Isabel II ha fallecido en su residencia de Balmoral (Escocia) a los 96 años, dejando una de las fortunas más grandes de Europa.
La reina de Inglaterra era una de las mujeres más ricas del mundo gracias a su fortuna personal de 500 millones de euros, pero a su riqueza hay que añadir también el patrimonio en propiedades y joyas que ha ido amasando a lo largo de los 70 años que ha estado en el trono.
Según Forbes, su patrimonio asciende a la estratosférica cifra de 88.000 millones de euros. Además del palacio de Balmoral, donde ha fallecido lejos de la tradición de otros reyes que murieron en el de Buckingham, y del de Sandringham, Isabel II contaba con varias cuadras de caballos, numerosos coches –entre los que destacaban un 1900 Daimler Phaeton y un Rolls Royce exclusivos– y multitud de obras de arte.
La mayor parte de sus ingresos y de sus propiedades privadas las había recibido del gobierno. La Subvención Soberana, la herencia del Ducado de Lancaster y sus inversiones personales eran las tres principales fuentes de ingreso de la monarca británica.