Lo mismo alquila las tres naves de Fibes en Sevilla para celebrar, como si fuera la gala de los Goya, su 60 cumpleaños este verano, que brinda a la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, un parque de atracciones navideño gratuito o un paseo por el centro de Jerez con celebrities del mundo del cine, como Miguel Ángel Silvestre, Álex González, Santiago Segura, José Mota, entre otros.
José Luis López Fernández, El Turronero, no para. Capaz de hacer posible lo imposible, despacha entre semana en Madrid, en una oficina ambulante que ahora mismo tiene instalada en un hotel del barrio de Salamanca. Desde allí lo mismo se ha hecho socio inversor de Domi Vélez, panadero de Lebrija que obtuvo el Oscar del pan como mejor profesional del sector en el mundo, que ha establecido una alianza como inversor con Dimas Gimeno, antiguo directivo de El Corte Inglés, que pretende con WOW revolucionar el sector retail y de la restauración.
El periódico El Mundo ha vuelto a rescatar la enigmática figura del todopoderoso facilitador, El Turronero, considerándolo "una de las fortunas más grandes de Andalucía". Aunque nadie sabe a cuánto asciende, debe ser elevadísima, pues sus negocios no paran: lo mismo abre un centro comercial en Pontevedra que recupera un inmenso solar junto al Hospital de Jerez para facilitar la llegada de un Lidl, un hotel, un parking y hasta una cadena de comida rápida.
Nació en Ubrique en 1963, en el seno de una familia humilde donde el padre era turronero en las ferias —de ahí el apodo—, y lleva toda su vida casado con Carmen Mariscal, con quien tuvo dos hijos, María y Pepe. El matrimonio da nombre a la Fundación López Mariscal, de donde sale el dinero de muchas de las acciones sociales que lleva a cabo el empresario gaditano. Empezó como vendedor de seguros Caser con 17 años y a los 30 ya dio el salto al mercado inmobiliario.
En los tiempos de Pedro Pacheco como delegado de Urbanismo —su época más negra entre 2003 y 2007, como socio de gobierno de María José García-Pelayo (PP) y Pilar Sánchez (PSOE)—, López Fernández fue el gran artífice del desembarco masivo de Mercadona en la ciudad, pero también de que la multinacional Ikea optara por instalarse en Jerez, en lugar de El Puerto, que estuvo pugnando hasta el final por la inversión. Muchos periodistas recuerdan aquella rueda de prensa en el Ayuntamiento de Jerez donde en las filas de atrás permanecía El Turronero como una sombra, mientras Pilar Sánchez anunciaba la inversión.
O ejerció como astuto intermediario en el pase del antiguo Rancho Croft de González Byass a la promotora Ángel Monreal, Rentas y Vitalicios. "Un conseguidor", lo definen muchos dirigentes políticos en una ciudad que, como él mismo ha reconocido en más de una ocasión, le ha dado muchísimo de lo que amasa ahora.
En el bautizo de sus nietos, Paula y Mateo, asistieron el año pasado en Jerez 1.500 personas, y pagó jet privado a quienes no llegaban a tiempo al evento. Entre los asistentes, según recogen distintas fuentes, el exalcalde Pedro Pacheco, pero también la exalcaldesa Pilar Sánchez y la actual regidora, la socialista Mamen Sánchez.
"Había temas que estaban parados desde hace años. Una de las cosas que hizo fue acercar a empresarios de toda España a la ciudad para invertir en esos terrenos industriales que estaban inutilizados. Nos ha dado a conocer fuera de Jerez. Teníamos reuniones en el ayuntamiento con esos inversores, les escuchábamos e incluso les facilitábamos que los técnicos vieran sus proyectos y así evitar problemas futuros. Una manera de reactivar la economía local", aseguraba la propia Mamen Sánchez sobre la figura del empresario, en un reportaje dedicado al magnate ubriqueño en Vanitatis, de El Confidencial.
Pero López Fernández no entiende de ideologías, pues lo mismo sintoniza en sus macrocelebraciones con Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, y su amigo Bertín Osborne —hace unos meses organizó un almuerzo en Jerez, donde también asistió Pedro Pacheco, y se supone que recordarían aquellos viejos tiempos de la demolición del chalé del cantante en la ciudad del sherry—, que con Albert Rivera y Susanna Griso.
Siempre sonriente, la crisis inmobiliaria de 2008 coincidió con un doble episodio de problemas legales: una condena a dos años de cárcel por la llamada operación Karlos, un fraude a la Seguridad Social que también condenó a la mujer de Jesulín de Ubrique, María José Campanario, y una denuncia de la Agencia Tributaria que finalmente rebajó el Ministerio Fiscal de cinco millones de euros a un año de prisión y más de un millón de euros de multa.
En el primer caso, según declaró en el referido reportaje de El Confidencial, "asumí la culpa y aprendí que por hacer un favor de presentar a dos personas podía tener problemas legales, como así fue. En ese momento cuando me condenaron me dieron palos de todas las maneras posibles porque estaba Campanario por medio. Me dolió que escribieran de mí sin conocerme y la mayoría de los periodistas nunca se pusieron en contacto conmigo. Mi familia sufrió mucho".
En el segundo envite judicial, admitió ante el tribunal de la Sala Octava de la Audiencia Provincial de Cádiz que había emitido facturas falsas y se declaraba culpable de los delitos por los que se le había investigado a él y a otra veintena de procesados por la operación denominada Lobo.
Dos muescas en la fulgurante carrera de este encantador de serpientes, un hacha para oler negocios a años luz de distancia, y que además se ha convertido en un gran animador de la crónica social del país por sus saraos imposibles, ya sean en su pueblo por Navidad o por todo lo alto en Fibes, en apenas unos meses.
Comentarios