La magia del circo se ha colado en sus aulas. Sorprender, agitar emociones y pasarlo en grande son las máximas de este espectáculo artístico itinerante que ha cobrado vida en un colegio de Alcalá de los Gazules. Los pequeños miran ilusionados a su alrededor. El CEIP Juan Armario —que dio la bienvenida a los alumnos con una alfombra roja “como si fueran artistas”— se ha convertido en una auténtica carpa donde el ciclo de Infantil ha podido dar rienda suelta a su expresión artística durante todo el trimestre.
La idea de transformar la clase en un circo fue de los propios alumnos. Eso sí, acompañados de la entrega de un maestro “por vocación” que ha coordinado este bonito proyecto. Alberto Padilla López, de 36 años, tutor de unos 25 alumnos de 3 años, ha puesto su empeño en hacer algo “que tenga sentido para los niños más allá de colorear”.
Ese es su lema desde que entró en este centro educativo hace cuatro años para continuar en una profesión de la que ya estaba enamorado desde pequeño. “Era de los típicos niños que jugaban siempre a ser maestros”, cuenta el jienense residente en Jerez que viene de una familia “un poco artista”. Su hermana es profesora de danza, su hermano, de baile y él es actor —estudió la carrera de Arte Dramático.
En la enseñanza encontró la unión de las tres disciplinas y decidió completar un grado de magisterio infantil. Así, su manera de motivar a los pequeños le ha llevado a estar entre los 10 primeros finalistas a Mejor Docente de España en los premios Educa Abanca 2020 y nominado en esta categoría en 2019.
Esta semana, el maestro ha organizado la última actividad que pone punto y final a una iniciativa diferente basada en los intereses del alumnado. “Hicimos un sondeo previo para ver las ideas de los niños e hicimos votaciones para elegir qué querían aprender”, explica.
"Ha sido un trabajo muy enriquecedor"
A la clase le llamó la atención el mundo del circo, no solo los payasos sino también su estética y fue el tema elegido para descubrir. Alberto creó una historia que serviría como hilo conductor en las clases. “Al cole ha venido un payaso que ha perdido su circo y se ha quedado solo. Los niños quieren ayudarle y proponen montar un circo para hacerle feliz”, comenta el docente que se ha dedicado estos meses a desgranar los entresijos de este mundo.
Los pequeños han aprendido su historia, su funcionamiento, cómo viven los artistas o qué elementos lo constituyen para, finalmente, crearlo. Camerino, espejo de luces, iluminación, vestuario, taquilla. Un montaje al que no le ha faltado detalle. “Para ellos ha sido una experiencia chulísima llegar y que la clase fuera un circo todos los días. En lugar de fichas de trabajo hemos practicado prácticas de malabares y, además, han aprendido a hablar en público. Ha sido un trabajo muy enriquecedor”, señala Alberto.
Durante el desarrollo del proyecto los pequeños han tenido la libertad de poder elegir cómo sería el circo de su colegio. El maestro defiende que sean ellos los que tomen las decisiones. “Muchas veces creemos que no son capaces y sí que lo son”, explica.
Los alumnos han expresado cómo sería su vestuario, si querian ser acróbatas, magos o tramoyistas, la música y hasta el precio de la entrada —un euro. “Ellos han ido guiando todo, incluso han elegido que no tuviera animales porque habían visto en una foto a un elefante triste en una jaula”, detalla.
A través de grupos interactivos, el circo ha brillado con luz propia y ha sacado una sonrisa al profesorado, a los menores y a las familias, que también se han involucrado de lleno. “Sin su ayuda no podríamos hacer nada”, expresa el docente que destaca la disposición del centro, abierto a este tipo de actividades que se salen del tiesto.
“Tenemos la suerte de que el equipo nos ayuda y nos anima. Desgraciadamente no en todos se pueden hacer estos montajes”, dice con entusiasmo.
"Los niños han elegido que no hubiera animales"
Con este proyecto, los niños se lo han pasado en grande al mismo tiempo que han aprendido la existencia de otras profesiones. “Hemos visto que todos los oficios son importantes. Los sanitarios nos curan, pero hay otros relacionados con el mundo del cine que también lo hacen, en este caso nos curan el alma”, expone.
A su vez, el circo ha reflejado el lado más solidario del alumnado. Han decidido que el dinero recaudado en la taquilla, 24 euros, un euro por familia, irá destinado a Cruz Roja para la ayuda humanitaria en Ucrania. “A los niños a los que se les ha roto el colegio. Ellos lo dicen así”, añade el jienense.
Al final de la función, el payaso ha vuelto a ser feliz gracias a un espectáculo en el que “los niños son protagonistas de su aprendizaje”. Alegría, crecimiento, risas y arte. “Pasen y vean, niños y niñas, señoras y caballeros, el mejor espectáculo del mundo…”
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