Año 1973. La barriada de La Granja se encontraba a las afueras de Jerez. Entonces solo estaba urbanizado lo que hoy se conoce popularmente como 'La Granja vieja' y todo lo demás (zona de avenida de Europa y avenida de Arcos) era campo.
Un año antes habían comenzado a impartirse las clases experimentales de Viticultura en el Centro Nacional de Formación Profesional —hoy IES La Granja—, el único centro educativo que existía en la zona y estaba dedicado a la Formación Profesional.
Por este motivo se construyó el primer colegio de la barriada, el Elio Antonio de Nebrija, cuyo primer curso fue el 1973-74 y que tuvo un éxito rotundo, ya que los niños y niñas no solo de las viviendas de alrededor, sino de pedanías como San Isidro del Guadalete o El Torno fueron matriculados en este centro. "Cada mañana la entrada parecía un parking con tantos autobuses que estaban aparcados bajando niños", recuerda Mariano Cano, que llegó en 1975 y permaneció como profesor hasta el final de su carrera en el año 2009.
El hecho de contar con servicio de comedor y transporte escolar lo convirtió en un centro de concentración, algo que se mantendría durante varios años hasta que varias de estas pedanías y barriadas rurales comenzaron a contar con sus propios colegios.
Precisamente la absorción de alumnado procedente de los alrededores supuso un problema añadido, ya que muchos de los niños y niñas que venían de las casas de vecinos y cortijos carecían de educación básica, independientemente de su edad. Mariano cuenta que "en aquella época dábamos hasta octavo curso y teníamos que dividir a los alumnos en función a su edad. Algunos no sabían leer ni escribir, otros no sabían sumar, multiplicar o dividir... era un número". Fue un reto mayúsculo para comenzar su andadura educativa.
El volumen de alumnos creció de manera exponencial durante los primeros cursos, obligando a instalar en el centro ocho aulas prefabricadas para ampliar sus unidades. Sin embargo no tardó en volver a desbordarse —en esta época llegaron a ser el colegio más grande de Andalucía— y fue entonces cuando se construyeron otros dos colegios en la zona, que ya comenzaba a expandirse con la edificación de 'El Chocolate'. Así nacieron el Alcazaba y Las Granjas, que acogieron a profesores y alumnos procedentes del Nebrija. Fue un trasvase en toda regla.
Los profesores que entraron al principio en el CEIP Elio Antonio de Nebrija lo hicieron con contrato fijo, por lo que crearon un grupo muy unido que permaneció en el tiempo y que instauró unas dinámicas de trabajo que todos interpretaban a la perfección. "Nos conocíamos y sabíamos cómo hacía las cosas cada uno. Teníamos unas normas estrictas y específicas, cada uno sabía cuál era su cometido. Si en aquella época no hubiéramos tenido director no se habría notado", relata Mariano.
No obstante, cuando algunos de estos docentes se marcharon a los dos nuevos colegios que se construyeron en La Granja este núcleo duro se resintió, en parte por el carácter temporal de las nuevas incorporaciones. Aun con esto consiguieron reponerse logrando que las nuevas generaciones de docentes aprendieran de los más veteranos para seguir su ejemplo. Así ha sido desde finales de los 80 hasta la actualidad, cuando ya no queda ninguno de los primeros maestros y maestras del Nebrija.
Mariano se jubiló hace 14 años —actualmente tiene 74 años—, pero guarda una relación tan estrecha con muchos de sus excompañeros que todavía sigue teniendo contacto con ellos. "De vez en cuando buscamos un hueco para reunirnos, es algo muy ameno", cuenta.
Un centro social para la barriada
Cuando el Elio Antonio de Nebrija abrió sus puertas en La Granja no existía ningún espacio público por lo que este centro comenzó a aglutinar los eventos sociales que se llevaban a cabo en la zona. Así, la hermandad del Soberano Poder de La Granja guardaba el paso en la parte superior del gimnasio y lo sacaban en procesión desde este mismo lugar ya que no disponían de otra sede. Lo mismo ocurría con los partidos políticos, que utilizaban el salón de actos para organizar sus mítines.
