... ¿Por qué un país productor de petróleo y con el desarrollo industrial de EEUU importa refinados de este hidrocarburo? Pues, desde la Asociación Estadounidense de Fabricantes de Combustibles y Productos Petroquímicos (AFPM, por sus siglas en inglés) dan una respuesta clara e inapelable: "reequipar las refinerías para que procesen únicamente petróleo crudo estadounidense (crudo ligero) costaría miles de millones de dólares, una inversión arriesgada que llevaría décadas obtener los permisos, construirlas y, finalmente, dar sus frutos. Carecemos de la infraestructura (como los oleoductos) necesaria para abastecer de manera rentable a todas las regiones". Además, la AFPM estima que "la capacidad de importar y exportar petróleo crudo y productos refinados es buena para los consumidores y protege la seguridad energética de Estados Unidos".
Esto hace que Estados Unidos sea un importador neto de petróleo –eso sí, el que exporta es mayoritariamente refinado–, pese a que sus exportaciones rozan los 4 millones de barriles diarios (produce 13,4 millones de barriles de petróleo diarios, pero las refinerías necesitan del orden de 16,5 millones, trabajando al 90% de su capacidad). El caso es que la mayoría de las refinerías se construyeron para procesar crudo pesado y hoy el petróleo que se extrae en suelo estadounidense es diferente, es crudo ligero. Lo curioso es lo que ocurre entre Estados Unidos y México, país que tiene el mismo problema, pero al revés: las refinerías mexicanas están preparadas para trabajar con petróleos ligeros, pero el petróleo que producen es pesado, por eso el país importa petróleo de su vecino del norte y exporta el suyo a Estados Unidos. Además de México, Canadá y Arabia Saudita son los principales exportadores de petróleo a Estados Unidos.
En este contexto, es evidente que el aceite de oliva español tiene, llegado el caso, muchas más armas para defenderse, partiendo de su propio nombre y el nicho de mercado que ha alcanzado. Mucho más volátil, al albur de todo tipo de decisiones de alcance mundial interconectadas, puede ser lo que ocurra en los próximos meses con las exportaciones de hidrocarburos.