Unos acordes de guitarra, unos pasos y unas palmas. La música tradicional danesa se puede fusionar con el flamenco. A priori, puede sonar descabellado, pero no lo es en absoluto, ambas culturas se dan la mano. De eso están convencidos Kirstine Hastrup, Almudena Navarro y Pedro Garrido, conocido artísticamente como El Niño de la Fragua, tres enamorados del flamenco que organizan un año más Kriatura, un festival pensado para llevar este estilo a los más pequeños.
Bajo el lema “Amistades sin fronteras”, pretenden que “los jóvenes sientan que pueden conectar con personas de otros países a través de la música y la cultura”. Almudena, bailaora jerezana, ya lo experimentó. Conoció a Kirstine, impulsora del festival y embajadora del flamenco de Jerez y se sumó a la aventura. Desde entonces comparten una relación amistosa que va más allá de los kilómetros que separan Dinamarca de Andalucía.
Este martes demuestran que “la música es universal y, a través de ella podemos conectarnos con otras culturas” en el CEIP Luis Vives, ubicado en pleno barrio de Santiago, cuna del flamenco. En el patio, músicos daneses y jerezanos hablan el mismo idioma a través de compases.
Nikolai Rosen Green toca la guitarra acompañado de su familia y otros amigos del país, que han viajado a Jerez para impartir un taller de folklore danés a los alumnos y alumnas de Primero a Cuarto de Primaria, enmarcado en la programación del festival.
"El folklore danés es muy fácil"
Precisamente, una actividad que ya llevan a cabo en su país, donde se dedican a difundir la cultura danesa en diferentes escuelas. Kirstine se dispone a guiar la danza mientras un séquito de niños y niñas de entre 6 y 10 años calcan sus movimientos. “Esto es lo que bailan los vikingos. La suerte es que el folklore danés es muy fácil. El flamenco es increíblemente difícil” comenta antes de invitar al público a que se pusiera en pie.
Acto seguido, da tres pasos hacia delante. “Un, dos, tres… hey”, dice a viva voz. “El hey de Dinamarca es el ole de aquí”, explica. Después, los pequeños se cogen de las manos para formar círculos y se dejan llevar por el sonido de la guitarra.
“Queremos demostrar que el folklore se conecta, no importa de donde venga, siempre hay un punto de unión, tienen similitudes y acercamientos. El folklore danés lo podemos convertir en andaluz”, expresa Almudena, maestra de inglés en el colegio que se formó en el conservatorio de danza española e investigó sobre cómo unificar el flamenco y la escuela.
La organizadora, también creadora del proyecto Flamencas fantásticas —para visibilizar a las mujeres de este mundo y acercarlas a los más pequeños—, comenta esa fusión de partituras que encandilan al alumnado. “Con el ritmo con el que estamos haciendo el folklore danés podemos cantar una copla andaluza”, detalla.
Después del baile, llega el momento de las palmas. Pedro Garrido comienza a tocarlas con maestría frente a los pequeños, que tratan de seguir las secuencias sin equivocarse. Nikolai no deja de deslizar sus dedos por la guitarra mientras uno de los niños daneses toca el cajón.
Un ambiente al que Kirstine no puede resistirse y se arranca al compás de las palmas. “Ole, arsa”, exclama la danesa, siendo reflejo vivo de esta fusión de culturas hermanas.
El CEIP Luis Vives también ha acogido otras actividades del programa de Kriatura de las que han podido disfrutar otros cursos. Por ejemplo, el alumnado de Sexto ha participado en un encuentro con el músico danés Víctor Aage, que ha compartido el proyecto que ha iniciado en Dinamarca. Una casa de la música para jóvenes que ha inspirado al centro educativo. Además, ha interpretado uno de sus temas en inglés.
“Nosotros también tenemos muchas ganas de crear un espacio para jóvenes por el flamenco. Estamos en contacto con algunas familias flamencas que estuvieron previamente en el cole, antiguos alumnos. La idea es buscar un espacio en el barrio para crear una especie de asociación similar a la que Víctor ha hecho en su país”, explica Almudena.
Los niños y niñas han podido hacer preguntas en inglés al joven músico y algunos se han animado a pedirle un autógrafo de recuerdo. Un intercambio lingüístico enriquecedor al que se ha sumado un taller gastronómico llamado “Échale papas”, al ser el ingrediente común en ambas recetas. Los daneses han preparado una pizza de patatas mientras que los jerezanos, papas aliñás.
Un abrazo entre culturas al son del flamenco.