Este emplazamiento servía también para que los vecinos pudieran celebrar sus eventos como las comuniones e incluso las bodas. "Se convirtió en un centro social, en la vida de la barriada. Todos los acontecimientos tenían lugar aquí", remarca Mariano. De hecho este fue el germen de la relación tan cercana e intensa que todavía hoy mantiene el colegio con los padres y madres de alumnos y exalumnos, generándose un clima de cooperación que permitía que las distintas propuestas llegaran a buen puerto.
Tanto es así que la tónica habitual siempre ha sido que ayudaran en las tareas de arreglo y renovación del centro. "Un fin de semana vinimos profesores, padres y madres y arreglamos las puertas y pintamos las paredes", recuerda el exdocente. Del mismo modo una de las pistas de baloncesto de las que han disfrutado tantas generaciones la sufragó un grupo de voluntarios. "Esta es la implicación de La Granja con el colegio y del colegio con La Granja", apostilla, haciendo referencia al "valor incalculable" del AMPA del centro.
El terror de las competiciones educativas
En los años 80 y 90 el colegio contaba con secciones deportivas de fútbol, atletismo, balonmano y voleibol como complemento a su oferta educativa. Esta última fue quizá la que más llegó a destacar debido a que en aquella época este deporte se practicaba con asiduidad en las plazoletas de La Granja de modo que muchos niños se animaban a practicarlo en clase.
Lo curioso es que el nivel que demostraban en casi todas estas disciplinas era tan alto que eran temidos cuando participaban en competiciones entre centros. "Simplemente arrasábamos. Nos veían llegar con las camisetas rojas y llenando cuatro o cinco autobuses y se echaban a temblar. Era una maravilla", rememora Mariano Cano, que fue uno de los impulsores de estos equipos junto a Antonio Pérez.
Como recuerdo de esta época dorada todavía están expuestos en la entrada de la sala de dirección algunos de los trofeos que ganaron en dichas competiciones -y que se unen a otros tantos que han ganado a lo largo de los años en los ámbitos más variados-. Tal cantidad de reconocimientos han recibido que la vitrina en la que los conservan ya no tiene sitio para más, por lo que algunos emergen por encima de la cristalera y otros simplemente están guardados a buen recaudo.
A mediados de los 90 la sección de voleibol consiguió ascender a tercera división ganándose mucho nombre y rivalizando con el otro conjunto de la ciudad, el Club Voleibol Jerez, con el que acabaron llegando a un acuerdo para fusionarse, naciendo el club deportivo que hoy en día se conoce y quedándose con los chicos del Nebrija como parte de su cantera. De hecho, hasta la marcha de Antonio Pérez su sede estaba en el propio colegio.
Con la marcha de sus principales impulsores los equipos deportivos fueron desapareciendo. El Club Voleibol Jerez se desligó del centro aunque mantuvo una colaboración estrecha a nivel de categorías inferiores hasta el punto de que todavía hoy vienen a entrenar al gimnasio e incluso algunos exalumnos forman parte de la directiva del mismo.
Nueva directiva, misma filosofía
En 50 años el CEIP Antonio de Nebrija ha contado con varios directores. Desde 2008 ocupa este puesto Pepe Crespo, que llegó a coincidir con una decena de los primeros profesores que tuvo el colegio y se ha impregnado de su conocimiento y sus valores para enfocar las líneas maestras de su mandato. "Hemos seguido la misma filosofía que tenían los profesores que constituyeron el colegio. Hemos querido mantener su legado porque trasciende más allá de lo educativo, afecta a todo lo que necesitan los niños", explica.
Evidentemente los tiempos han cambiado y las necesidades del alumnado son diferentes a las de hace unas décadas pero justo ese es su objetivo, aunar las bases sobre las que se cimentó el centro y las novedades necesarias de la época. Como ejemplo están esperando una subvención de la Junta de Andalucía para realizar una serie de obras que permitan remodelar el centro y adaptarlo a las nuevas medidas de eficiencia energética.
Del mismo modo, el ente autonómico aportará pizarras digitales a cada una de las clases e instalará un aula de audiovisuales provista de croma, una de radio cuyo programa será llevado por los propios niños y otras dos de informática con robótica. "A nivel de avance educativo y tecnológico están apostando por nosotros", destaca el director del centro.
