Ser padres y madres es una aventura, a veces tediosa y otras maravillosa. Nadie tiene las reglas para criar, pero cada vez hay más personas que se dedican a acompañar a las familias en este viaje. Las hermanas Sara y Laura Torres Ruiz, de 39 y 38 años, son dos de ellas. Estas madrileñas se lanzaron al mundo de la crianza respetuosa en Chiclana cuando ellas mismas experimentaron las luces y sombras de la maternidad.
“Buscábamos un trabajo con el que pudiéramos conciliar, pero no es una realidad”, comenta Sara, pedagoga que trabajaba en el Ayuntamiento de Madrid realizando planes de convivencia con actividades enfocadas a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Se mudó al sur por amor y, decidió montar su propio proyecto, una “tienda viva” de crianza natural, a la que pronto se unió su hermana, maestra de Educación Infantil y Educación especial.
Sara lleva 12 años viviendo en Chiclana, donde ha dado a luz a Elvira, de ocho años, e Ivan, de dos. Su hermana, que llegó cuatro años después, es madre de Bruno, de la misma edad que su prima.
Tras una temporada haciendo voluntariados y aprendiendo “cosas que no había hecho” como surf terapéutico, hipnoterapia y trabajar como promotora de Igualdad en Cruz Roja, Sara abrió las puertas de Ohana. Las hermanas apostaron en junio de 2016 por un espacio en el centro que va más allá de la venta de juguetes y complementos para bebés.
Le bautizaron Ohana, que significa familia en la cultura hawaiana, en alusión a la comunidad de personas que conviven y sienten las mismas necesidades. Eligieron esta palabra para transmitir su intención de acompañar y crecer por y para las familias, siempre con un enfoque de respeto y amor hacia la crianza.
“Al principio sabíamos la parte educativa, pero no teníamos ni idea de negocios. Montados la tienda como las locas, comprando lo que nos gustaba. Hemos tenido que hacer un máster en economía y dirección de empresas”, recuerda Sara mientras pasea entre los estantes del local, repleto de colores con los que una niña acaba de quedarse embobada.
Con el tiempo, tomaron las riendas y encauzaron el camino de este emprendimiento en el que buscan artículos respetuosos no solo con la crianza sino también con el medio ambiente. Las hermanas colocan en los mostradores objetos de alta calidad, reutilizables, testados por la Unión Europea y sin tóxicos, como productos de cosmética natural sin químicos para la piel de los bebés o muselinas de bambú.
“Los zapatos respetuosos son flexibles y están preparados para que los bebés desarrollen de forma natural la pisada y el portabebés es para trabajar el vínculo”, expresan rodeadas de puzzles, juguetes educativos, un alfabeto braille de madera o una pizarra basada en el método Montessori. “Con ella aprenden las letras”, dice buscando las vocales, en rojas, y las consonantes, en azules.
"La crianza respetuosa es volver atrás, pero con todo lo aprendido"
Manualidades, marionetas y libros seleccionados reposan en los rincones de esta tienda que ofrece facilidades a la maternidad. “He leído muchos libros, pero realmente, la crianza respetuosa es volver a atrás, pero con todo lo aprendido. Esto es ensayo, error”, expresa Sara, que defiende criar con apego, por ejemplo, mediante el uso del portabebés. El porteo ergonómico está cada vez más extendido. “Hace años, como necesitábamos que la mujer trabajara, se despegó del bebé. Empezamos a sacar biberones y carros, y la crianza se deshumanizó para poder producir”, comenta.
Para ella, “la vida no está preparada para criar, y hacerlo de manera respetuosa es costoso, pero es una decisión que tomamos padres y madres para que haya un cambio social, para que los niños sean más seguros y autónomos”.
Sara se ha recorrido toda la provincia de Cádiz impartiendo talleres de porteo y apego seguro de forma gratuita, y enseña cómo se debe usar un portabebés.
Además de ofrecer estas sesiones, en Ohana también ha incorporado talleres. Al fondo de la tienda, las hermanas cuentan con una sala donde se dedican a realizar actividades y cuentacuentos para las familias. Allí, Sara da clases de yoga a adultos y niños, meditación y mindfulness. “Veíamos que por la zona no hay esta oferta, hacemos una o dos al mes”, dicen estas madres trabajadoras y autónomas que sacan todo adelante.
Su taller estrella es El monstruo de colores, enfocado a la educación emocional, en el que usan el cuento del mismo nombre, de la autora Anna Llenas. Hablan de las emociones a la vez que desarrollan la expresión corporal y la creatividad libre. “Forramos toda la sala, sacamos la pintura, los pinceles y todos vienen de blanco y ponemos música para bailar”, detalla.
Estas madres se esfuerzan “con el corazón” para seguir a flote como comercio local de cercanía desde donde fomentan la relación directa con las familias. Ese acompañamiento en el que comparten vivencias y preocupaciones. “Muchas veces nos perdemos en querer hacerlo perfecto. A la mujer nos han preparado psicológicamente para ser máquinas y tener tres trabajos, casa, niños y trabajar fuera. Tenemos que escucharnos más a nosotras, no perdernos y cuidarnos”, finaliza Sara.
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