Comprar se hace más difícil que nunca. A pesar de que la inflación haya dejado de aumentar este verano según los datos oficiales, los productos de primera necesidad y básicos en la dieta mediterránea no paran de encarecerse. Entre ellos, destacan la sandía y el melón, dos de las frutas más consumidas en julio y agosto, que han visto duplicar su precio con respecto al año pasado.
"La gente compra menos de todo, el bolsillo no da. Todo está caro y no podemos mentir a nadie", explica Blasi, una comerciante de la plaza de Abastos de Jerez en conversación con lavozdelsur.es. La situación, que se torna insostenible para el comercio local, está provocando una reducción del 30% en las ventas de esta vendedora, que entiende la necesidad y situación de sus clientes. "Se nota en la compra y en la venta, ellos igual que nosotros lo pagan. Un padre de familia que tenga solo un sueldo y tenga que pagar agua, luz, casa, y ahora con niños pequeños la vuelta al colegio, no puede hacer nada", lamenta.
La principal solución que encuentran las familias es comprar menos y elegir frutas y verduras en pequeñas porciones, que se puedan compartir. Es el motivo por el cual se están despachando más melocotones, nectarinas o ciruelas, mientras que cuesta colocar melones o sandías. "La sandía está al doble, y el melón a un 40% más. El año pasado una sandía puede costar 50 o 60 céntimos, pero este año no la encuentras por debajo de un euro. Está incluso a más del doble", explica Blasi.
Esta minorista cree que la sequía es el principal motivo, pero no el único, y le preocupa la llegada del otoño. "Cuando venga la verdura va a ser peor, lo estamos notando", dice. Para ella, la televisión y los medios de comunicación influyen bastante al decir que todo está muy caro e insiste en que los agricultores y los comerciantes no son responsables de esta situación.
"El hombre de campo trabaja con muy poco margen, como nosotros. Sin embargo, cuando la gente viene a comprar piensa que somos nosotros. La culpa no es nuestra ni de los agricultores, esto es una cadena e influye la sequía y todo lo demás", dice indignada. Como ejemplo, su propia experiencia. A un agricultor la sandía "puede costarle 30 céntimos" pero ella la tiene que comprar "a euro o euro y pico y después sacar margen para venderla". "No la vendo con la diferencia del campo, ni puedo comprarla allí porque sanidad exige un reglamento de control sanitario que obliga a pasar por al menos dos o tres intermediarios", concluye.
El escenario tampoco es bueno para Paco, otro vendedor del mercado que ahora mismo tiene la sandía a 1,40 euros el kilo y el melón a 1,80. "Claro que se nota que la gente consume menos... todo está muy caro, la gente pide lo más baratillo", dice señalando melocotones y ciruelas. Aun así, sostiene que sus clientes siguen comprando sandía porque a la gente "le gusta mucho consumirla", pese a que se note en el bolsillo.
Como prueba, solo hace falta pesar una. "No, no... el año pasado puede que no llegara a 5, pero este año vale más de 10 euros", comenta con una pieza en la mano. Sus sandías, que alcanzan hasta siete u ocho kilos por cada unidad, superan los 10 euros. "Fíjate... 11 euros una sandía. Es que está así", dice preocupado.
Aceite de oliva a más de 8 euros
En otro puesto del mercado de Abastos, José María, un vendedor que despacha desde embutidos de Jabugo a quesos de la zona, pasando por aceite de oliva y otros productos de ultramarinos, reconoce que ya apenas vende aceite. "Está por las nubes, lo tengo que vender a 8,40 y antes costaba seis y pico", indica mientras señala una estantería, que ahora ocupa con otro tipo de productos, y antes estaba llena de botellas de oro líquido.
"Sí, es la sequía, la aceituna es más pequeña y no sale la misma cantidad de aceite. Supongo, no lo sé. También dicen que Italia se lo lleva y lo venden como suyo. Lo que sé es que vendo menos y compro lo mínimo, porque no sé qué va a pasar con el precio", explica.
Sin embargo, no es el único producto de su tienda que se ve afectado por esta subida de precios. "El chaval del queso me ha dicho que la próxima vez lo sube, y que en octubre también", recuerda. En su mostrador, enseña un queso picante que ha tenido que subir de 20 a 28 euros para poder seguir sacando margen, un 40%. "Si no cojo ese margen no puedo pagar todos mis gastos, impuestos, mi sueldo... al final lo que hace la gente es consumir menos y ya está", señala.
Un estudio de la Universidad de Jaén de hace unos días señala que el consumo de aceite de oliva se ha reducido un 50% en lo que llevamos de 2023, con el perjuicio que puede conllevar para los hábitos de consumo saludable.
Preocupación entre los agricultores andaluces por las importaciones y las alertas sanitarias
En declaraciones a lavozdelsur.es Miguel Pérez, secretario general de COAG Cádiz, sostiene que la sequía ha destapado las vulnerabilidades del mercado español tras dos años sin poder regar en el Guadalquivir, el sistema de regadío más importante de Europa.
"Ahora mismo no contamos con dotación de agua para el regadío y estamos limitados en otras zonas, como en el caso nuestro de la provincia de Cádiz", explica el representante de la organización agrícola que indica que ahora mismo solo se puede regar con 1.000 metros cúbicos por hectárea, cuando hay cultivos que necesitaban 6.000 o 7.000. Las dificultades también trascienden a la producción de forraje como la alfalfa, y hace hincapié en la preocupación de los agricultores con las importaciones, especialmente de Marruecos.
"Nos están expulsando del tomate, de la sandía... ya lo hicieron con la judía verde. El sector agrario necesita de planificación, si hay unos precios incontenibles no podemos dejar que los agricultores se arruinen", denuncia, poniendo el acento en la política comunitaria y aseugrando que la UE "no se esfuerza en organizar el mercado" dando pie al libre mercado, una "ley de la selva" en la que prima "la especulación y el abuso en manos de las distribuciones y grandes superficies".
Además, incide en las alertas de seguridad alimentaria, que se han multiplicado en los últimos meses ante la importación de frutas de Marruecos, con niveles de pesticidas y químicos que no son permitidos en la Unión Europea. "Si importan, que importen con igualdad de condiciones. Estamos generando un problema de salud pública y agudizando la crisis económica sin precedentes en la que está el sector agrario".
A Pérez le extraña que ni la Junta de Andalucía ni el Gobierno de España esté tomando cartas en el asunto con objeto de refinanciar al sector, prestando atención a los autónomos y pequeños agricultores, que sin capacidad económica y con 1,2 millones de hectáreas del Guadalquivir funcionando como secano, no tienen otra que cambiar sus cultivos o abandonar.
"Se podía haber previsto", espeta sobre la situación actual. Sobre la sequía espera que sea "cíclica" y que el déficit de producción "acabe pronto". "Estamos sufriendo, hay muchos agricultores que no vamos a poder continuar. Competimos con fondos de inversión, con grandes empresas. Para estar en el en el campo hoy necesitas inversiones y eso requiere endeudamiento y plazos de amortización que no se puede ser cumplir", indica sobre una crisis ecológica y económica que puede ser el fin para muchos de sus compañeros. "Previsiones no podemos tener. O llueve o la vamos a pasar canutas. Esto no hay quien lo aguante", concluye.
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