Otro aspecto importante a destacar es la inclusión de un aula específica TEA, en la que dan clases a niños y niñas con trastorno del espectro autista. De hecho han colocado pictogramas en todas las instalaciones para que estos alumnos puedan entender lo que es cada lugar y el significado de cada cartel o señal que hayan colocado.
Por supuesto, desde la dirección han querido seguir la dinámica de tantos años que, por ejemplo, permitió crear un espectacular grupo de teatro y ofrecer talleres de cerámica y señalan que "estamos abiertos a cualquier propuesta que nos puedan ofrecer. Por las tardes contamos con una amplia variedad de clases extraescolares y en horario lectivo siempre tratamos de hacer cosas diferentes con los alumnos".
Murales con mujeres trabajadoras de la barriada, dibujos inclusivos, todo tipo de juegos para inculcar valores sociales y hasta una maravillosa jaima que impresionó a los miembros de la asociación de Reyes Magos de Jerez sin olvidar el obligado recuerdo a la gran Lola Flores. Los responsables del colegio buscan siempre la forma de innovar y ofrecer a sus alumnos las actividades más divertidas pero también las de mayor valor educativo.
Por supuesto han estado conmemorando su 50 aniversario, dedicando cada mes del curso a excepción de septiembre a una disciplina artística. Ahora está disponible una exposición de fotografía de carnaval a cargo de Mariano Cano a la que invitan a todo el que quiera "porque seguro que les va a encantar".
En el mes de abril será el turno del libro y para conmemorarlo recibirán una visita muy especial, la de Rubén Guerrero, exalumno y compañero de este medio que hablará sobre su libro 'Yo también fui del Nebrija' en una reunión abierta a todos los públicos en horario de tarde. Por la mañana su comparecencia estará dedicada a los pequeños, a los que contará cómo y por qué escribió su libro 'Nosotras', que trata sobre el papel de las mujeres en el mundo del deporte.
A la vez que trabajan a destajo en ofrecer la mejor educación a los alumnos también se esfuerzan por transmitirles el legado y la historia de Jerez. Es por ello que el año pasado plantaron un viñedo en el patio trasero del área de infantil del colegio que cuenta con 130 cepas de las cuales ya germinaron varias la temporada pasada y esperan que esta lo hagan ya todas.
Además de este viñedo también tiene pequeños huertos, tanto en la parte de infantil como en la de primaria provistos de sus propias composteras y con bidones que acumulan el agua de lluvia para utilizarlas en el riego. "Hay que reciclar todo lo que se puede", espeta Pepe, que insiste en la importancia de este tipo de proyectos para que los alumnos aprendan de forma práctica. "Ninguno de estos huertos están vallados porque lo que queremos es que los pequeños se acerquen y lo puedan ver todo. Ellos están muy bien educados y no van a arrancar nada", añade.
Todos estos proyectos tienen un fin meridiano: que los alumnos obtengan los mejores resultados académicos en sus futuras etapas escolares. Y lo cierto es que son realmente positivos, más aún desde que quedaron adscritos únicamente con el IES La Granja. "Se puede decir que somos una continuación los unos de los otros. Lo importante es que las notas de los alumnos que pasan a secundaria son muy buenas. Existe una comunicación muy fluida entre los profesores de los dos centros, lo que facilita la labor de ambos", detalla Pepe.
Medio siglo da para mucho, si no que se lo digan al CEIP Elio Antonio de Nebrija, que ha sido testigo de la transformación de La Granja de una barriada rural a uno de los núcleos poblacionales más importantes de Jerez. A lo largo de los años han pasado muchísimos docentes por sus aulas como Mariano y otros de sus compañeros, Manoli, Isabel, Pilar, Francisco, Jesús, Araceli, Rosalía, Manola... Hoy en día ellos ya no están frente a los pupitres pero han dejado un importante legado que ha sido recogido por Pepe y las nuevas generaciones de docentes para seguir escribiendo la bella historia de uno de los mejores colegios de Andalucía.
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